La Agencia del Control de Magia envía a sus dos mejores agentes, Hansel y Gretel, a luchar contra la bruja de la Casa del Pan de Jengibre…
Red (Nicholas Cage) es un leñador que vive alejado del mundo junto al amor de su vida, Mandy (Andrea Riseborough). Un día, mientras da un paseo abstraída en una de las novelas de fantasía que suele leer a diario, Mandy se cruza sin saberlo con el líder de una secta que desarrolla una obsesión por ella. Decidido a poseerla a cualquier precio, él y su grupo de secuaces invocan a una banda de motoristas venidos del infierno que la raptan y, en el proceso, hacen añicos la vida de Red. Decidido a vengarse y equipado con toda clase de artilugios, pone en marcha una matanza que deja cuerpos, sangre y vísceras allá por donde pasa.....MandyCritica: Viendo que esta película está calificada con un 6.1 a la hora en que hago esta crítica, y que la mayoría de las opiniones de críticos profesionales y amateurs la califican como 5 estrellas o de 7 para arriba me pregunto... habremos visto la misma película?Porque vamos, lo que yo he visto en Sitges es una cosa de aspecto ochentero falso conseguido a base de filtros de color extremo, actuaciones delirantes y falsamente filosóficas, guion simple no, lo siguiente, pero además sin la más mínima sutilidad, se limita a un rape & vengeance pero sin rape y con vengeance sin el morbo correspondiente y por último, unos personajes de mearse y no echar gota, unos demonios motorizados de risa, un malo tan ridículo que da pena, unos esbirros que no me voy a molestar ni en describir, una novia (o mujer) del prota sin pena ni gloria con una risa histérica del copón y para finalizar un Nicolas Cage, que empieza con cara de palo, pero que a partir de la aparición en calzoncillos totalmente desfasado pegando unos gritos que pa que en un váter lisérgico se empieza a embadurnar la jeta de sangre y ya no hay quien lo pare (que por otro lado, es tal su ignominia, que es lo único disfrutable del film).En fin, que como podéis ver no me gustó, pero no se..., quizás le de una segunda oportunidad para ver si cambio de opinión. Tendré que procurarme algún tipo de LSD, soplarme una botella de guiski o algo..., porque en circunstancias normales está visto que no le veo yo la gracia.... Mandy
La supervivencia de la humanidad pende de un hilo, pero Beck, un héroe mortal, está decidido a salvar el mundo y a rescatar a su verdadero amor. Para conseguirlo busca la ayuda del poderoso dios Horus, con el que establecerá una alianza contra Set, el despiadado dios de la oscuridad que ha usurpado el trono de Egipto, sumiendo al país en el caos. Para ganar la batalla contra Set y sus secuaces tendrán que someterse a terribles pruebas de valentía y sacrificio. Gods of Egypt DiosesCritica:A 'Dioses de Egipto' le ha caído de todo. Que si acusaciones de racismo por no representar egipcios algo más morenitos, que si escenarios dignos de un videojuego mal acabado, que si todo mal por versiones supuestamente apócrifas de deidades antiguas... todo ello el perfecto anzuelo polémico que han mordido figuras públicas y respetadas como Ava DuVernay, enterrando su carrera comercial antes de nacer, y convirtiéndose en el fracaso más sonado del 2016. Cuando la verdad es, señora DuVernay, y respetables miembros del público, que quizá nos hemos olvidado de una de las funciones más antiguas del cine: entretener. DiosesNadie se quejó, hace años, cuando 'Star Wars' llegó a los cines y no había ni una sola minoría étnica en su reparto (ahora ya sí, venga, que ya toca). Demonios, nadie se quejó tampoco de que en Blade Runner todos los replicantes fueran más blancos que la leche. ¿Y por qué? Teoría personal por propia experiencia: el espectador, cuando entra al cine a ver fantasía, hace un acuerdo tácito con el director de que se va a dejar llevar a cualquier mundo irreal, simplemente por el placer de que pueda parecer real. Esa es la magia del cine, hacer posible lo imposible. Dejarnos fantasear, por unas horas, con algo que sabemos no existirá. Ojo, eso no invalida, para nada, que la película-denuncia de la señora DuVernay se pueda ver en la sala de al lado, o incluso (ojo, ojo) que se puedan ver y apreciar las dos por igual. Y sí, los tiempos han cambiado, el cine ya puede representar minorías, bla, bla, bla... sí, pero parece que los que no cambian son los cabeza cuadrada que no aceptan el cine como entretenimiento, y aún más, los que se empeñan en que la fantasía sea "realista", cuando nunca ha necesitado serlo. Dioses
Little Q is an aspiring guide dog, training to be a guide for the blind. Soon Little Q is partnered with Bo-ting, a renowned pastry chef who’s losing his sight. But Bo-ting is irritable and reluctant, constantly losing his temper at those around him and rejecting Little Q. Eventually, dog and owner bond as Little Q wins Bo-ting over with its unwavering loyalty. However, as Little Q gets older and Bo-ting’s health suffers, the two of them face an unwilling separation...Little Q LittleCritica: esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia......Little Q LittlePor una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. LittleEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Little
Rebajas en un gran almacén inglés, Sheila ronda estanterías, sopesa prendas y, de repente, un vestido rojo sangre de seda la hipnotiza. Ya no hay nada que ella quiera salvo ese vestido, nada salvo acariciarlo, tantearlo, adorarlo... Parece que pesa una maldición sobre cada persona que ha poseído esa prenda fetiche.
Año 3208. La Tierra está siendo atacada por los malvados alienígenas Drej, una raza altamente evolucionada hecha de energía pura. En medio del caos, miles de naves han de despegar de la superficie de la Tierra; el científico Sam Tucker llama a su hijo, Cale, un niño de cinco años, y le manda lejos de la Tierra en una nave espacial para que esté a salvo. Tucker se marcha en la nave espacial Titan -la astronave mejor dotada de la galaxia- porque es el único rayo de esperanza ante el desastre que se presagia. De repente, una ráfaga de la nave nodriza de los Drej envía a la Tierra fuera de control...
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