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Louis dirige una funeraria. Soltero empedernido, vive dedicado a su trabajo. Por una casualidad de la vida, un día se cruza con Igor, un espíritu agudo en un cuerpo minusválido a causa de una parálisis cerebral. Igor reparte verduras ecológicas mientras pasa su tiempo libre leyendo a Sócrates, Nietzsche y Spinoza. Juntos emprenderán un viaje en el coche fúnebre de Louis para transportar el cuerpo de la difunta Madeleine al lugar donde debe ser enterrada. En este recorrido salpicado de encuentros, Louis e Igor irán conquistando la libertad sobre la mirada de los demás y aprendiendo a amar la vida tal y como llega, liberándose de uno mismo.
Cuando el ateo estadounidense Frank se enamora de la joven árabe Sarah, decide proponerle matrimonio a la ingeniosa musulmana de su ciudad natal. Pero la policía islámica corrupta los atrapa, exige sobornos para dejarlos ir, mata a Sarah e incrimina a Frank por asesinato. Deportado a los Estados Unidos, Frank comienza un viaje espiritual en la cárcel después de hacerse amigo de su compañero de celda Ayman, un musulmán moderado. Y dado que su compañero de trabajo muere después de meterse en el negocio ilegal del juez, el último recurso de Frank para demostrar su inocencia es escapar y vengarse de él.....Night WalkCritica: Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Night Walk
La película cuenta la transformación de la legendaria cantante de blues Bessie Smith de aspirante a cantante a ‘la emperatriz del blues’, que se convirtió en una de las artistas con más éxito de los años 20 y en un icono hoy en día. BessieCritica:Últimamente, algunos telefilms pueden ser mejores que muchas películas destinadas a la gran pantalla. Bessie cuenta la historia de Bessie Smith, la cantante que llevó el blues al primer plano de la música negra y lo dotó de cara y ojos. Desde su triste infancia, ejemplificada en la escena en que su hermana la persigue con un cuchillo, hasta la vida desenfrenada en la madurez (amores lésbicos, alcohol, drogas), Bessie narra la trayectoria vital de una mujer que llevaba la música en la sangre, pero no podía sobreponerse a las debilidades de su carácter. La película no cae en ningún momento en los tópicos habituales de los biopics (Bessie no debía ser de trato fácil), y soslaya con elegancia la sensiblería, sobre todo gracias a la monumental interpretación de Queen Latifa, que se pone en la piel del personaje, con un atrevido desnudo frontal (atrevido por la decadencia física; Latifa no quiso una doble de cuerpo) que guarda relación con la mostración sin paliativos del personaje. Los secundarios, muy acertados, y la música, cómo no, contribuyen a redondear un telefilm digno e intenso. El guión evita plasmar la muerte de la diva, fallecida en un accidente automovilístico y, se dice, rechazada en tres hospitales de la zona por el color de su piel, extremo nunca confirmado por completo.Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. BessieEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Bessie
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