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Siglo XVIII. El joven Thomas (Ben Barnes, 'El retrato de Dorian Gray') tendrá que aprender a ser mago y luchar y combatir con los malos espíritus de la mano de un poderoso espectro (interpretado por Jeff Bridges, 'El gran Lebowski') que lo instruirá en el manejo de las artes del más allá. Thomas, que es el séptimo hijo de un séptimo hijo (por eso debe irse con el Maestro Gregory), tiene que abandonar su hogar e internarse en una peligrosa aventura que lo llevará a los abismos del mundo físico, en un sinfín de aventuras extraordinarias tan maravillosas como espeluznantes. Su primer reto será atrapar a una poderosa bruja (Julianne Moore, 'Magnolia') que se ha escapado y que quiere sembrar el mal por donde pase después de haber sido engañado por una joven, Alice (Alicia Vikander, 'A Royal Affair') que le seduce para conseguir sus propósitos. Seventh Son séptimo hijoCritica:Y ya van unas cuantas. ¿Demasiadas? No, eso tampoco. ¿De que estoy hablando? De las adaptaciones de las sagas literarias de carácter juvenil, que no son más que otro ejemplo de como las personas explotan la gallina de los huevos de oro hasta que ésta explota. Muchos se quejan de la sobreexplotación del mundo de los superheroes que existe hoy en día, y lo hacen tan injustamente como los que se quejan de este tipo de películas. El problema es que, si con los superheroes el éxito esta asegurado al 90%, en este caso el éxito no está para nada asegurado. Muchos ejemplos: 'Soy el número 4', 'Eragorn', 'Las crónicas de Spiderwick' o 'Cazadores de sombras' son algunas de las adaptaciones que iban para saga y se quedaron en película individual por el fracaso que fueron en taquilla. Por desgracia, 'El séptimo hijo' apunta a eso. O por suerte. O que más da, porque esa es la sensación que deja la película cuando acaba. Indiferencia. séptimo hijoLa indiferencia que deja un producto como este. Porque todas las películas lo son, pero algunas lo parecen más que otras, y ésta lo es de forma descarada. Totalmente impersonal, plagada de caras conocidas y con una buena cantidad de efectos especiales. Condenada al olvido, resulta entretenida en todo momento y no se lo toma en serio en ningún momento, algo que la salva de la quema. Nada huele lo suficientemente mal como para criticarla duramente y no llega al ridículo, aunque lo roce en varios momentos (especialmente cuando Julianne Moore está en pantalla), pero tampoco hay nada que destacar. Las escenas de acción son resultonas, los efectos especiales cumplidores y los diálogos son divertidos, exactamente lo que cabe esperar de una película así. Igual que el reparto, que por muy alimenticios que sean los trabajos de las caras conocidas, al menos parece que se han esforzado por hacer algo decente, un especial un simpático Jeff Bridges. séptimo hijoLo peor de todo es que, no sé como serán los libros, pero aquí la mitología de la cinta parece sacada de otras películas o sagas como pueden ser 'Harry Potter', 'El señor de los anillos' y en especial 'Hansel y Gretel: Cazadores de brujas'. Y eso le quita todo el interés que puede tener su historia, o al menos la gran mayoría. séptimo hijo
La nueva versión de acción real de EL REY LEÓN de Disney, del director Jon Favreau, nos lleva a la sabana africana donde un futuro rey ha nacido. Simba idolatra a su padre, el rey Mufasa, y está entusiasmado con su destino real. Pero no todos en el reino celebran la llegada del nuevo cachorro. Scar, el hermano de Mufasa y antiguo heredero al trono, tiene sus propios planes. La batalla de Pride Rock se ve teñida de traición, tragedia y drama, y acaba forzando a Simba al exilio. Con la ayuda de una curiosa pareja de amigos nuevos, Simba tendrá que arreglárselas para crecer y recuperar lo que legítimamente le corresponde.
En la Dinamarca actual, una sociedad multicultural, segregada y llena de tensiones raciales, Talib, un joven inmigrante de segunda generación, entra en coma estando bajo tutela policial. Mientras los agentes de policía Høyer y Andersen hacen una patrulla rutinaria por el gueto de Svalegarden se anuncia la muerte del joven, lo que desata violentos disturbios en el vecindario, que se convierte en un infierno sin salida para los agentes.
Un escándalo en la familia real: la descarriada princesa Bárbara escapó del palacio y atravesó el bosque en busca de un apuesto príncipe. Sin embargo, en lugar del preciado encuentro con su amado, es capturada por Buka, el ladrón más peligroso del reino. Pero pronto queda claro que la enérgica princesa está lista para convertir la vida de Buka en una pesadilla, solo para alcanzar su objetivo. Entonces la inquieta Varvara comienza a establecer su propio orden en el bosque.....Mi dulce monstruoCritica: Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia... Mi dulce monstruo
Los jóvenes protectores del universo se enfrentan a una villana que trata de liberar un monstruo al mundo.
Al poco de llegar a una escuela de artes marciales, un joven problemático se enamora de la chica con la que se quiere casar su rival. BaaghiCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. BaaghiUn metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Baaghi
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