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En 1947, Lord Mountbatten asume el puesto de último virrey de la India, con el mandato de transferir la soberanía a su pueblo. En su residencia viven arriba los gobernantes británicos, mientras 500 criados hindúes, musulmanes y sijs viven abajo. Viceroy's House virreyCritica:En el último virrey de la India, Lord Mountbatten (Hugh Bonneville), tiene la responsabilidad de supervisar la transición de la India británica a la independencia, pero se enfrenta a un conflicto mientras los diferentes lados chocan ante el cambio monumental nacido. Los diferentes partidos políticos no llegan a ponerse de acuerdo. virreyMás de un millón de personas murieron. Catorce millones fueron desplazados. Hindúes, sils y musulmanes. Esta fue la catástrofe de la partición cruel de la India, la cicatriz de 1947 en la humanidad que sigue siendo una herida abierta hoy. Desde esa perspectiva histórica, es una película potente que nos lleva dentro de la era. Dentro de la historia más amplia, está la historia íntima de dos amantes que difícilmente tienen tiempo para atar sus corazones juntos antes de ser desgarrados por la historia en la que son participantes.La película ofrece una buena visión de la complejidad de la situación, mientras se explora la naturaleza humana en profundidad. La directora refleja muy bien como el desafortunado virrey, Lord Mountbatten, está atrapado en las garras de una época en la que los británicos estaban haciendo un mal trabajo, de una estrategia de salida de su posición colonial en la Subcontinente indio.La realidad de la planta de arriba-abajo está bellamente tejida en la casa virreinal: observar a algunos de los 500 empleados inmaculadamente vestidos preparándose para la llegada de Lord Mountbatten y su esposa Edwina (Gillian Anderson) es un punto culminante visual. (Estas escenas fueron filmadas en la casa del virrey, ahora Rashtrapati Bhawan, residencia del presidente de la India.) Cada miembro del personal tiene un propósito: limpiar los cuadros de la pared o pulir los muebles y la plata.La mayoría del elenco de actores tienen un papel decisivo en la película, con una magnifica dirección de actores, la directora consigue realizar una cinta más que satisfactoria, con unos decorados muy bien seleccionados y con un montaje final que da a la historia la fuerza que necesita. Otro aspecto fundamental es la inclusión de imágenes reales de los acontecimientos, eso le da mucha más credibilidad a la historia. virrey
French y Sue trabajan en lo que mejor se les da -romper cráneos y aplastar huesos- mientras persiguen a los criminales de poca monta que le deben dinero a Tommy, su jefe. Cuando reciben una citación para ir a buscar un dinero en un casino de Las Vegas, éste resulta ser un antiguo amante de Sue. Mientras tanto, un importante traficante de droga se propone encontrar a la pareja para vengar la muerte de su hermano. Sin otro remedio que luchar para sobrevivir, French y Sue tendrán que abrirse paso ante todo aquel que trate de interponerse en su camino....La deuda 2Critica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia....La deuda 2
La película tiene por protagonista a un motivador profesional que, cuanto más ayuda a la gente, más monótona y anodina es su vida; todo el mundo le parece y le suena igual. Hasta que la voz de una chica le suena diferente y está dispuesto abandonarlo todo y a todos por alcanzar la felicidad con ella. AnomalisaCritica:Sinécdoque, Cincinnatti. O el triste sentido de una vida entera condensada en una noche. En su última obra, Charlie Kaufman vuelve a jugar con la geometría narrativa. En este caso, la circularidad de “Anomalisa” da forma a una de las más precisas disecciones por planos de los gozos y, sobre todo, las miserias que alberga la cotidianidad en el hombre actual. Poco o nada me detendré en el prodigio técnico que es la película, aunque qué irónico y significativo me resulta el hecho de que una de las obras cinematográficas recientes que retrata de forma más diáfana y cercana la experiencia íntima del ser humano y la ridiculez intrínseca ligada a la misma esté protagonizada por figuras no humanas, en una especie de transmutación de la nueva vieja carne por la vía del stop motion. Así, en un relato que podríamos catalogar como costumbrismo urbanita, “Anomalisa” destila una magia triste, donde lo real y lo pararreal se entrelazan en forma de pesadillas maravillosas al respecto del nuevo hombre-masa y coños mal comidos. AnomalisaLa circularidad viene subrayada por la circunstancia de que “Anomalisa” se abre y se cierra con una carta escrita por una mujer cuyo destinatario es el mismo hombre. Ese viaje radial que plantean Kaufman y Duke Johnson tiene por tanto en su final un eterno retorno a la casilla de salida, una puerta cerrada a la concreción del amor porque el miedo es real y posiblemente definitivo, aunque exista un matiz de esperanza para quien quiera verlo. Es cuanto menos llamativo que haya un remanente de los Joel y Clementine de “Eternal Sunshine of the Spotless Mind” en la relación de Michael Stone y Lisa, los protagonistas de esta pequeña elegía moral, ya que, aunque es cierto que es la voz de ese hombre inútil la que resuena durante todo el metraje, la última palabra la tiene siempre la mujer en lo que parece una discreta obsesión del autor a la hora de revelar al mundo un cierto conflicto interno sobre el macho empequeñecido y ridículo en el casus belli emocional. Anomalisa
Tras varios fracasos sentimentales, una mujer decide encontrarse a sí misma a través de un viaje por Italia, la India, Bali e Indonesia. Liz Gilbert (Julia Roberts) tenía todo lo que una mujer puede soñar, un marido, una casa y una brillante carrera, pero se encontraba perdida, confusa, insatisfecha. Una vez divorciada, y tras un periodo de reflexión, decide abandonar su acomodada vida y lo arriesga todo, emprendiendo un viaje alrededor del mundo. La historia se basa en el best-seller autobiográfico de Elizabeth Gilbert. Eat, Pray, Love Comer, rezar, amarCritica:Se trata, probablemente, de una de las peores películas del año. Previsible, tópica y con una voz en off insoportable que regala perlas de sabiduría extraídas del peor libro de autoayuda. De esa forma, la protagonista nos hace perder 140 minutos de nuestro tiempo para asistir cómo, a golpe de American Express, supera una supuesta crisis existencial gracias a un idílico viaje que nos hace pensar que la película no es más que un publirreportaje de alguna oferta vacacional. No faltan todos los tópicos esperables sobre los países y sus gentes, a través de la la mirada prejuiciosa de la protagonista: la indolencia de Italia, la espiritualidad de mercadillo de la India y el paraíso vacacional en Bali, con un emotivo y pasional latin lover incluido, personificado en un Javier Bardem que, a pesar de todo, es el único que imprime un poco de realidad en este viaje espiritual de cartón piedra. Comer, rezar, amarLa película trata algo habitual en las películas románticas americanas: la búsqueda personal no es más que una excusa para que la protagonista encuentre un hombre que la defina. Realmente, una puede llegar a perder la cuenta de las veces que se repite la frase "necesitas un marido". Me llama la atención la presencia de unos personajes secundarios que, ante su situación personal, los problemas de Liz Gilbert parecen tan ridículos como efectivamente son. Resulta preocupante pensar que, si lo que se necesita para superar un pequeño bajón emocional (¿alguien puede creer realmente que a la protagonista le importa su matrimonio o su divorcio?) es regalarse unas vacaciones a cuerpo de rey durante un año, difícil lo va a tener el común de los mortales para enfrentarse a auténticos problemas. Comer, rezar, amar
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