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Cada 5.000 años se abre una puerta entre las dimensiones. En una dimensión existe el Universo y la vida. En la otra dimensión existe un elemento que no está hecho ni de tierra, ni de fuego, ni de aire, ni de agua, sino que es una anti-energía, la anti-vida: es el quinto elemento.
Riddick se ha pasado los últimos cinco años vagando por la galaxia, tratando de huir de los mercenarios que lo buscan. Ahora se encuentra en el planeta Helion, hogar de una sociedad progresista y multicultural que ha sido invadida por Lord Marshal, un déspota que tiene sometidos a los seres humanos gracias a su ejército de guerreros, los Necróferos.The Chronicles of Riddick La batalla de RiddickCritica:No entiendo la obsesión de algunos por mortificar a algunos actores por dar vida a determinados personajes, tales como Riddick, Harry el sucio en su día, o cualquier tipo de guerrero exagerado en sus condiciones, -esto es cine, amigos- y luego aplauden con lágrimas en los ojos los denigrantes para la inteligencia humana tiroteos de James Bond porque han sido escritos por Ian Fleming. RiddickLa ciencia-ficción es un mundo demasiado libre para los puristas, que no entienden ni quieren las necesidades del público amante de éste género, tan, tan, tan, tan repetitivo en los últimos años por miedo a ser destruídos por los mismos que encumbran cintas infumables hacia los grandes premios.La película no es una obra maestra ni lo pretende, -no, señores, no todos los directores aspiran a esos Oscars mediatizados y manipulados, algunos se conforman con hacer cine- pero la ambientación y la creación de personajes es realmente fascinante y pintoresca. Por supuesto que hay tonterías ante la cámara, pero en una película de dos horas es normal que haya algún altibajo -TODOS los directores los tienen, TODOS- pero para todos aquellos que nos gusta la ficción, esta película nos da una nueva historia por la que interesarnos, con nada parecido rodado antes salvo las coincidencias estéticas de Dune. Que a los que les guste los bodrios de Almodóvar siga a lo suyo, pero por favor no creas que eres más culto que nadie por ello, eso solo te convertirá en algo peor que un ignorante, un ignorante vanidoso. Buena película, de palomitas y cola... La batalla de Riddick
Un ex-soldado traumatizado se despierta en la parte trasera de una camioneta. A su lado se halla un niño secuestrado. Ahora tan sólo dispone de nueve minutos y treinta y siete segundos de consciencia para averiguar por qué y cómo llegó hasta allí.The Anomaly AnomaliaA los 5 minutos ya se perfila como lo que es: una pésima mescolanza de ideas ya rumiadas hasta el hartazgo en anteriores films del género, hecha tan mal que no causa ni el mas mínimo interés en lo que sucede, además de un enredado argumento que termina causando fastidio. Tiene todos los tics de una pelicula rodada para TV, aburrida y sin sustancia. Me entero que el director es tambien el protagonista: tal vez aquí se cumple muy bien el dicho de que "el que mucho abarca poco aprieta".Película de ciencia ficción futurista. El protagonista se despierta desorientado en una furgoneta junto a un niño que ha sido secuestrado. A partir de ahí tratará de recuperar su identidad robada. El comienzo tiene reminiscencias del mito Bourne. Sin embargo, rápidamente el argumento se desinfla, no se sostiene. Salvo que seas un amante de las peleas con golpes a cámara lenta y de la música electrónica para aumentar la tensión, no merece la pena ver este film. AnomaliaPor una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. AnomaliaEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Anomalia
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