Un arquitecto en paro está a punto de ser padre, por lo que necesita encontrar un trabajo con desesperación. Por eso, cuando le ofrecen uno como chófer de tres mujeres, está más que encantado. Lo que no espera son las aventuras que vivirá como conductor del trío, un grupo de prostitutas que le involucrarán en sus salidas nocturnas. Amateur Night Un chofer en apurosCritica:De otro modo no concibo que esta insulsa comedia haya llegado a ver la luz, sino es para dar trabajo al actor de la saga "American Pie" que en su día molaba, con ese careto de eterno pagafantas, tenía su punto cómico. Hoy día con casi 45 tacos, ya no da el pego en estos papeles. A eso añadir que el guión no es divertido, yo al menos no me he reído ninguna vez, las situaciones de comedia de enredos que se van hilando son todas forzadas y nada creíbles, basta recordar la escena en el hospital entre el personaje de Jason Biggs y el doctor. De nuevo meten a la mínima las palabras polla, follar, coño y similares.Aquí el actor da vida a un arquitecto en paro, que va a ser padre y debe ganar dinero como sea, terminando de chófer y guardaespaldas para una agencia de prostitutas. a lo largo de una noche alocada deberá ejercer ese oficio, aunque las cosas se complican cuando algunos clientes se desmadran y a él lo confunden con el proxeneta. Al final, inevitablemente en estas películas, todos los problemas se solucionan, fueron felices y comieron perdices. Un chofer en apuros
Después de ser confundidos con terroristas y arrojados a la Bahía de Guantánamo, los drogadictos Harold y Kumar escapan y regresan a Estados Unidos, donde proceden a huir a través del país con agentes federales en persecución.
Dos detectives de la policía de Nueva York Puerto Rico se dirigen a París para localizar a un bolso robado. ParísCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. ParísEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. París
Courtney Whitmore es una adolescente que se convierte en una poderosa superheroína. Esta estudiante inspira a un extraño grupo de jóvenes que tienen como objetivo detener a los villanos del pasado y presente.
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