Bertram Pincus (Ricky Gervais), un dentista antipático, muere durante unos instantes durante una intervención médica rutinaria. A partir de ese momento adquiere el don de ver personas muertas que le piden ayuda para ponerse en contacto con los vivos.
Sebastián, un impulsivo adolescente, es expulsado una vez más de la escuela justo cuando su madre, Luisa, está a punto de dar un gran paso en su carrera. Sebastián se escapa de casa pensando que con su padre, a quien no ha visto en años, encontrará la solución a sus problemas. Pero no llegará muy lejos sin Luisa. Ambos inician un viaje por carretera lleno de risas, lágrimas y descubrimientos....Tú eres mi problemaCritica: ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia./.... Tú eres mi problema
Tuen y Ting son agentes infiltrados. En diez años, Ting ha ascendido de rango dentro de la organización, pero, en el fondo, está cansado del trabajo como policía encubierto. El agente se enfrenta a una trampa destinada a cazar a los topos como él.
Máximo, General de las Legiones Romanas, es querido por todos, incluso por el César, Marco Aurelio, que antes de morir le elige a él como sucesor dejando de lado a su propio hijo, Cómodo. Cómodo movido por el odio prepara una conspiración contra Máximo, le condena a él y su familia a muerte. Máximo intentará salvar a su mujer y su hijo pero cuando llega es demasiado tarde, Cómodo se le ha adelantado. Máximo volverá a Roma como gladiador en busca de venganza. GladiadorCritica:No puedo evitar sentirme un poco triste cada vez que compruebo la polémica que desata esta película, que la mayoría de mis amigos (entiéndase esto como las personas que tengo agregadas por un motivo o por otro y me sirven de referente, aunque no las conozca personalmente) no dudan en calificar de "comercial", "plana argumentalmente", "sobreactuada", "increíble", "acartonada" y "hueca", y, por supuesto, de épica "impostada" o directamente "nula". Me siento triste y algo confuso, sí, ante la diferencia abismal de percepciones, que, bien es verdad, aportan algo de vidilla a esto de criticar cine pero también crean divisiones, en todo caso traspasables, entre los usuarios, promoviendo la proliferación estúpida de etiquetas y acusaciones de diversa índole. Que si empalmados por un lado, que si puretas por el otro. Que si fast-food, que si paladar muy señorito. Que si me cago en tus prejuicios, que si yo lo hago en tu mal gusto. Blablablablabla... GladiadorAsí, si existe algo en lo que todos, sin importar quién esté leyendo esto, podrían -o deberían- ponerse de acuerdo es la concepción diferente que uno crea y moldea en su memoria acerca de una cinta que vio, devoró y amó allá en tiempos menos oscuros y bastante más inocentes. Hablo, claro, de esa etapa de la vida en que palabras como "maniqueísmo" y expresiones tales como "pasarse por los huevos la veracidad histórica" tenían un significado inexplotado, y quien osara desengañarnos y abrirnos los ojos a la mediocridad de ese objeto rectangular (bendito VHS) que, una y otra vez, rebobinábamos para revivir las gestas de esos nuestros héroes, no obtenía por respuesta más que una profunda indiferencia, si no el más infantil de los desprecios. ¿Crueldad o inteligencia? GladiadorQuiero decir con esto que estoy seguro, segurísimo, de que tú, seas quien seas, también guardas como oro en paño algún recuerdo del pasado y, lógicas aparte, te niegas a valorarlo de otra forma más que la que el tiempo ha grabado en tu persona, marcándote desde temprano. A mí me pasa con Gladiator, y no puedo evitarlo: cada vez que la veo vuelvo a ser un niño. Y podré estar equivocado y ser víctima de persecuciones tontas e inanes acerca de la verdadera entidad del cine como arte, pero, para qué negarlo, hay ciertas cosas que yo también me paso por los huevos. Y tan alegre. Gladiador
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