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Una joven que se ha trasladado con sus padres desde Londres a África desarrolla un vínculo sorprendente y especial con un león salvaje. Su increíble amistad la impulsa a viajar por la sabana para salvar a su mejor amigo.
Llega la Navidad, pero Santa Claus se enfrenta a un completo desastre. Los 92 mil elfos que trabajan con él en su misión de llevar los regalos a los niños de todo el mundo han enfermado simultáneamente. La emergencia es total. Santa Claus no tiene elección y, en busca de aliados que le ayuden a preservar la magia de la Navidad, aterriza en pleno París. El choque de Santa Claus con el mundo moderno desencadena una imprevisible aventura. Santa & Cie SantaCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. SantaEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Santa
Kathleen Kelly es la propietaria de una librería infantil, un verdadero tesoro cultural de uno de los barrios más esclusivos de Nueva York, y pasa largas noches aburridas junto a su novio Frank , un escritor frustrado que escribe columnas en el periódico. Lo único que apasiona a Kathleen es intercambiar mensajes de correo electrónico con un hombre del que sólo conoce su seudónimo....Tienes un e-mailCriticA: Esta es la preciosa historia de dos personas que se odian hasta que, sin venir a cuento de nada, se enamoran locamente y sin remisión.Ay, mi pobre corazón…toda la peli con esa angustiosa incertidumbre: terminarán juntos… o no… o qué pasará… se despeinará Meg Ryan…o no… o qué pasará…A Nora Ephron el género se le da de maravilla. Este es su segundo remake de un clásico del cine romántico. En su anterior remake “Algo para recordar” tomaba por punto de partida el “Tú y yo” de Cary Grant y Deborah Kerr, que era, a su vez, un remake de Leo McCarey, que versionó su propia película 18 años después de rodarla. En ambos casos le quedó un pastelazo insufriblemente melodramático, así que lo de la Ephron tenía un pase. En aquella ocasión y en ésta, Ephron escribe una versión libre del original. El problema es que aquí se atreve con Lubistch… y hay cosas que no tienen perdón de Dios.La peli tiene una factura impecable y alguna que otra secuencia resuelta con soltura y esmero, así que no me voy a meter con la Ephron, porque creo que esta tía hace bien su trabajo… pero su trabajo a mí no me gusta. Lo encuentro perfectamente prescindible.Muchos encontrarán la película deliciosa (adjetivo tremendamente cursi que, prácticamente, sólo se utiliza para definir comedias románticas). Yo la encuentro empalagosa, farragosa, apestosa, aburridosa, ñoñosa, pesadosa y, sobre todo, tontita. A Lubistch nunca le salían las pelis tontitas......Tienes un e-mail
El afamado y excéntrico Dr. Dolittle es un médico veterinario de la Inglaterra victoriana. Aislado en su mansión, Dolittle vive junto a sus animales exóticos, que son su única compañía. Pero cuando la joven reina Victoria cae gravemente enferma, este peculiar doctor tendrá que viajar hasta una mítica isla en busca de una cura. Muy a su pesar, Dolittle abandonará su vida de ermitaño para embarcarse en una épica aventura, en la que poco a poco recuperará su sentido del humor y su coraje, a medida que se encuentre con viejos adversarios y descubra maravillosas criaturas. En su viaje le acompañará su joven ayudante Tommy, además de todo un séquito de variopintos animales.
Narra la historia de Moisés (Christian Bale), un hombre cuyo coraje desafió a un imperio cuando se rebela contra el todopoderoso faraón Ramsés (Joel Edgerton), liberando a 600.000 esclavos en una épica huida a través de Egipto, llena de peligros y mortíferas plagas, en busca de la Tierra Prometida.Exodus: Gods and Kings ÉxodoCritica:A favor o en contra de los remakes? Un debate perdido de antemano pues los remakes han existido desde siempre, y la historia bíblica de Moisés daría para un buen ciclo monográfico sobre el asunto: tenemos una película muda de 1923 dirigida por Cecil B. DeMille, otra a color que fue dirigida por el mismo director 33 años más tarde, la nada desdeñable adaptación animada que hizo Dreamworks en 1998, alguna adaptación televisiva no muy lejana y estoy seguro de que alguna versión más que me dejo en el tintero.ÉxodoEn todo caso la más famosa y mejor recordada es sin duda la segunda película de esa lista, protagonizada por Charlton Heston. Hace no mucho la pasaban cada año por la tele en determinadas fechas, junto con Ben-Hur una de esos clásicos de épica religiosa que todo el mundo había visto… Pero eso ya se acabó, el concepto de cultura general que hemos compartido las generaciones anteriores está hoy cambiando a velocidad de vértigo, y es hoy abrumadora mayoría la juventud que no ha visto esas películas, que les provoca urticaria sentarse a ver algo que parece tan viejo, y que además la figura de Moisés les suena muy poco… o nada. Por ello si nos ponemos realistas, en vez de envilecer al señor Ridley Scott, habría casi que darle las gracias por modernizar una vez más esta historia.Entrando ya en materia, estamos ante un grandísimo deleite visual, si los chavales no se pueden tomar en serio el cartón piedra de “Los Diez Mandamientos” con esta “Exodus” no tienen excusa que valga. Jamás el Antiguo Egipto ha lucido tan bien en pantalla, tan real y palpable, con todo lujo de detalles sientes que estás viviendo en una ciudad del Nilo, con su centro monumental de poder, separado de los mercados, talleres y viviendas de las clases medias urbanas, y por último los arrabales de los pobres. No es casualidad que toda adaptación de este mito hebreo se haya tomado su tiempo en enseñar el esplendor de la civilización egipcia con toda la fastuosidad que solo una superproducción de Hollywood puede ofrecernos. Aunque en la tradición “democrática” de la propaganda americana a los egipcios les toca ser el imperio tirano y esclavista, igual que en Ben-Hur lo era Roma (casualmente los hebreos estaban de por medio en ambas) y en 300 le tocó al Imperio Persa. Para más detalles sobre la historicidad del mito de Moisés me remito a la crítica que escribí en su día sobre “Los Diez Mandamientos”. Éxodo
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