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Film inspirado en el documental "Marwencol" (2010), que narraba la historia real de Mark Hogancamp, un hombre que tras sufrir un terrible asalto estuvo en coma nueve días, tras el cual se despertó con una amnesia completa. Su única terapia fue construir en su jardín unas maquetas con figuras de soldados de II Guerra Mundial... Bienvenidos a Marwen CriticaHombre, por fin. Ya se hacía raro tantas películas seguidas de Robert Zemeckis con actores de carne y hueso, sin elementos de animación. Con lo que es este hombre, que parece que trabaja mejor con dibujos animados que con actores reales. La excusa se la pone Marwen, el pueblo de juguete creado por un artista famoso en Norteamérica por sus fotoreportajes de muñecos que fue víctima de un crimen de odio y que encuentra terapéutico proyectar sus miedos, sus anhelos y, en general, sus fantasías, en maquetas que cobran vida por obra de unos efectos digitales a los que Zemeckis estaba deseando echar mano.La película es arriesgada. No tanto por el peculiar estilo de narración, tan del agrado de su director, avanzando a base de respuestas a preguntas que nadie ha hecho pero que están ahí, provocando en el espectador sensación de desasosiego porque algo no encaja y se pregunta si se ha perdido algo o si ha llegado tarde, sino por la ambición de llevar a la pantalla el subconsciente de alguien. No es la primera vez que se intenta algo así, aunque generalmente se había venido optando por trabajar con elementos psicológicos ya sea en forma de juego de planos y contraplanos, de voces interiores o de crear atmósferas de irrealidad. Por contra, “Bienvenidos a Marwen” va en la línea de “Sucker Punch”, creando un universo alternativo de ficción disociado de la realidad en la que vive el protagonista donde, curiosamente, en ambos casos se otorga bastante protagonismo a una componente onírico-fetichista de chicas, armas y lencería que me hace pensar si todos llevamos un sátiro dentro o si es simple casualidad. En cierto, que en el caso de Snyder su mezcla de violencia y erotismo era puro placer visual sin más pretensiones mientras que Zemeckis lo integra dentro de una historia en la que, como decía antes, las respuestas van apareciendo como por arte de magia cuando el espectador está al borde del desquicie: ¿Qué estoy viendo? ¿Son hechos reales o ficticios? ¿Qué le ha pasado al protagonista? ¿Cómo ha llegado a esa situación? ¿Por qué… etc etc?Cada intervalo entre dos preguntas es una respuesta alegórica en forma de aventuras de marionetas digitalizadas que, de alguna manera, simboliza la forma que tiene la mente del artista de encajar la realidad sin revivir el dolor. Y, como también es habitual, muchas veces nos vemos sorprendidos porque la respuesta no es la obvia, que es la forma que tiene Zemeckis de concebir los giros argumentales un director siempre mucho más preocupado de la técnica que de la lírica. Precisamente ahí es donde creo que “Bienvenidos a Marwen” patina un poco. La película tiene su punto de interés, pero yo diría que no donde Zemeckis ha hecho su apuesta (en las escenas animadas, en las marionetas con las caras digitalizadas de los protagonistas, en la acción exagerada) sino en el lado humano, en una historia de resistencia ante la adversidad, de superación de miedos, de no avergonzarse de lo que uno es. Hay un buen trabajo del reparto, aunque inevitablemente, todas las miradas están puestas en sus ‘yo’ digitales que acaparan todo el protagonismo.Buena en lo técnico y, en general, interesante, aunque echo en falta algo de consistencia, un rumbo que cohesione los cuatro aspectos en la vida de Mark Hogancamp seleccionados para ser llevado a la pantalla más allá de ser la excusa para exhibir músculo digital. Bienvenidos a Marwen
Cuatro dentistas, tres hombres y una mujer, se encuentran en un congreso en la Riviera Maya. Dos de ellos tienen una vieja relación de amistad y rivalidad; los otros dos son amigos de congresos pasados. Todos están huyendo de su propia historia de dolor y pasan juntos un enloquecido fin de semana en una minúscula isla del Caribe mexicano que marcará sus vidas para siempre.
King, un cachorro de león destinado al tráfico, se escapa del aeropuerto y se refugia en la casa de Inés, de 12 años, y Alex, de 15. Los hermanos tienen entonces la loca idea de llevárselo a casa, a África. Pero el seguimiento de los aduaneros no les facilita la vida. Cuando Max, su caprichoso abuelo, al que sólo han visto dos veces en su vida, se une a la aventura, todo se vuelve posible....King: Regreso a casaCritica: Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia....King: Regreso a casa
En “Un Zoologico en Casa” conocemos a Benjamin Mee (Matt Damon), un columnista de prensa y escritor de artículos de aventuras que, como padre viudo, se enfrenta al desafío de criar a sus dos hijos pequeños. Con la esperanza de que partir de cero y llevar una nueva vida restablecerá el espíritu familiar, Mee deja su empleo y compra una vieja casa rural situada en un terreno de unas ocho hectáreas fuera de la ciudad que incluye una irrepetible particularidad añadida: un zoológico denominado el Parque de Animales Rosemoor, residencia de docenas de animales encomendados al cuidado de la jefa de guardas Kelly Foster (Scarlett Johansson) y su entusiasta equipo. Sin experiencia, con poco tiempo y reducidísimo presupuesto, Mee se propone, con el apoyo de su familia y de la gente de la localidad, reabrir el zoo. Ahora, Benjamin ya no cuenta una historia de aventuras, sino que vive la suya propia.
Milo es un barman que vive una vida de fiestas y noches interminables. Cierto día, una serie de coincidencias lo llevan a conocer a Sunny, la mujer de sus sueños, y ambos acuerdan una cita. Pero la noche que tenía todo para ser romántica se convierte en un caos cuando el amigo de Milo, Renzo, aparece de la nada con todo el submundo de Berlín a sus espaldas.... Vidas nocturnasCritica: ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Vidas nocturnas
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