Una mujer y su compañero de trabajo desarrollan un vínculo atrevido y romántico cuando ella descubre su secreto por accidente. Basada en un webcómic....Amarrados al amorCritica: llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.....Amarrados al amor
Doc tiene el coche-máquina del tiempo averiado, y está prisionero en la época del salvaje oeste. Por su parte, Marty McFly está en 1955 y acaba de encontrar una carta escrita por Doc en 1885. En ella, Doc le pide que arregle el coche, pero que no vaya a rescatarlo pues se encuentra muy bien en el pasado. Sin embargo el muchacho irá en su búsqueda cuando descubre una vieja tumba en la que lee que su amigo murió en 1885. futuroCritica: En el mundo de la ficción abundan los científicos escépticos y aguafiestas que no creen en la magia y que luego resulta que estaban muy equivocados y seguramente se los come un montruo, y abundan también los científicos que juegan a ser dioses y la lían resucitando muertos o clonando dinosaurios para simbolizar los temores que el conocimiento no supersticioso inspira en las masas. Entre la dificultad intríseca de las matemáticas y lo poco atrayente de estos dos clichés, los adolescentes prefieren estudiar todos itinerarios de letras, y así nos va luego en el mundo real. futuroUno de los logros de la saga de Regreso al futuro era el personaje de Doc Brown: un científico diferente, cachondo y alocado pero moralmente irreprochable, capaz de inventar cosas que molan y que funcionan y capaz de hacer que los niños se interesen por la ciencia y la tecnología como fuentes de asombro y fascinación. Doc era la alegría de la fiesta, tenía las mejores líneas de diálogo y tenía una divertida manera de hablar y de moverse, un peinado relativista, una inolvidable cara de loco, unas ropas graciosas y una espalda encorbada a lo Groucho Marx... aunque se rumorea que esto último era más que nada para compensar la altura de un Christopher Lloyd que si no se encorbaba no había manera que cupiese en el mismo plano que el diminuto Michael J. Fox. futuro
Bruno es un dedicado bailarín que ama a su novia Carla. Sin embargo, un día conoce a otro bailarían llamado Rai y se enamora perdidamente de él, dando lugar a un fogoso triángulo amoroso.
David Basner, director creativo de una agencia de publicidad, gana mucho dinero y está siempre rodeado de mujeres. Cuando se entera de que su madre, después de 34 años de matrimonio, ha abandonado a su padre, no tiene más remedio que cambiar de vida. Ahora tendrá que repartir su tiempo entre su madre, feliz de haber recuperado la independencia, y su recién jubilado padre, un hombre testarudo y nada sentimental.
Marcos, Marta, Celeste y Eze han creado su propio universo en un destartalado piso compartido de la capital. Pero ya ni son universitarios, ni soñadores, ni adolescentes, aunque aún esperan ese gran momento que recordar siempre.
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