Podría parecer que esta es la última película sobre las aventuras de dos compañeros policía, pero hay un problema, ninguno de los dos lo es. Cuando los dos amigos se disfrazan de agentes de la ley para una fiesta de disfraces se convierten en la sensación del barrio. Al ver el inmenso poder que les ofrecen estos uniformes los dos compañeros deciden aprovecharse al máximo de esta nueva situación de autoridad. Pero cuando estos dos héroes de nuevo cuño se ven enredados en una trama mafiosa de la vida real deberán decidir si poner sus placas falsas en acción o faltar a su deber como falsos policías. Let's Be Cops Agentes del desordenCritica:Arranca como una trivial introducción en el mundo del capitalismo; dos mindundis son repelidos por el sistema y están condenados al desprecio y a la marginación social, son ninguneados en sus puestos de trabajo, de baja autoestima y con una propensión a salir mal parados de todo tipo de situaciones vitales que se les presenta por delante: dos fracasados en toda regla. Hasta que de repente les da por usar dos disfraces de policía muy reales, para hacerse pasar por agentes de la ley e ir por la ciudad en busca de aventuras. Agentes del desordenLo que puede dar lugar a un entretenimiento verdaderamente hilarante en la mente de uno, es en realidad una agonía camuflada tras una idea que convence por mera inercia, pero que no se sostiene por puro patetismo que presenta la realización. Desarrollo lamentable, ineptitud en la dirección. El resultado es un descafeinado divertimiento que dejará a muchos insatisfechos debido a la renuncia del empleo de un humor más gamberro y desmedido, y por consiguiente (aunque no lo parezca) unas cinco veces más inteligente. Agentes del desordenEl personaje de Damon Wayans Jr., simplemente me irrita, no para de cortarle el rollo al otro, comiéndole el tarro sin para un solo instante, convirtiéndose en una verdadera pesadilla. Apreciar sus esquizofrénicos brotes... me saca de quicio. Pero no, que eso es lo que supuestamente es divertido. El feeling entre los protagonistas es nulo, todos los secundarios están mil veces mejor (algo bueno tenía que tener la película, sí sí, es curioso), y en líneas generales, la película en sí es una idiotez de dimensiones desproporcionadas. Pero no en el buen sentido, el que uno asocia a una diversión disparatada, sino en el del frikismo yanki más absoluto. Agentes del desordenEl final, como no, made in Hollywood, moralina hipertrofiada en medio de un desenlace patético y cobarde, sin sentido alguno y blando e insulso como la película sola. Por un momento hasta parece bueno, ya sabéis, esa fórmula con la que se les da tan bien agitar las conciencias de la peña y esta salga contentos del cine después de haber presenciado hora y cuarenta y cinco minutos de mierda, pero aquí no. En otra película de mayor criterio y que presente un mayor grado de amor propio que evite, al menos, de incurrir en ser objeto de vergüenza ajena, hubiera quedado bien; si la película me hubiese pareciedo buena a mí también me convencería ese tipo de final, pero aquí sí que se han columpiado. De tal modo que lo único que aciertas a decir es: "Vaya mierda. Venga, ¿y qué más? Jajajaja, que puta mierda" Luego, como de costumbre están los créditos, que son los que encierran el material gracioso de la película. Asi que esa es la estrategia, ¿no? Hacer una mierda de película, con un final repleto de falsa moral y hacer unos créditos en teoría graciosos, pero que en realidad sean objeto de puro estúpido, una vez más. Así ahorramos en dinero y en ingenio, no pensamos, le damos al piloto au tomático y emitimos la bazofia que salga. Joder, yo con 15 años concebiría una película mejor, más divertida. Inútiles... Ponen a retrasados a cargo y pasa lo que pasa. Dadle un boli a un mono y ya tenemos la secuela. Agentes del desorden
Un exmarine planea descargar toda su furia contra los criminales que mataron a su familia, pero el rastro del submundo también lleva a una oscura conspiración militar.
