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Adaptación de los famosos cómics de Las Tortugas Ninja, que relata cómo cuatro tortugas se convierten en criaturas bípedas. Desde pequeños, fueron entrenados por la rata Ninja, Splinter, y fueron nombrados de acuerdo con los pintores del Renacimiento: Raphael, Michelangelo, Donatello y Leonardo. Cuando terminan su entrenamiento, emergen de las alcantarillas y entran al extraño mundo de los humanos.
Especiales Cuenta la historia real de Stephane Benhamou y de Daoud Tatou, dos amigos de distintas creencias religiosas que, 20 años atrás, crearon una organización sin ánimo de lucro para ayudar a niños y adolescentes autistas.
Con su vigésima reunión, Dan no puede desprenderse de sus inseguridades del instituto. Intentando sin éxito demostrar que ha cambiado, Dan reaviva una amistad con el chico popular de su clase y vive una noche salvaje que toma un giro inesperado.The D Train TrainCritica:Siempre se ha dicho que los niños son bastante cabrones y malas personas, como queriendo hacer una clara diferenciación o distinción con los adultos y su exceso de benevolencia, supongo. Pero cuando maduramos y empezamos a ver cómo funciona el mundo de verdad, o cómo nos dicen que ha funcionar, seguimos de hecho sujetos al pasado y las vivencias, al menos todo el que se acuerde de ellas. Uno no abandona su pasado en términos de personalidad, ¿o sí? TrainImagino que todo se debe a que se trate del inicio. Si alguien se acordara de su propio nacimiento, seguro que su vida sería un sufrimiento, aunque de hecho debería verla como algo positivo, porque tras esa lucha por salir —o permanecer— dentro del cuerpo de otro ser, cualquier cosa que se nos revele tiende a ser mejor. Y ya no digo si nos acordáramos de antes, de cuando tuvimos que salir del testículo de otro (cuánta insignificancia), algo que reduciría aún más nuestra existencia si se meditara, aunque nos engañen hablando de que desde entonces fuimos ganadores (cuánta grandeza). TrainJack Black protagoniza The D Train, una película normal y particular, aunque algo diferente y muy corriente. No es una comedia, aunque a veces nos riamos, ni tampoco es algo serio, o no en exceso. Es una rareza que no se sale de lo general. Una película algo deprimente, si se toma en serio, aunque optimista si se toma a broma. No es estúpida, a pesar de corroborar su estupidez en su protagonista, un hombre que no ha superado su niñez y juventud porque algo de entonces aún persiste en su vida, alejado de lo personal, pero encajado en su parte más social. TrainThe D Train esconde en su ligereza argumental —un hombre se encuentra con el guay de su colegio con la intención de organizar una reunión escolar— varios temas de mayor calado espiritual, por decirlo de algún modo. Es un tema recurrente y del que, de hecho, yo ya he hablado en esta web alguna vez: que haya gente que irradie una personalidad y un carácter que impregna a los demás, personas a las que nadie dice «no», que lo llenan todo, que lo agrandan, que hasta lo revalorizan. Train
Después de que un forajido secuestra a su padre y roba el suministro de alimentos de su ciudad, un bandicoot adolescente luchador llamado Quinn recluta al demonio de Tasmania para que la ayude a encontrar al ladrón. Taz puede ser un pícaro malhumorado con una reputación temible, pero él y Quinn tendrán que trabajar juntos para rastrear al criminal a través de las tierras salvajes de Tasmania y salvar a su comunidad.....Taz y su odisea por las hamburguesasCritica: que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... Taz y su odisea por las hamburguesas
Lee Holloway tiene el peor de los currículum cuando decide solicitar un empleo de secretaria en el bufete de abogados de E. Edward Grey. Basta con decir que acaba de salir de una institución psiquiátrica y que, tan sólo un día después de volver a estar con su disfuncional familia de barrio periférico, ha recaído ya en su hábito secreto e inconfesable. Pese a que nunca en su vida ha tenido trabajo, Lee resulta finalmente contratada por el Sr. Grey, un misterioso abogado. Al principio el trabajo parece normal: mecanografiar cartas, archivar documentos y hacer el café; pero Lee y el Sr. Grey no tardan en embarcarse en una relación mucho más estrecha e íntima; una relación que haría sonrojar a cualquier jefe de personal.
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