6.2
En esta segunda parte, el buscador de tesoros Ben Gates se ve de nuevo envuelto en una increíble aventura en la que se relacionan capítulos desconocidos de la historia con tesoros ocultos. Cuando una página del diario de John Wilkes Booth, el asesino de Abraham Lincoln, sale a la luz, el tatarabuelo de Ben se ve implicado como el principal conspirador del magnicidio. Decidido a probar la inocencia de su ancestro, Ben y su equipo emprenden un viaje para intentar descubrir uno de los tesoros más buscados del mundo. La leyenda del tesoroCritica:Después de la decepcionante primera parte, que se supone que debía recuperar el espíritu aventurero, pero en el que las aventuras brillaban por su ausencia y todo se reducía al Nicolás viajando por todas partes y descifrando enigmas subnormaloides, nos llega una segunda parte que, oye... si no es por que sale Ed Harris en lugar de Sean Bean, ni me entero de si es la primera o la segunda parte... Clónica, pero que ríete tú de la oveja Dolly, la leche. La leyenda del tesoroYo no digo que la peli sea difícil de creer, porque no seré yo quien diga que todas las cuevas perdidas de la mano de Dios están repletas de tesoros. Pero si para llegar a estos tesoros antes deben pasar por 200 pasos anteriores resolviendo extraños enigmas, bastante anacrónicos, faltos de conexión entre ellos perceptible al cerebro humano y que nada tienen que ver conque Nicolás limpie el nombre de su tatarabuelo, pues me empiezo a cabrear. Si hay una persecución en la que uno se dice «¡Por fin algo de acción!», y se acaba aburriendo como una ostra porque aparte de poco emocionante, está llena de detalles ridículos como lo de los bidones esos que no se a qué vienen, y encima la mitad del corre que te pillo es a una velocidad inferior a la de un patinete eléctrico, pues apaga y vámonos. Pero eso no es lo peor, lo de la persecución (una de las 2 escenas con acción repartidísimas en la peli), es incluso perdonable. Es bastante peor el que Nicolás Cague y la Helena de Troya tengan más facilidad en entrar en el palacio de Buckingham y sitios por el estilo, que yo en mi propia casa un día de cogorza. Por ahí sí que no pasó, más aún si después ni les persiguen incesantemente ni nada por el estilo. De hecho, ni les persiguen. La leyenda del tesoroAdemás de esta gilipollez que cabrea sobremanera, tenemos lo típico: chistes para niños de 3 años, a Nicolás poniendo muecas (lo mejor con diferencia, el Cague es ya una leyenda viva, ha superado a Jim Carrey, pero por mucho), un personaje graciosillo que merece morir, un montón de personalidades del cine humillándose por unos milloncitos de dólares, un argumento subnormaloide, una música patriótica que parece de las obras clónicas de Hans Zimmer, y que va acorde con los vomitivos discursos pro-América que no se los traga ni Peter, un presidente de los Estados Unidos que es muy majo y aventurero él (casi como Bush), y un final que eleva la irrisión hasta la enésima potencia. Ah, bueno, y el romance de relleno que no falte, no.La leyenda del tesorodel tesoro