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Luke huye con un coche robado cuando se encuentra en la carretera a Jon, un escritor que acaba de cometer un gran error con su novia y pretende recuperarla. A ellos se les une en su viaje Keira, una chica que despiden de su trabajo en un restaurante de comida rápida. Con distintas metas, los tres continuarán su viaje en un mini amarillo por las carreteras de Nueva Zelanda. Pork PieCritica: No resulta creíble la conformación del equipo, ni se cuestionan la fuga, simplemente huyen de buenas a primeras y establecen un vínculo super estrecho sin siquiera conocerse. No logra generar empatía con el espectador y hace agua desde el comienzo. Solo cuenta con alguna que otra escena graciosa. Bastante regular tirando a floja.
Un pequeño huevo llamado Toto decide que quiere cumplir su propósito en la vida y convertirse en un pollo en lugar de morir en una sartén; por lo que comienza una búsqueda para regresar a las granjas junto con su nuevo amigo, el ruidoso huevo Willy y una loca raya de tocino. Los tres amigos enfrentarán muchos obstáculos en su búsqueda.
Dos amigos con trabajos aburridos deciden convertirse en organizadores de despedidas de soltero en Budapest. BudapestCritica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. BudapestEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Budapest
Una familia sube en su nuevo monovolumen por la mañana temprano para evitar los atascos de tráfico de la salida de las vacaciones de verano. Tom, el padre, ajusta el control electrónico de velocidad en 130 km/h., en ese momento un nuevo enfado de su suegro lleva a Julia a pedirle que dé la vuelta. Tom se da cuenta de que él no puede controlar su vehículo. La electrónica no responde, la velocidad se ha bloqueado a 130 km/h. Todas las maniobras para frenar el coche no surten ningún efecto.
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