En este cuento de hadas rajado de manera encantadora, la princesa hermosa Buttercup y Westley distinguido deben vencer probabilidades asombrosas para encontrar la felicidad entre esgrimidores de seis dedos, príncipes crueles, sicilianos y roedores de la talla extraña. Pero hasta la muerte no puede parar estas cotorras rizadas verdaderas de triunfar.
Annie está atrapada en una relación a largo plazo con Duncan, un fanático obsesivo del oscuro rockero Tucker Crowe. Cuando surge la demostración acústica del exitoso disco de Tucker de hace 25 años, su descubrimiento lleva a un encuentro que cambiará su vida con el esquivo rockero. Juliet, desnudaCriticaSi hay una modalidad del género de la comedia romántica que merece ser rescatado del exilio en el que parece estar sumido, o al menos ser revisitado de vez en cuando, es el de la rom-com británica que nos dio tantas alegrías con títulos como 'Love Actually' (2003), 'Notting Hill' (1999), 'Cuatro bodas y un funeral' (1994) o 'Una cuestión de tiempo' (2013). Sin dar la espalda al formato del gran romance hollywoodiense, los británicos aportan un toque especial a la par de terrenal, no tan infantil, que prefiere encontrar la complicidad del espectador antes que seducirlo con un idealismo vacío, y con personajes maduros en busca del amor en vez de los jóvenes aspirantes a estrella de turno. Por todo ello, es necesario celebrar el estreno de 'Juliet, Naked', que además está basada en una novela de Nick Hornby, que siempre es un plus aunque a estas alturas ya sea prácticamente seguro que nada va a superar a 'Alta fidelidad' (2000).Al igual que en aquel film, en 'Juliet, Naked', nos encontramos con un hombre, Duncan, un tanto inmaduro y al que le apasiona la música, aunque aquí la obsesión se centra en el único álbum lanzado por Tucker Crowe, un músico que, al igual que Sixto Rodríguez, el protagonista de la fantástica 'Searching for Sugar Man' (2012), desapareció hace décadas de la escena musical sin dejar rastro. Pero por azares de la vida, la novia de Duncan, Annie, termina intercambiándose correos con el desaparecido músico a lo 'Tienes un e-mail' (1998). Así, un vínculo especial se establece entre Annie y Tucker cuando estos descubren que comparten el mismo sentimiento amargo: la sospecha de no haber aprovechado buena parte de sus vidas como adultos y de que sea demasiado tarde para enmendar errores y tomar riesgos.'Juliet, Naked' nunca llega a ser una gran comedia ni un gran romance, pero hay una ternura auténtica en la forma en la que se construye la relación entre Annie y Tucker, por la torpeza de ambos a la hora de acercarse el uno al otro, y porque Rose Byrne y Ethan Hawke son actores de primera infalibles, y ambos están fantásticos. Buena parte de la película se ambienta en uno de esos pueblecitos costeros de los que te aburres al segundo día pero que albergan un encanto peculiar, mientras que la trama aborda conflictos propios de la madurez como crisis vitales, expectativas incumplidas, asunción de errores del pasado y responsabilidades familiares con honestidad y ligereza, aunque el personaje al que da vida Chris O’Dowd está un tanto desdibujado. El desenlace es de perfil bajo, pero la experiencia global es positiva, agradable, porque sientes haber sido testigo de un romance discreto pero significativo de dos personas que se inspiran la una a la otra para sobreponerse a lo que la vida les tenía preparado. Juliet, desnuda
Un hombre se transporta accidentalmente al 1300 d.C., donde debe combatir con un ejército de muertos y recuperar Necronomicón para poder volver a su época.
En la Inglaterra de la época victoriana, un consejero parroquial y un criminal se refugian de una tormenta en una posada rural remota. Obligados a pasar la noche, pronto descubren un pacto mortal entre los extraños posaderos y los hombres lobo hambrientos de carne que habitan en los bosques circundantes ... ahora, mientras los hombres lobo se acercan, los invitados deben unirse y luchar con uñas y dientes para sobrevivir. ¡la noche!.... A Werewolf in EnglandCritica: Pintoresco proyecto inglés de bajísimo presupuesto que no podría definir más que como teatro filmado. En lo que parece la Inglaterra victoriana, un carruaje se detiene en una posada para guarecerse en una noche de tormenta. Durante la noche, los huéspedes serán atacados por los posaderos, que tienen un oscuro pacto con una terribles criaturas salvajes del bosque.La caradura que le ha echado el tal Charlie Steeds, director, guionista y productor, además de responsable de fotografía, es de las que hacen época. Ha rodado en lo que, todo indica, es una casa de turismo rural, gastándose apenas unas libras en diseño de producción; los escasos exteriores parecen filmados en el parque urbano de al lado de su casa; el atrezzo de pega, en especial esos cuchillos de corchopán, canta desde casi antes de aparecer. Y aún así, le ha quedado un producto que no solo supera expectativas, es que llega a divertir. De la necesidad ha hecho virtud, qué demonios, ha sacado petroleo. Con tan ínfimo presupuesto no esperen que también de miedo. La hilaridad está presente desde los primeros compases, a lo que ayudan esas declamaciones de los actores, tan teatrales. Luego acompaña una banda sonora más que digna, incluso notable, que ayuda a hacer incluso emocionantes escenas que de otro modo resultarían bochornosas..... A Werewolf in England
Un guitarrista, al que echaron de su casa y de su banda, se muda con una contadora, su hijo y su padre. ¿Será posible mantener la armonía familiar?...El niño de mis pesadillasCritica: tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... El niño de mis pesadillas
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