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Basada en una historia real, narra cómo la pareja formada por los jóvenes Tami Oldham y su novio Richard se hace a la mar en su velero, pero en medio del océano se ven sorprendidos por una de las mayores tormentas jamás registradas. Tras el paso del huracán, Richard sale herido, y Tami tendrá que ponerse al mando para intentar sobrevivir a la deriva con el velero roto, sin comida y sin agua.
Y a Dios que me perdone! (2017), La esposa de Toribio ha sido diagnosticado con leucemia después del parto. Acorralado entre la falta de planes de salud confiables y su bajo ingreso como oficial de policía, Toribio toma su arma y va a hacer todo lo posible para salvar a su esposa. Y a Dios que me perdoneCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Y a Dios que me perdoneEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Y a Dios que me perdone
Pete (Michael Vartan) es un periodista americano que hace un reportaje sobre la industria turística en el norte de Australia. Allí se unirá a un grupo de excursionistas y a su hermosa guía, Kate (Radha Mitchell), para realizar un crucero por un río que atraviesa un parque natural australiano. Todo transcurre con normalidad hasta que, de repente, el barco es sacudido por un descomunal cocodrilo salvaje y se encalla en un islote. Cuando cae la noche, el grupo se convierte en una presa fácil para la bestia, y comienza una feroz lucha por la supervivencia en uno de los lugares más inhóspitos del mundo.
Keller Dover se enfrenta a la peor de las pesadillas: Anna, su hija de seis años, ha desaparecido con su amiga Joy y, a medida que pasa el tiempo, el pánico lo va dominando. Desesperado, decide ocuparse personalmente del asunto. Pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar para averiguar el paradero de su hija?. Prisoners IntrigaCritica:Qué harías para salvar a tu hija? Este es el mayor interrogante que nos plantea la película. A lo largo del metraje nos somete a dilemas morales, nos hace preguntarnos sobre nuestros propios principios, ¿haríamos lo mismo que Keller Dover (Jackman), o nos mantendríamos pasivos? ¿Tendríamos la sangre fría suficiente para ello, aunque nuestras acciones pudieran suponer salvar a dos niñas? ¿Podríamos convertirnos en aquello que nunca pensamos ser?. IntrigaTodo comienza en una calle normal, de un barrio cualquiera, un día de acción de gracias como cualquier otro, cuando dos niñas, hijas de familias sencillas, de repente desaparecen sin dejar rastro. Las sospechas recaen en el conductor de una caravana que estuvo aparcada en el barrio en el momento del secuestro. Cuando la policía deja libre al joven por falta de pruebas, Dover toma una decisión, aún en contra de sus principios religiosos y morales, y considera que es la única manera de averiguar dónde están las niñas. Por su parte, el detective Loki (Gyllenhaal) intenta desesperadamente resolver el caso y encontrar a las niñas, aunque Dover le eche en cara una y otra vez que sus esfuerzos no obtienen resultados. IntrigaLa película nos plantea esas dos formas de ver el secuestro. Una desde el punto de vista de un padre completamente desesperado, dispuesto a hacer lo que sea, aunque vaya en contra de todo lo que cree y de todo lo que es, para encontrar a su hija. Y otra desde el punto de vista del detective que se esfuerza por encontrar a las niñas y al secuestrador, y que a su modo también se desespera.Villeneuve ha creado una atmósfera agobiante, con exteriores llenos de lluvia intensa, de nubes de tonos grises. Ha jugado con luces y sombras para aportar intensidad a la imagen. Y ha conseguido un película envolvente desde el primer minuto, absorbente, que nos atrapa y casi no nos deja respirar durante las casi dos horas y media de metraje. Intriga
En un futuro apocalíptico, 30 años después del "resplandor" que aniquiló la casi totalidad de la sociedad civilizada, unos pocos humanos sobreviven en un ambiente increíblemente hostil y árido. Violaciones, canibalismo y salvajismo imperan en unas derruidas ciudades donde el más fuerte y el que posee el agua impone su ley. Vagando por la carretera, un guerrero solitario (Denzel Washington) se dirige al oeste con una sola misión: proteger un misterioso libro que lleva en su mochila. The Book of Eli El libro de los secretosCritica:Nueve años llevaban los hermanos Hughes sin dirigir una película. En aquella ocasión estrenaron Desde el infierno, un film que, personalmente, me parece bastante mejorable. Ahora nos ofrecen El libro de Eli, manteniendo ciertas similitudes, a saber: elenco destacable, desarrollo entretenido, fallos de guión y cierta falta de originalidad. El libro de los secretosPero centrémonos en la película que hoy nos ocupa. Actualmente los espectadores nos contentamos con muy poco en el cine. Llegamos a darnos con un canto en los dientes si no nos aburrimos durante una sesión. Claro, todo depende del punto de comparación, ya que esta película habría sido considerada como telefilm en la gran época del cine de acción (entre los años 80 y 90). Sin embargo, teniendo en cuenta que su principal competidora (por aquello del argumento similar) es la insufrible The road, evidentemente El libro de Eli gana muchísimos enteros. El libro de los secretosDecía al principio que su desarrollo es entretenido y me reafirmo: dos horas de metraje en las que sólo miras el reloj en el tramo final, no es moco de pavo hoy en día (a eso hemos llegado). Un magnífico Denzel Washington (de lejos lo mejor de toda la producción) nos hará disfrutar con sus aventuras, recorriendo Estados Unidos de este a oeste, a pie, tras un cataclismo nuclear. Washington es un héroe de acción en un mundo post-apocalíptico a lo Mad Max, con muchas reminiscencias al cine del oeste y algún que otro toque de Matrix. Deberá enfrentarse a Gary Oldman, un cacique local (y volvemos al western) que controla la principal fuente de recursos de un poblado: el agua. El libro de los secretos
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