Paul Kersey es un famoso cirujano que vive con su familia en Nueva York. Un día, su esposa y su hija son brutalmente atacadas en su casa. Paul, que siempre había sido un tipo tranquilo, siente cómo la sed de venganza va apoderándose de él. Con la policía sobrecargada de crímenes, decide tomar la justicia por su mano e ir en busca de los agresores de su familia y de paso enfrentarse a todo tipo de criminales de la Gran Manzana. A medida que las víctimas acaparan la atención de los medios, la ciudad se pregunta si este vengador es un ángel guardián... o un simple justiciero.
Décadas después de haber sido abandonada siendo una niña, Chiara encuentra a su madre y le pide pasar diez días juntas en un lugar remoto. Pero no sabe que Chiara tiene un propósito oculto y que tendrá que enfrentarse a la decisión más importante de su vida.
“Un día todos los hombres se quedaron dormidos… Y los cercos de la tierra, ardieron”. Una historia sobre la desobediencia, la amistad y la dignidad que existe en la resistencia. Rá, Culebro, Sere, Winny y Nano. Cinco chicos de la calle de Medellín. Cinco reyes sin reino, sin ley, sin familia, emprenden un viaje en búsqueda de la tierra prometida. Un cuento subversivo a través de un clan salvaje y entrañable, que transita entre realidad y delirio. Un viaje hacia la nada, donde pasa todo....Los reyes del mundoCritica: *Utopía colombianaMi primer acercamiento al cine colombiano fue con ‘La vendedora de rosas’ (Víctor Gaviria, 1998), la vi gracias a una mujer colombiana que me quiso enseñar la que era, según ella; ‘’La mejor película de mi país’’. Han pasado muchos años, pero ese fue un punto de inflexión de mi vida, ahí empezó a gustarme el llamado cine social. Esta película, al igual que Los reyes del mundo, estaba subtitulada, algo que me extrañó en el momento, pero que enseguida comprendí al no llegar a entender nada de lo que decían los protagonistas, hablábamos el mismo idioma, pero éramos desconocidos, estos recuerdos me vinieron a la memoria nada más comenzar a ver la cinta de Laura Mora Ortega.Está claro que la directora colombiana bebe de muchos referentes, pero, lo más importante, es que se centra en los de su país para renovarlos y reinventarlos. Esto no es algo nuevo, ya lo hemos visto en otras películas como la increíble ‘Monos’ (Alejandro Landes, 2019). Esta nueva corriente cinematográfica, trata de reconducir la historia reciente de Colombia, creando nuevos referentes audiovisuales que traten los distintos sucesos traumáticos del país, que actualmente se encuentra en reinvención tras querer dejar atrás el estigma que ha supuesto el narcotráfico.Un camino que emprenden en busca de una tierra prometida, donde se encuentra una Colombia nueva en la que todos son libres e iguales. Lo deja bien claro cuando nos muestra un burdel bastante decadente en el que apreciamos una bandera colombiana roída, como símbolo de aquel pasado oscuro. No obstante, son los tres protagonistas los que entran en ese espacio, buscando redención y por ello, podemos ver a mujeres mayores, que seguramente han perdido a sus hijos por el narcotráfico, y a jóvenes adolescentes, bailar juntos como si fueran madre e hijo, unas madres que ellos nunca tuvieron y unos hijos que ellas perdieron.
Hace quince años, Andrei, bajo la tutela de su padre, el coronel Rodin, fue entrenado en una escuela secreta, donde los agentes eran preparados siendo adolescentes. Cuando el proyecto piloto fue cerrado, Andrei, se quedó en Europa y trató de olvidar su pasado.
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