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Cuando unos viejos enemigos matan a su familia, un antiguo sicario de la mafia huye a Milán con su intrépida hija para esconderse mientras planean su venganza....Me llamo VenganzaCritica: ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Me llamo Venganza
Desde la perspectiva de Igor, vemos los oscuros orígenes del joven asistente, su amistad redentora con el joven estudiante de medicina Viktor Von Frankenstein, y nos convertimos en testigos de la aparición de cómo Frankenstein se convirtió en el hombre - y la leyenda - que conocemos hoy en día.
Un psiquiatra se enfrenta a su pasado, presente y futuro cuando se ve envuelto en el tratamiento de un joven que acaba de salir de la cárcel por un asesinato que cometió cuando tenía 11 años. The DrowningCritica:Mira que he visto películas...! Esta, para mí, se lleva "la palma" como bodrio absolutamente innecesario. Su falta de credibilidad es absoluta. El guion no tiene donde "agarrarse". Desde "el comienzo al final" no expresa nada coherente. Se pierde y se vuelve a perder en situaciones incomprensiblemente absurdas -el comportamiento del chico y la relación entre paciente, psicólogo y la mujer de este último; el apoyo "incondicional de la psicóloga"; el odio del padre hacia el hijo; la comuna donde convive el profesor de adolescentes problemáticos; la chica que coopera en la comuna; la relación de ésta con el psicólogo y el "presunto" asesino adolescente; los increíbles e indescifrables traumas psicológicos de ambos protagonistas...Y EL FINAL, ese FINAL da para pensar...Efectivamente, da para pensar por qué he podido soportarla hasta EL FINAL y sólo he llegado a la conclusión de que puedo evitar, mediante mi crítica, que alguien la pueda llegar a visionar. DrowningPor una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado.Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Drowning
Bajo la hipnotizante belleza de Anna Poliatova yace un secreto que le permite desatar una imparable agilidad y fuerza y convertirse en una de las asesinas más temidas por los gobiernos del mundo.... Anna: El peligro tiene nombreCritica: Fue en 1983 cuando Luc Besson saltó a la fama con su original “Kamikaze 1999 (El último combate)”, título español algo imposible y que más le hubiera beneficiado utilizar el original, “El último combate”. Desde entonces ha pasado de todo. Aciertos que, en su mayoría, en España pasaron casi desapercibidos, a fiascos que se han juntado con su creatividad más pobre o turbios asuntos personales de acoso sexual. Lo que es innegable es que audiovisualmente ha generado progresos para la industria no ya del cine francés, si no del cine en general. Aún recuerdo el haber asistido a una sala espectacular en Suiza para ver la versión del director de “El gran azul”, toda una experiencia para visionarla en pantalla gigante y con un sonido alucinante. Esa suntuosidad la continuó con uno de sus mayores éxitos, “Nikita, dura de matar”, de nuevo otro título que España pasa muy desapercibido pero que supone un pelotazo mundial, sobre todo en Estados Unidos, y cuya traducción “libre” con ese añadido en España no le beneficiaron. Prosiguió con una carrera que, comercialmente, iba emergiendo cada vez más hasta llegar a su mayor éxito de taquilla, “El quinto elemento”.Tras esa, en 1999 llegó “Juana de Arco”, su primer fiasco, y desde entonces, ha ido dando bandazos. Con “Lucy”, hace cinco años, volvió a hacer taquilla, aunque para mí sigue siendo su película más fallida de acción y más pretenciosa, y ahora se nos presenta con el palíndromo “Anna”, que es un mejunje extraído de varias películas de espías, aderezado con el autoplagio de “Nikita”. Es cierto que sus elecciones para los papeles principales, en un pasado recaían en parejas suyas y parecían encajar mejor en sus proyectos que ahora, en el que parece que no se ha utilizado el sentido común y responde a antojos. En el caso de Scarlett Johansson parecía menos llamativo pero esta, su último capricho, Sasha Luss, el personaje le queda grande. Y no es que su labor sea horrenda, pero una actriz experimentada le hubiera levantado la película en las escenas más necesarias.....Anna: El peligro tiene nombre
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