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Kansas, 1880. El ranchero Clay Travis ve cómo su apacible vida en familia se desmorona en un abrir y cerrar de ojos: su hijo muere trágicamente y su hija desaparece. Decidido a encontrar y traer de vuelta a su hija y a proteger lo que queda de su familia, Clay se ve obligado a revivir sus días de pistolero y emprender el camino hacia Dodge City, donde corren rumores de la existencia de un burdel cuyo propietario secuestra a mujeres jóvenes para ofrecérselas a sus clientes. En su camino, Clay une fuerzas con un misterioso aliado y, juntos, no dudarán en apretar el gatillo para acabar con su enemigo común.
Albert, un granjero cobarde, que al echarse atrás en un duelo pistolero, su novia decide abandonarlo por otro hombre. Sin embargo, llegará a la ciudad una hermosa mujer, de quien se enamora y que lo ayudará a descubrir su coraje que será puesto a prueba inmediatamente, dado que esta llamativa mujer arrastra un marido prófugo que reclama venganza. Pueblo chicoCritica:Faltan pocos minutos para llegar a las doce del mediodía. La hora marcada. La hora del duelo. La hora de la muerte. Todo el pueblo se ha congregado, creando una especie de corro más o menos improvisado que rodea el trecho de la calle principal donde va a darse el gran acontecimiento del día. El bueno de Albert se las verá contra... contra... algún cowboy. Como viene siendo habitual, sólo puede quedar uno. Sin investigación, sin juicio, sin posibles apelaciones. Porque la justicia jamás se ha suministrado con tanta rapidez como en el Salvaje Oeste. En Arizona, en 1882, (aquí y ahora, vaya), todo corre a la misma velocidad. No hay tiempo que perder, porque ya se sabe, la muerte acecha en cada esquina y a ésta sí que no le gusta esperar. Y ya son las doce del mediodía. No hay posible marcha atrás, en unos pocos segundos la arena ardiente va a bañarse de sangre... porque estas tierras sólo pueden regarse así. Porque la Frontera es territorio de valientes; los cobardes, simplemente perecen... Pueblo chico... A todo esto, pasan ya de las doce, y ni rastro del bueno de Albert. Empiezan a extenderse los murmullos inquietos entre la multitud. Algo pasa. Porque como se ha dicho, puede que el correo se retrase; puede que las lluvias se demoren unos cuantos días... pero en Arizona, en 1882, nadie, absolutamente nadie, falta a la puntualísima cita de un duelo a muerte. A no ser que, a no ser que... el bueno de Albert sea un gallina. Pero, ¿puede ser? ¿Puede ser que el más miedoso e inútil de los seres humanos haya logrado sobrevivir, al menos hasta ahora, en este lugar y en este momento? Puede, sí, porque algunas personas, simplemente, nacen en la época y lugar equivocados. Y a partir de ahí... hasta que la guadaña o la soga ponga fin a tanto sufrimiento. En estas se encuentra el pobre Albert, quien ya no puede más. Está a punto de morir por una disputa que ni siquiera se acuerda de cómo diablos empezó. Han amenazado, además, con hacer arder hasta los cimientos su dulce hogar (con sus padres dentro) y por si fuera poco, su media naranja, el amor de su vida, está a punto echarle la patada definitiva, porque tanta cobardía no hace más que causar en ella una insoportable cantidad de vergüenza ajena (y propia) imposible de tragar. A Million Ways to Die in the West Pueblo chico
En 1882, en Nuevo México, el sheriff Virgil Cole y su socio Everett Hitch reciben el encargo de pacificar Appaloosa, una ciudad sin ley que vive de las minas y que está dominada por Randall Bragg, un despiadado y poderoso ranchero. Pero la llegada de Allison French, una atractiva viuda, amenaza con destruir la larga amistad entre Virgil y Everett.
Un viejo pistolero y su hija deben enfrentar las consecuencias de su pasado, cuando el hijo de un hombre al que asesinó años atrás llega para vengarse.
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