Tres historias sobre el mundo de los opiáceos chocan entre sí: un traficante de drogas planea una operación que implica a varios cárteles entre Canadá y los Estados Unidos; un arquitecto que se recupera de una fuerte adicción al OxyContin descubre la verdad que esconde su hijo de su relación con la droga; un profesor de universidad trata de averiguar qué relación une al gobierno con una compañía farmacéutica que está diseñando un nuevo analgésico que aseguran no "provoca ninguna adicción"....CrisisCritica: En su segundo largometraje, el retrato que realiza el director Nicholas Jarecki del inmenso drama que padece Estados Unidos por la adicción a los opiáceos, quiere abarcar muchos aspectos, sin destacar especialmente en ninguno de ellos. Loable intento por desgranar una problemática de dimensiones colosales, con múltiples vertientes, pero cuyo resultado es epidérmico, plagado de lugares comunes. De título ‘Crisis’, la cinta se despliega a partir de tres historias cruzadas, dos de las cuáles acaban confluyendo, mientras que la otra corre siempre en paralelo.Un agente de narcóticos (Armie Hammer) envuelto en una operación encubierta que se desarrolla a medio camino entre EEUU y Canadá; una arquitecta (Evangeline Lilly), que lucha contra su dependencia hacia el Oxycontin e investiga el fallecimiento de su hijo; y un profesor universitario (Gary Oldman), habitual colaborador de la industria farmacéutica, enfrentado a la disyuntiva de ver peligrar su estatus o decir la verdad acerca de un nuevo calmante para el dolor, constituyen el armazón argumental de la película.Cómo thriller, ‘Crisis’ exhibe un policíaco cuya trama es algo confusa, a la que le falta mordiente. Al conectar la investigación policial en ciernes, con esta mujer abatida por la perdida de su hijo (convertida en una especie de madre coraje)....Crisis
Tras una misteriosa desaparición en un salto, un grupo de paracaidistas experimenta sucesos paranormales que les obligan a luchar por sus vidas......Hex: El salto letalCritica: ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... Hex: El salto letal
Mientras está de servicio en la sala de cables, un agente federal escucha mientras el objetivo es atacado en su casa por un escuadrón de asesinos. Sin quemar el cable, debe proteger la investigación y la vida del objetivo de los confines de una habitación a cincuenta millas de distancia....Wire RoomCritica: e iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Wire Room
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