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La Universidad de Wallace es golpeada por una ola de asesinatos relacionada con la muerte de una alumna veinte años atrás durante una fiesta en la casa de Kappa Kappa Tau, la fraternidad femenina más elitista del campus. El asesino comete sus crímenes vestido con el disfraz de la mascota de la universidad, El Diablo Rojo, y se ensaña especialmente con las chicas de KKT, que se encuentra en pleno proceso de selección de candidatas.
Jocelyn es un exitoso hombre de negocios, un conquistador incorregible y un mentiroso patológico. Harto de sí mismo , intenta seducir una hermosa joven haciéndose pasar por parapléjico, pero su plan dará un giro inesperado cuando esta le presente a su hermana Florence que utiliza una silla de ruedas.
La vida de Tracy (Lola Kirke), una joven solitaria y muy poco popular estudiante de primer año sufre un completo cambio cuando aparece en escena la impetuosa y aventurera Brooke (Greta Gerwig), una treintañera que se va a convertir en su hermanastra, pues la madre de Tracy está a punto de casarse con el padre de Brooke. Mistress AmericaCritica:No acabo de entender – ni de compartir – el aprecio que cierto público y algunos críticos sienten por las películas de Noah Baumbach, como si fuera el paradigma de la nueva comedia sofisticada yanqui. Casi siempre me parece que sus intenciones son mejores que sus resultados, prometiendo mucho pero ofreciendo resultados discretos (aunque interesantes), acertando en el colorido y en los personajes pero desperdiciando posibilidades o quedándose por debajo de las expectativas que genera. Adolece de un exceso de indulgencia, como si la innegable simpatía que propagan sus personajes le excusara de trabajar más los guiones o le dispensara de elaborar tramas más arriesgadas que trascendieran el mero afán voluntarioso que pone en sus proyectos. Mistress AmericaAquí estamos ante un enredo agradable, cómodo, bien dialogado e interpretado, que despierta la sonrisa cómplice sin demasiada dificultad, pero se queda en eso, en una pantomima artificiosa y edulcorada, carente de conflictos reales ni de meollos trascendentes, mero ejercicio embaucador al que no le sobran ideas ni situaciones ingeniosas pero al que le falta mordiente, veracidad y vida. Todo resulta grato, risueño, deleitoso y juguetón pero se echa en falta algo menos de artificio y trivialidad. Vamos, demasiado ruido para tan pocas nueces. No es que una comedia tenga que ser enjundiosa por norma, pero al menos cabría exigirle algo más que ser un ingenuo pasatiempo insustancial.Por ello, si atendemos a lo que hay, no contiene demasiado que objetar. Los actores resultan convincentes y seductores, las situaciones ofrecen oportunidades de lucimiento y sonrisas, el tono es amable y ameno, el metraje fluye elegante, cálido y con gracejo. Pero se queda en eso, en una verborrea chispeante pero superficial, en un exceso de labia carente de alma, más atenta por resultar brillante o en poder ser citada y repetida, que en desvelar dobleces de los personajes o en revelar intimidades insondables o imprevistas. Hay demasiadas palabras y demasiado poco fundamento. Tan fácil de consumir como sencillo e inmediato de olvidar.En definitiva, simpática, asequible e intrascendente, voluble y predecible, frívola y hueca. A ratos centelleante, a ratos anodina, a ratos cómplice, a ratos vana, a ratos entretenida, a ratos plana y repetitiva. Dicen que es una aguda radiografía de los neoyorquinos que pueblan dicha urbe, pero me daría pena que así fuera, porque la simpleza (que es patrimonio de todos) necesita de algún aderezo adicional para hacerla sugestiva. Y aquí falta adobo o sobra insignificancia. Un producto de consumo inmediato de la cocina rápida. Mistress America
Quedan pocas horas para que el año toque a su fin y en la comisaría del distrito 13, sólo queda un puñado de policías encabezado por el sargento Jake Roenick (Ethan Hawke), un buen oficial que no consigue olvidar una operación fallida que tuvo lugar la primavera pasada. Pero es que, además, ese mismo día por la mañana, un policía de paisano había intentado arrestar al mafioso Marion Bishop (Laurence Fishburne), el cual consiguió matar al agente antes de ser capturado por la Unidad contra el Crimen Organizado encabezada por Marcus Duvall (Gabriel Byrne). Bishop es trasladado en autobús a la cárcel, pero la tormenta de nieve arrecia y el autobús, ante la imposibilidad de llegar a la cárcel de máxima seguridad, se dirige provisionalmente a la comisaría del distrito 13.
Un policía atormentado por problemas personales y profesionales cree haber salido impune de un atropello con fuga. Pero hay un testigo... y su teléfono no deja de sonar.
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