Una sirena es arrancada del Pacífico, le cortan la cola y la arrojan a un hogar mental donde nadie cree que sea una sirena. Mermaid Down sirena Critica:Soy cinéfilo y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: FLOJA. sirena Una película de serie B con ínfulas. Quiere llegar, pero no alcanza. Carece de medios, y ante la falta de ellos la originalidad no se acrecienta, como en algunos casos. Una historia como esta requiere de una gran dosis de buen hacer, capaz de jugar con la mitiología y la realidad de un mundo en el que esta está cada vez más alejada. En su lugar nos implementa un descabellado mundo de terapias con un demencial mad doctor, dentro de una historia con algunos tintes terroríficos y tan truculenta como el propio villano de la función. No pierda el tiempo. sirenaPor una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado.Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.
Una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra en la década de 1890. El veterano farero Thomas Wake (Willem Dafoe) y su joven ayudante Ephraim Winslow (Robert Pattinson) deberán convivir durante cuatro semanas. Su objetivo será mantener el faro en buenas condiciones hasta que llegue el relevo que les permita volver a tierra. Pero las cosas se complicarán cuando surjan conflictos por jerarquías de poder entre ambos. The Lighthouse El faroCritica: Una pena observar un despliegue visual francamente espectacular, con una buena fotografía, encuadres medidos al milímetro, unidos a una interpretación de altísimo nivel de Willem Dafoe, al servicio de un contenido tan idiota. Se entiende bien qué tipo de modelo quiere seguir la película, desplegar un duelo minimalista entre dos personajes mientras el protagonista se desintegra en un descenso hacia la locura y el terror, blabla... en forma y fondo parece remitirse a cierto cine nórdico clásico, en particular a Persona o La hora del lobo de Bergman, en cierta forma también a Vampyr de Dreyer. La pega de su preciosismo visual viene por esa parte, se nota que el director habla antes a través de homenajes a sus ídolos que mediante un lenguaje propio que resulte realmente necesario, indisoluble del carácter de la historia. El faroDejando esto aparte, es sin duda esa historia, que a priori parece prometedora, la que no tarda en perder pie en un mar alborotado de escenas lisérgicas que mezclan símbolos y metáforas desordenadamente, entremezcladas con diálogos entre los dos antagonistas que constantemente hacen dudar de la verosimilitud de ambos personajes. Por lo general, no entendemos muchas de sus decisiones, ni por qué dicen o no dicen esto o aquello; todo, diálogos, enfrentamientos y símbolos parecen arbitrariamente desperdigados sobre la trama, simplemente acumulados y progresivamente concentrados, dedicados a buscar la imagen impactante o a subrayar la atmósfera pero rara vez a tejer la historia. La elección misma de los símbolos parece un tanto desconectada de historia y personajes, da la impresión de que el guionista buscó motivos que casasen con una isla desierta, y por ello acumula imágenes de sirenas, tentáculos y gaviotas como amenazas inconexas sin ton ni son. También el uso pretendidamente metafórico de la lucha del personaje de Pattinson por alcanzar la luz del faro que le niega Dafoe resulta bastante postizo, al final bastante pueril. El faro
Tennessee (Estados Unidos). Terminada la Guerra Civil (1861-1865), Edward Young, que ha perdido a su hijo, transporta sus cenizas para esparcirlas en un remanso de paz. Sin embargo, antes de llegar, tendrá que sobrevivir a una epidemia zombi que asola todo el país.
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