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Un decurión de una Legión romana se verá solo y abandonado en medio de China tras una expedición fallida. Será allí donde se cruce con un heroico soldado chino con el que unirá sus fuerzas para combatir a un enemigo aún mayor que amenaza no sólo a China, sino a todo el mundo conocido.
El veterano reportero Tim Manfrey (Dominic Purcell) realiza posiblemente la más complicada tarea de su vida: viaja al país africano de Burundi para localizar y capturar al cocodrilo más grande del mundo. Conocido como "Gustavo" por los aldeanos, se dice que el animal se ha comido a cientos de humanos al paso de los años. Las cosas se complican cuando aparece un criminal africano que es más sanguinario que el reptil gigante.
Los hermanos Templeton se han convertido en adultos y se han alejado el uno del otro, pero un nuevo jefe bebé con un enfoque de vanguardia está a punto de unirlos nuevamente e inspirar un nuevo negocio familiar.... Un jefe en pañales 2: Negocios de familiaCritica: Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia...... Un jefe en pañales 2: Negocios de familia
En el año 480 antes de Cristo, existe un estado de guerra entre Persia, dirigida por el rey Jerjes, y Grecia. En la batalla de la Termópilas, Leonidas, rey de la ciudad griega de Esparta, encabeza a sus 300 bravos soldados en contra del numeroso ejército persa. A pesar de que la muerte aguarda a los espartanos, su sacrificio inspira a toda Grecia para unirla en contra de su enemigo común.
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