California, 1820. Diego de la Vega, el único hijo de Don Alejandro, regresa a casa para luchar contra la injusticia y la corrupción reinantes. Durante el día es un dandy presumido y por las noches un espadachín enmascarado llamado El Zorro.
Drácula regenta un hotel en el que se alojan personajes como Frankenstein, la Momia, el Hombre Invisible, hombres-lobo... El problema del conde es que tiene una hija de espíritu aventurero a la que le resulta difícil controlar. El conflicto surge cuando se aloja en el hotel un ser humano que se siente atraído por la hija del dueño. Hotel TransilvaniaCritica:Primero, los agradecimientos: gracias a Sony Pictures por contribuir con «Hotel Transilvania» a la aniquilación neuronal, sentimental y estética de nuestra juventud. Gracias, también, por colaborar en el asesinato en masa de los mitos del folklore y la cultura occidentales, apuñalando con más saña y regocijo al ya moribundo vampiro y hombre lobo. Y, finalmente, gracias a los responsables del cine de mi pueblo por haber cambiado el Día del Espectador por una promoción que incluye entrada gratis para el miércoles siguiente; sin ella, no me hubiera visto obligada a acudir al cine y elegir una película de la deprimente cartelera, y es posible que nunca hubiera visto esta película. HotelAlgo que me llama muchísimo la atención es el sentido del humor de «Hotel Transilvania», que es preocupante, realmente preocupante. Desterrada la inteligencia, el buen tono y el ingenio, el nuevo concepto de humor para nuestros chicos fomenta lo escatológico y lo asqueroso, cuanto más mejor. Así, la película está repleta de bromas donde los pedos, la caca y todo tipo de fluidos corporales son los protagonistas, añadiendo una pizca de comida repugnante a base de lombrices y demás bichos vomitivos. ¿Dónde está la gracia? Pues no sé, porque este tipo de humor parece más bien dirigido a los hombres adultos más bastos y retorcidos. Lamentable. HotelOtro aspecto que me ha aterrorizado es ver en pantalla la moda, el carácter y la cultura oficiales, cosa que me ha dejado, literalmente, con la boca abierta. Aquí, todo lo pasado y lo clásico se rechaza; los pobre Bach, Mozart y Beethoven se hunden en la depresión ante el rechazo unánime de su estilo musical y los monstruos pierden toda su simbología y esencia tradicionales. Ahora, lo bueno es rapear y ser estridente; el «haz lo que quieras» sin ningún compromiso, incluso arriesgando la vida (como la vampiro Mavis, que quiere irse a Hawai...); los chicos sobreexcitados con bermudas, enganchados al móvil, vocabulario reducido a «que flipe» y una irresponsabilidad supina; los adultos idiotizados, débiles, sin dignidad, que no se respetan ni les respetan y a quienes los jóvenes dicharacheros, ahora los jefes, sacan de su insoportable aburrimiento con fiestas salvajes, que es lo único y verdaderamente divertido, claro. Véase al hombre lobo, por ejemplo, o al propio Conde Drácula, que sufre una regresión a la adolescencia más irreverente con un chute de adrenalina subido a una mesa y allí se quedan, en el perpetuo. Hotel
En el Vietnam rural del siglo XIX, la joven May, de 14 años, se convierte en la tercera esposa del adinerado hacendado Hung. Pronto aprenderá que solo puede mejorar su posición reafirmándose como una mujer capaz de dar a luz a un varón. Cuando se queda embarazada, las esperanzas que tiene May de ascender en la escala social se convierten en una tentadora posibilidad. Enfrentada al amor prohibido y a sus devastadoras consecuencias, May finalmente comienza a aceptar la brutal verdad: sus opciones son escasas y limitadas.
French y Sue trabajan en lo que mejor se les da -romper cráneos y aplastar huesos- mientras persiguen a los criminales de poca monta que le deben dinero a Tommy, su jefe. Cuando reciben una citación para ir a buscar un dinero en un casino de Las Vegas, éste resulta ser un antiguo amante de Sue. Mientras tanto, un importante traficante de droga se propone encontrar a la pareja para vengar la muerte de su hermano. Sin otro remedio que luchar para sobrevivir, French y Sue tendrán que abrirse paso ante todo aquel que trate de interponerse en su camino....La deuda 2Critica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia....La deuda 2
Un experimentado ingeniero de ferrocarriles (Denzel Washington) está a punto de ser despedido de su empresa, pero antes conoce al novato (Chris Pine) que lo va a sustituir. La situación cambia cuando un tren lleno de un peligroso combustible empieza a saltarse estaciones a toda velocidad poniendo en peligro la vida de miles de personas.
Bobby Garfield (Interpretado por Anton Yelchin) regresa a su ciudad natal, Harwich, en Connecticut, para el funeral de su amigo de la infancia Sully-John. Han pasado casi cincuenta años, pero los recuerdos siempre están presentes: En 1960, su padre lleva seis años muerto y ha dejado a su esposa Liz sin un céntimo. Esta pasa la mayor parte del tiempo con Don Biderman (Interpretado por Adam LeFevre), un agente inmobiliario, y descuida a su hijo, al que considera una carga y un obstáculo para sus ingenuas ambiciones. Un día, Ted Brautigan (Interpretado por Anthony Hopkins), un enigmático anciano, se muda al apartamento de arriba y solicita los servicios de Bobby: necesita que le lea el periódico y que vigile los alrededores. Unos hombres con abrigos amarillos rondan por el lugar y quieren atraparlo. Durante sus conversaciones, Ted hará entrega a Bobby de un regalo que cambiará para siempre su percepción del mundo.
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