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Considerada en la década de 1940 como la mujer más guapa del mundo, la mítica actriz fue también una gran inventora. Hedy Lamarr, la estrella del Hollywood clásico, pasaba las noches encerrada en su laboratorio desarrollando patentes para el ejército e incluso ideó un proyecto de comunicación secreto que ayudó al ejército aliado en su lucha contra los nazis. Este revelador documental descubre a una increíble mujer que corrió intrépidas aventuras para escapar de un esposo maltratador que simpatizaba con el III Reich y que pasó las noches tratando de crear un sistema de comunicación secreto que ayudó a ganar la guerra contra los nazis, mientras de día participaba del glamour de las grandes producciones de Hollywood.
Sigue de cerca a una familia de monos que se ven obligados a dejar el que siempre ha sido su hogar en una jungla de Asia. Monkey Kingdom monosCritica:Disneynature nos tiene acostumbrados a documentales de calidad y con historias sacadas de la vida real y reflejadas en la vida animal. Monkey Kingdom mantiene esa calidad en fotografía, la cámara sabe a donde ir y está siempre en el lugar y momento correcto, su historia es mas que buena y me gusta que siguen sin miedo de mostrar al depredador mas temido, el humano. Un ejercicio que se viene practicando en todos los documentales del estudio, en esta película el humano no es en sí un depredador pero si un invasor, cuando conocemos al humano el documental toma otro rumbo y se vuelve muy divertido. monosPor una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. monosEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.monos
En agosto de 1988, dos ladrones de bancos armados mantienen a raya a la policía alemana durante 54 horas durante un drama de toma de rehenes que termina en un tiroteo y tres muertos.
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