En su tercera aventura fuera del zoológico de Nueva York, Alex, Marty, Melman y Gloria viajan a Europa con el propósito de encontrar a los monos y a los pingüinos en Monte Carlo; sin embargo, ellos terminan formando parte de un circo rodante en el que hacen nuevos amigos mientras tratan de escapar de Chantal Dubois, jefa de la policía de Control de Animales en Europa, quien desea obtener la cabeza de Alex para su colección. Madagascar 3: Europe's Most Wanted Madagascar 3Critica:La actual trilogía “Madagascar 3: De marcha por Europa” ha entendido perfectamente el formato y sus posibilidades para lanzarse al circo de tres pistas y convertir su animación en una extensión del universo Tex Avery, en un colorido e imposible Cirque de Soleil o en la cabalgata más gayer, con sexo interracial, que el mismísimo Rouco Varela aplaudiría. Si “Madagascar” (2005) era uno de los mayores refritos bajo un planteamiento insultante —animales que desean volver a sus jaulas, incumplir con la cadena alimenticia que sostiene ecosistemas y ser víctimas de una sociedad que les utiliza como objetivos—, en “Madagascar 2” (2008) el humor absurdo empezó a plagar la película como un virus… un virus salvador. Los pingüinos (que harán suyo su propio spin-off) y los simios siguen como constantes y la abuela Terminator se ha reconvertido en una implacable y sádica capitana francesa de control de animales. “Madagascar 3: De marcha por Europa” funciona tanto por su suma de referencias, sketches inverosímiles y su clara vocación de estirar y tensar el slapstick absurdo con salto y tirabuzón. MadagascarLa película, aparte de ser la mejor de las tres pese a recibir numerosos tiros y palos de la prensa norteamericana en un claro y flagrante maltrato animal, resulta ser tan divertida como sorprendente saltando sobre lonas poco originales pero con piruetas inauditas. La mejora técnica es comprensible pero su astuto y ágil guión catapulta el espectáculo a un carrusel de fuegos artificiales y carcajadas a ritmo de Katy Perry y luces de neón en lo que podría ser la primera película ‘queer’ del cine de animación infantil y familiar. Madagascar
Timón la suricata y Pumbaa el jabalí cuentan la historia de «El rey león» desde su propia perspectiva.
En 1961, Kempton Bunton, un taxista de 60 años, robó el retrato del duque de Wellington, de Francisco de Goya, de la National Gallery de Londres. Fue el primer (y sigue siendo el único) robo de la historia de la galería. Kempton envió notas de rescate diciendo que devolvería la pintura a condición de que el gobierno invirtiera más en el cuidado de los ancianos. Lo que sucedió a continuación se convirtió en algo legendario.
Alex Truelove (Daniel Doheny) está en su último año de instituto y lo tiene todo: buenas notas, una novia (Madeline Weinstein) y una buena pandilla de amigos. Todo va sobre ruedas hasta que Alex decide contar que ha decidido decir adiós a la virginidad. Entonces es cuando conoce a Elliott (Antonio Marziale), un encantador chico gay que no se corta en decirle a Alex lo que siente por él… Embarcado a la fuerza en un emocionante y divertido viaje de descubrimiento sexual y personal, Alex descubre que el amor, como tantas otras cosas cuando uno se hace mayor, puede ser un asunto confuso. Y no pasa nada.
Con su mejor amigo Luca, en una escuela lejos de casa, Alberto disfruta de su nueva vida en Portorosso trabajando junto a Massimo -el imponente pescador manco y tatuado de muy pocas palabras- que es posiblemente el ser humano más fantástico del mundo en lo que respecta a Alberto. Lo que más desea es impresionar a su mentor, pero es más fácil decirlo que hacerlo.
Versión moderna de varios cuentos de los Hermanos Grimm que entrelaza las tramas de algunas historias seleccionadas y explora las consecuencias de los deseos y las inquietudes de los personajes. Un musical que sigue los cuentos clásicos de Cenicienta (Anna Kendrick), Caperucita Roja (Lilla Crawford), Jack y las judías mágicas (Daniel Huttlestone) y Rapunzel (MacKenzie Mauzy). Todos ellos se combinan en una historia original que protagonizan un panadero y su esposa (James Corden y Emily Blunt), su deseo de formar una familia y su interacción con la bruja (Meryl Streep) que les ha echado una maldición. Into the Woods En el bosqueCritica:Pese a no ser tan popular como otros musicales a este lado del Atlántico, Into the Woods es todo un clásico en Norteamérica, con canciones tan conocidas como “I wish”, “Children will listen” o “No one is alone”. Pero a pesar de las resonancias de esos temas, Into the Woods guarda, para quien no conozca demasiado el material original, suculentas sorpresas, empezando por el tono irónico de las partes más propias de Disney, y acabando por la oscuridad y la inclusión de ciertos temas “difíciles” en lo que es, sólo aparentemente, un cuento para niños (la muerte de los progenitores, el adulterio, la pobreza, la culpa…). Pero es que el tema central de esta pieza es, cuanto menos, curioso: el análisis de las consecuencias de los actos de varios de los personajes creados por los Hermanos Grimm, cruzados en una miscelánea musical tan fantástica como sombría. En el bosqueEs en el equilibrio de esos valores donde la película encuentra su mayor dificultad. Con el paso de los años, he llegado a la personal conclusión de que Rob Marshall no es un director dado a la sutileza. Tuvo suerte en Chicago, una película relativamente sencilla en cuanto a planificación y montaje; en Memorias de una Geisha, el esteticismo de la fotografía y la banda sonora (ambas memorables) se tragaban por completo la historia; Nine es el ejemplo perfecto de una película fallida, un musical sin ritmo que desaprovechaba un reparto extraordinario; y no he visto la cuarta entrega de Piratas del Caribe por que la saga me cansó mucho antes, pero no creo que sea un prodigio de dirección. En Into the Woods, Marshall vuelve a errar en un montaje que no sabe dar dinamismo a una historia que por un lado pide a gritos diversión en su puesta en escena, y que por otro exige delicadeza en el sutil cambio de género y tono de su segundo acto. Y en esto, Marshall fracasa. En el bosquePero gracias a un excelente reparto, a lo curioso y diferente de la historia, y a la maravillosa, como siempre, partitura de Sondheim, Into the Woods tiene sentido como entretenimiento, fábula y aventura. Es cierto que el tema de las consecuencias de los actos es tratado de refilón por la descompensación general de la segunda parte, pero sus actores, el detallado diseño de producción, y la música, mantienen a flote, y de sobra, la película. En el bosque
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