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Nelly y su perro London están a punto de pasar las vacaciones de otoño con su tío Hannibal. Pronto se dio cuenta de que él no vive una vida tranquila. Su tío es un agente de Monster. Nelly se ve arrastrada a una aventura llena de fantasmas, vampiros y hombres lobo.
Hanna, una mujer ambiciosa, quiere tener otro hijo antes de que sea demasiado tarde, pero su novio rompe inesperadamente con ella y su mundo se derrumba. Hanna empieza a darse cuenta de que puede estar persiguiendo las cosas equivocadas en la vida.....El año en que empecé a masturbarmeCritica: que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... El año en que empecé a masturbarme
Un cuento de Roald Dahl sobre un hombre rico que oye hablar de un gurú que puede ver sin abrir los ojos y decide aprender su técnica para hacer trampas en el juego..... La maravillosa historia de Henry SugarCritica: En eso se ha convertido. Un libro leído a toda marcha ilustrado con imágenes "originales". Cargante, autocomplaciente, agotador. Te aturulla, te mete prisa, casi te entra dolor de cabeza. Tú dices esto, tú lo otro, me estáis aturdiendo, gritaba histérico con las manos en la cabeza James Dean. ¿En qué momento Wes Anderson perdió la perspectiva?. Sería un buen título para su próxima obra literaria ilustrada con imágenes y decisiones visuales epatantes.El autor de extraordinarias películas, el autor de una de las cinco mejores del s. XXI (Los Tenenbaums), está en decadencia total. Ya se vislumbraba su caída, pero sus defectos no han hecho sino crecer. Asfixiado por su estilo, encorsetado en su imaginería que siempre pretende ser igual pero distinta y arrancar un gesto de sorpresa en el espectador, ha vaciado literalmente su cine de contenido. Incluso esta historia, que puede ser un cuento interesante o seguramente lo será, no lo sé, la convierte en un relato insufrible para el espectador. Los cuarenta minutos parecen ochenta. ¿Henchido en su vanidad?. ¿Vanidad de vanidades?. O por el contrario: ¿alejado de la realidad?, ¿vive en su propia burbuja de colorines y teatrillos?.Si vas a leer un libro, hazlo como si recitaras un poema, deja espacio para saborear las palabras, su forma, su sonido o su contenido, o las dos cosas. Pues no, trata la literatura como comida basura. A toda leche te vas tragando la historia y sus imágenes "ingeniosas". No puedes despistarte porque te pierdes, es pesado, amanerado y requiere un esfuerzo en el espectador que finalmente no le compensa. Alguien debería decírselo aunque puede que esté rodeado de pelotas varios, también flipados por su propio ego, que no ven mas allá de su ombligo. O no. A lo mejor es simplemente despiste. Maneras de vivir.... La maravillosa historia de Henry Sugar
Es la historia de Pedro (Mauricio Ochmann), un soltero cuarentón que le gusta la fiesta no tiene hijos y vive de noche. Todo cambia cuando conoce a Aline (Fionna Palomo). Ella le menciona que está buscando a su papá y que hay una alta probabilidad de que sea él. Esto cambiará la vida a Pedro quien tendrá que asumir su edad y nuevas responsabilidades...¡Qué despadre!Critica: una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Esir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... ¡Qué despadre!
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