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Una joven enamorada (Amy Adams) va a Dublín para pedirle a su novio que se case con ella. Lo hará siguiendo una tradición irlandesa, según la cual solo un día cada cuatro años -el 29 de febrero- una mujer puede proponer matrimonio a su novio con la certeza de que no será rechazada. Sin embargo, durante el viaje, una circunstancia imprevista la obligará a pedir ayuda a un rudo mesonero irlandés con el que tendrá que caminar campo a través si quiere llegar a tiempo para hacer su propuesta de matrimonio. Leap Year Propuesta de año bisiestoCritica:Estoy hasta el gorro. 'Leap Year' no se baja del carro en cuanto a tópicos en esta clase de películas. Tanto el desarrollo de la historia como el carácter de los personajes es lo mismo de siempre, es decir: chica guapa que no soporta a chico guapo pero que al final comen perdices al descubrir que son el amor de su vida, dejando tras de sí un halo cursi vomitivo enmarcado dentro de paisajes de postal imposibles. Pero para comentar lo que ha dado de sí el filme, remontémonos al principio. PropuestaLa historia es ridícula a más no poder: Amy Adams, una chica de Boston que trabaja de interiorista de pisos, coge un avión a Dublín para pedirle matrimonio a su novio (de trabajo allí) en vista de que éste aún no se ha lanzado con dicho paso. Lo ridículo viene cuando pretenderá pedirle la mano un 29 de Febrero, ya que según la tradición irlandesa, él le dirá que sí y vivirán felices hasta el resto de sus días. Una vez en Irlanda, aunque lejos de la capital por circunstancias del destino, conocerá al típico chico perfecto: guapo, educado, sincero, responsable... vamos, una joya de tío. Como suele pasar en este tipo de comedias románticas, al principio se llevarán peor que Pepa y Avelino pero se enamorarán poco a poco ya que, por las mismas coincidencias ridículas de siempre, tendrán que pasar un tiempo determinado juntos a la fuerza. Con esta premisa entre manos, requetesabida de pe a pa, es lógico que desconfiemos pronto de la película. Propuesta'Leap Year' está clasificada como comedia romántica, pero lo cierto es que la comedia brilla por su ausencia y en ocasiones tanto romance venido de golpe indigesta de algodón de azúcar al espectador. El guión transcurre sin sobresaltos y con una evidencia en la trama difícil de superar. Sabiendo que ya todo está perdido, toca agarrarse a un clavo ardiendo cada vez que aparece en pantalla Amy Adams. Primero por su tacto delicado y su incuestionable hermosura, y segundo porque se ve que sus dos nominaciones a los Oscar ('Junebug' y 'Doubt') han estado más que justificadas. Propuesta
Un grupo asesinos se une con un objetivo común: asesinar a Gunther, el mejor matón a sueldo del mundo. Lógicamente, él no se lo pondrá fácil
Un 1 de enero por la mañana, el teléfono suena. Murphy se despierta junto a su esposa y su hijo de dos años. Escucha el mensaje, la madre de Electra, muy inquieta, le pregunta si tiene noticias de su hija que está desaparecida. Teme que le haya sucedido algo grave. A lo largo de un día lluvioso, Murphy se encuentra solo en casa, recordando su historia de amor más grande; dos años con Electra. Una pasión llena de promesas, juegos, excesos, errores...
Todo parece mejorar en el Hotel Transilvania. La rígida norma establecida por Drácula de “sólo para monstruos” se ha suprimido y se aceptan también huéspedes humanos. Lo que preocupa al conde es que que su adorable nieto Dennis, medio humano y medio vampiro, no dé señal alguna de vampirismo. Aprovechando que Mavis ha ido a visitar a sus suegros humanos, Drácula recluta a sus amigos Frank, Murray, Wayne y Griffin para hacer que Dennis pase por un campamento de “entrenamiento de monstruos”. Lo que ignoran es que Vlad, el gruñón padre de Drácula, está a punto de llegar al hotel. Y cuando descubra que su bisnieto no es de sangre pura y que los humanos pueden frecuentar el establecimiento las cosas se complicarán. Secuela de Hotel Transilvania (2012). HotelCritica:Y una vez más, la memoria, que simplemente es así, nos remite a los Simpson. A aquella época dorada cuyos capítulos pueden revisionarse hasta el infinito y más allá. Te acuerdas, pues, de la decimocuarta vez (por lo menos) en que viste aquella escena en la que Bart se encontraba en un coche junto a su padre, Moe, Barney... y tal vez algún maníaco depresivo más. El chaval no se había subido al auto por voluntad propia, y la verdad es que no tenía ningún reparo en exteriorizar dicha circunstancia. Las vibraciones no eran buenas y no iban a invertirse así como así, de modo que poco o nada importaba taladrar una vez más al conductor con la misma pregunta. ''Oye Homer, ¿qué puñetas estamos haciendo aquí?'' ; ''Ya te lo he dicho, hijo. Vamos a cazar. Vamos a hacer de ti un auténtico hombre'', a lo que el chaval contestó ''Pues no sé... sinceramente, a mí lo de un puñado de hombres reuniéndose en el bosque... como que me parece un pelín sospechoso.'' Y claro, se hizo el silencio. HotelMomento -incómodo- ideal para reírse a gusto y, claro está, reflexionar. Groening y su equipo lo habían logrado. De nuevo. En prime time, y bajo la apariencia inofensiva de los dibujos animados, nos habían vuelto a alcanzar con otro dardo envenenado marca de la casa, tan desternillante como amargo como, a la postre, certero. Se trataba, en aquel caso, de hablar de forma inteligente y sin tapujos, sobre un tema tan complejo y, por ende, peliagudo como la identidad (sexual, por ejemplo) y su difícil (¿imposible?) encaje en una comunidad demasiado hostil al factor diferencial. Ahí quedó... y como por arte de magia, parpadeamos y el episodio se terminó, dejando antes, eso sí, ese tan característico poso del que seguramente fuera el mejor show televisivo de todos los tiempos. Y qué tiempos aquellos. Los 90, que cuando quisimos darnos cuenta, volvimos a parpadear y nos encontramos en el año 2015. Así las cosas, con el siglo XXI asentándose cada vez más en nuestros riñones, al espíritu de Bela Lugosi le toca compartir careto, voz y quién sabe si alma con Adam Sandler... aunque peores herejías se cometen en las redacciones de ciertos periódicos. Hotel
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