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Ti (Stephen Chow) es un padre que, al no tener dinero para comprarle juguetes a su hijo, se acerca al vertedero a ver si encuentra algo decente y en buen estado. Finalmente, se lleva un juguete, que resulta ser un objeto alienígena.
Las vidas de dos familias diferentes chocan cuando sus hijos comienzan una relación que conduce a un trágico accidente... Capital humanoCritica: "Human Capital", remake dirigido por Marc Meyers, ("My Friend Dahmer"), el cual cuenta con un elenco grande y un material interesante que narra los hechos diversos que transcurren alrededor de dos familias: una opulenta y la otra de medio pelo.La trama se narra siguiendo personajes que no son estereotipos, tenemos aspiraciones, privilegios y deseos entre los personajes de este filme, quienes, en su totalidad, tienen problemas comprensibles y persecutorios que los afectan. El tipo de narrativa funciona bajo la usanza de perspectivadas al claroscuro, las cuales muestran lo que vieron Drew Hagel, (Liev Schreiber), Carrie Manning, (Marisa Tomei), y Shannon Hagel, (Maya Hawke), aunque, efímeramente, vemos también la perspectiva de la víctima principal de la historia.A través de todo este modus-operandi, se va dejando al descubierto un drama coral con temas de moralidad en el medio, al estilo de "El diablo a todas horas" o "Crash". La diferencia con esos dos filmes era que se llevaban las situaciones al extremo y que observamos un cierre importante para los personajes de la cinta, cosa que en esta historia no se hace; el conflicto que se genera con la narrativa cruzada radica en personajes que se van apagando de camino al clímax, tenemos tópicos interesantes y los temas de dinero siempre están el fondo, como un parvo recuerdo del impulso ávaro de dos hombres distintos pero más semejantes de lo que parece.... Capital humano
Ty era un vendedor de juguetes frustrado hasta que su colaboración con tres mujeres convirtió sus animales de peluche en una tendencia determinante en los años 90. Esta mirada entre bastidores al mayor fenómeno de popularidad de unos juguetes de todos los tiempos es una historia disparatada sobre qué y a quién se valora en este mundo....La fiebre de los peluches BeanieCritica: Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... La fiebre de los peluches Beanie
Septiembre de 1941. En un giro de los acontecimientos, los jóvenes enamorados Kostya y Nastya se encuentran a bordo de una barcaza que evacuará a las personas de Leningrado sitiada. Por la noche la barcaza se mete en la tormenta. Cuando comienza a hundirse, los aviones enemigos, pero no los rescatistas, son los primeros en llegar a la escena.
Un nuevo explosivo, cuyo color y sabor son como el agua, amenaza a los políticos estadounidenses. El problema reside en la imposibilidad de analizar los restos del material explosivo, ya que cuando la víctima bebe el agua envenenada se convierte en una bomba humana que explota unos minutos después. Un experto en explosivos del F.B.I., Dany O'Neall, deberá descubrir la composición del explosivo y detener a los terroristas que amenazan la vida de los senadores y la seguridad del estado.
Daniel alcanzó el límite de su paciencia con su mujer. La extremadamente temperamental Natalia está siempre protestando. Pero Daniel no tiene el coraje para pedir el divorcio. Así, acepta el consejo de sus amigos de contratar a un famoso Don Juan local para que seduzca a su mujer y sea ella quien lo abandone. SeCritica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. SeEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Se
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