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Una vieja gloria de la lucha coreana en horas bajas se plantea tirar la toalla... hasta que su reencuentro con una vieja amiga hace que recupere su pasión por el deporte.
Un hombre misterioso regala a cuatro desconocidos que están a punto de suicidarse la oportunidad de ver cómo sería la vida sin ellos.
A través de una serie de sucesos extraños, un grupo de actores que filman una película de guerra de gran presupuesto son obligados a convertirse en los soldados que están retratando.
En 1972, una banda de ladrones muy unidos de Youngstown, Ohio, intentan robar $ 30 millones en contribuciones ilegales. Basado en la historia real del mayor atraco bancario en la historia de los Estados Unidos...Buscando a Steve McQueenCritica: Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Buscando a Steve McQueen
Alex vive en Inglaterrra, trabaja arreglando aparatos eléctricos en una empresa que no va bien económicamente, se acuesta con mujeres casadas y bebe alcohol como si no hubiera mañana. Su vida es un completo desastre hasta que un día, su tío Raymond le propone pagar todas sus deudas a cambio de irse a vivir al extranjero durante un año, en concreto, a Nueva Escocia. Una vez allí, el joven intenta buscar trabajo en la pequeña localidad en la que vive y descubre que tiene el don de curar a las personas, pero ni siquiera cree en su propia habilidad. En su lucha por comprender su nueva realidad, una adolescente con cáncer le mostrará el camino. importaCritica:Me conmocionan las tan polarizadas valoraciones en FilmAffinity respecto a la película “Lo que de verdad importa” (en su versión original “El curandero”, al menos ahí sí que va con la mentira por delante). Mi acompañante y yo asistimos con estupor a las 2 horas de cine pagado más incómodas en años. Desde la perspectiva que la mires, la película es ofensiva. Sólo le salva una cosa: la motivación para hacerla y el fin de su recaudación. La Fundación Aladina lleva a cabo una labor tremenda y necesaria en el campo del cáncer infantil. Y me alegro que el carácter benéfico del film ayude a personas que desafortunadamente sufren esta terrible enfermedad. Habiendo dejado eso claro, no comprendo el mensaje que se nos quiere enviar en el metraje. Cinematográficamente la película tiene la categoría de telefilm vespertino de sábado. Quizá las personas que tan bien la puntúan están acostumbradas a este tipo de productos y piensan que son buenos. No, no lo son. Son un refrito de clichés, dramas mal contados, humor forzado y un toque de fantasía que deja un poso de confusión. Es lo que sucede con “Lo que de verdad importa”. importa Si la Fundación no tiene vinculaciones ideológicas ni religiosas, y está de acuerdo que el campo que estudia el cáncer es la oncología, ¿por qué da pie a que se luzca la figura de un curandero, es decir, una persona que tiene el poder de sanar con la mirada a los demás? La psicología y la predisposición positiva son tremendamente importantes en la lucha por la enfermedad, pero no son la causa de ésta (no del cáncer) y en última instancia no van a hacer que los tumores remitan. Además, ¿qué papel tienen la religión y la fe más allá de esperanzar a sus feligreses? En esta película, disfrazada de falso optimismo, tienen cabida insinuaciones inquietantes sobre el ser un buen parroquiano o no. También guiños a prácticas pseudocientíficas que tanto daño están haciendo y han hecho en todo el mundo. Todo ello bien edulcorado, pero el mensaje cala. Lo mires por donde lo mires, muy alejado de la realidad de esta enfermedad y de cómo se combate verdaderamente. Algo que no esperaba de alguien que día tras día la observa en primera persona. importa
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