Es mediodía en un pueblo beduino del desierto al sur de Israel. Jalila acoge una extraña celebración, el matrimonio de su marido con su segunda y jovencísima mujer. Su hija Layla está preocupada por otro asunto. Su romance secreto y totalmente prohibido con Anuar acaba de ser descubierto por su madre. Jalila cree que el mundo es despiadado y cruel y la única forma de ganar es mantenerse callada, caminar con la cabeza alta y luchar desde dentro contra los límites del mundo tradicional que la rodean. Layla cree que no hay límites al mundo que la rodea. Sin embargo, cada una de ellas fracasa en su lucha personal y ambas terminarán por entender que, si desean sobrevivir, tendrán que empezar a ver el mundo a través de los ojos de la otra.
A mediados del siglo XIX, el gobierno británico comisiona al oficial Sir James Brooke para que termine con los piratas que asolan las costas de Malasia. Pero Brooke va más allá y una vez llega a su destino conseguirá no solo exterminar a los piratas sino que se convertirá en el rajah del Reino de Sarawak. Atesora tal poder que el gobierno británico empieza a temerle: ¿han creado un poderoso enemigo?...El rey del fin del mundoCritica: La idea de llevar la vida de James Brooke a la gran pantalla era prometedora. No obstante, la ejecución es tan poco atinada que lo más atractivo que se narra sobre él está escrito en algunas frases al inicio y al final. Y es una pena, porque el film logra despertar la curiosidad acerca de su figura, ciertamente interesante, pero el guion desaprovecha la oportunidad de hacer un buen retrato.Para empezar, el arranque se sitúa ya en la edad adulta de Brooke, cuando llega a Sarawak, tras una trayectoria fracasada que le ha llevado a huir de sí mismo. Y ahí empieza el desorden: las historias y los personajes se van sucediendo a medias, sin trabajar a fondo ninguno.Mientras tanto, la voz en off del oficial va interrumpiendo la cronología con un soliloquio que, por momentos, parece postizo, ajeno a la persona que lo pronuncia. Bien orientado, podría haber sido cautivador, pues reflexiona acerca de la conciencia, la ambición o el bienestar pero, igual que sucede con los protagonistas y sus semblanzas, no se profundiza tampoco en ello. De la misma manera, la biografía de Brooke queda desdibujada por la confusión de los relatos y el punto de vista parcial, que no cuestiona sus gestas ni muestra las repercusiones.... El rey del fin del mundo
Adam Cassidy (Liam Hemsworth), un joven de 26 años, odia su trabajo en la compañía tecnológica Wyatt Corporation. Cuando manipula el sistema para ayudar a un amigo, es acusado de un delito federal. Su jefe Nicholas Wyatt (Gary Oldman), le propone un trato para evitar la cárcel: infiltrarse en la compañía de Jock Goddard (Harrison Ford), antiguo mentor de Wyatt, y actuar como espía industrial. Adam acepta y logra ascender rápidamente, descubriendo en sí cualidades que jamás imaginó poseer. Ahora su vida es perfecta; adora su trabajo, tiene un Porsche y sale con la chica de sus sueños. Y todo lo que tiene que hacer es traicionar a los que le rodean. Paranoia Traición al límiteCritica:Después de ver películas así, me pregunto cómo es posible que lleguen a la gran pantalla. Claro que luego te das cuenta de que la mayoría de planos se dedican a mostrar al actor de turno luciendo trajes o enseñando torso y lo entiendes... pura fachada. Esto intenta ser como "La Tapadera" o "El Informe Pelícano" para las nuevas generaciones, con móviles de última generación. Traición al límitePorque de eso va esto, de compañías que desarrollan móviles, enfrentadas. Liam Hemsworth es un niñato que se mete en un lío por usar ilegalmente, una tarjeta de crédito de la compañía donde trabaja y pasarse del límite. A cambio de no presentar cargos, su jefe (Gary Oldman) le convence para ser espía industrial en la compañía de su rival y mentor (Harrison Ford) y a partir de ahí... pues lo de siempre, engaños varios, traiciones, asesinatos y un final previsible a más no poder que se ve venir de lejos (aclaro en spoiler con spoilers).Encima es aburrida. Bueno, no, aburridísima, tediosa, lenta, previsible... (aunque dure apenas hora y media), y para colmo, a Liam Hemsworth le hacen falta varias lecciones de actuación, porque no es posible que mantenga la misma expresión para todo. De hecho, dan ganas de entrar en la película y soltarle un par de leches a ver si cambia su cara. Traición al límiteEl guión es una nulidad, y se dedica a repetir la fórmula que ya hemos visto en muchas otras ocasiones y además recientemente, como por ejemplo en "21 Blackjack", en la que un joven genio de algo, consigue un éxito muy rápido a base de alguna ilegalidad para después caerse con todo el equipo y aprender una lección de paso. Pero peor, porque aquí ocurre todo tan rápido y se pasa de uno a otro extremo sin los adecuados conectores (aclaro en spoiler) que resulta de lo más artificial y poco creíble. Vamos, ninguna sorpresa a la vista.¿Qué queda pues? Pues lo poco bueno lo aportan los secundarios de lujo, totalmente desaprovechados y que son los ya mencionados Ford y Oldman, a los que se unen Richard Dreyfuss como el padre de Hemsworth (¿en serio tienen que repetir siempre el mismo tópico sobre hijo avergonzado de su padre fracasado pero que en el fondo tiene razón?), Josh Holloway como un agente del FBI (dos escenas y poco más) y Julian McMahon como un sicario dispuesto a todo. Traición al límite
Una mujer deja el psiquiátrico después de un ataque de nervios y empieza a oír sonidos extraños en su apartamento.
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