Qué elegirías: ¿ser un poco rico ahora, o esperar diez años y ser inmensamente rico? ¿Podrías esperar este tiempo? ¿Por qué? Y lo más importante, ¿podrías llegar a un acuerdo con tu compañero de vida? Los protagonistas tendrán que elegir entre la posibilidad de optar a 100.000 euros en el momento actual o conseguir un millón de euros cuando pasen diez años... Adaptación de la obra de Jordi Vallejo. El testCritica: Bastante interesante trabajo cinematográfico con esencialmente cuatro actores protagonistas (Alberto San Juan, Miren Ibarguren, Blanca Suárez y Carlos Santos) que hacen eficaces sus papeles logrando volver cómicas situaciones que en realidad no carecen precisamente de drama.Cuesta trabajo decir quién lo hace mejor, pues la labor conjunta está muy bien engranada, probablemente mérito también de la dirección de actores. Si tuviera que decantarme, personalmente supongo que quien más risas y sonrisas me arrancó, incluso en la desesperación -o precisamente por ella- de su personaje, fue Blanca Suárez. Pero mera subjetividad, porque todos están bastante bien en una obra de diálogos ocurrentes y continuos giros de guión en los que la propuesta en que se basa la película ("¿Qué escogerías, cien mil euros ahora o un millón dentro de diez años?") se vuelve cada vez más enrevesada haciendo un ovillo en las relaciones de los personajes que empiezan a mostrar al espectador poco a poco todos los secretos enredados que esconden. El testIncluso aunque probablemente la obra debería limitarse a estos cuatro personajes para ser más redonda, no está de más el papel de reparto de esa niña actriz que si le gusta merecería llegar a viejecita actuando (Luna Fulgencio) o el incombustible ante las cámaras y de ánimo Antonio Resines, en tantos recuerdos de películas como mis preferidas "La buena estrella", "La celda 211", "La niña de tus ojos" o "Amanece que no es poco"; y causa primordial por la que escribo esta crítica ensalzándolo y no metiéndome con él ni la película, ya que durante la premier antes de la proyección amenazó veladamente al público para que si nos gustaba lo contásemos pero que sino no dijésemos nada porque sabía dónde vivíamos. El testPorque en realidad lo dijo en broma y Resines ni me conoce ni sabe dónde vivo, diré que el guión acaso adolece en ocasiones de introducir un ritmo de la narración algo acelerado acumulando giros y alargando el metraje de un modo que podría para mi gusto haberse resuelto algo mejor. Y por si acaso averigua dónde vivo, no obstante, recomiendo sobre todo ver la película para pasar un rato más que agradable disfrutando de lo que en su conjunto me parece un buen trabajo.El Test, mientras mantiene atrapada la atención, moverá al espectador por recovecos por los que no sabe dónde le llevan, y la pregunta que se plantea al principio quizás nos dará diferente y grato significado donde tendremos que elegir si el que espera desespera o si puede merecer la pena esperar incluso casi toda una vida. Si queréis saber la respuesta tendréis que estar atentos a un intercambio de miradas en la última secuencia en un bar. El test
El Sr. Lobo y sus amigos delincuentes deben volver a despertar el espíritu festivo en la ciudad para continuar con su robo espectacular de Navidad.
Akeem se entera de que tiene un hijo perdido hace mucho tiempo en los Estados Unidos y debe regresar a Estados Unidos para conocer al improbable heredero al trono de Zamunda. Una secuela de la comedia de 1988 'Coming to America'....Un príncipe en Nueva York 2Critica: Para los que hemos disfrutado y reído a carcajadas con Eddie Murphy esta película es una experiencia verdaderamente triste. Es como en aquella otra en la que los protagonistas son espectros pero no lo saben; estos tampoco lo saben, pero tú sí. Sabes que estás viendo algo fantasmal, un intento por resucitar un humor que ya murió, un humor que es imposible en los absurdos tiempos de la corrección política. Y ese es el tema, Eddie Murphy como otros cómicos de su generación tenían chispa, eran ocurrentes, eran atrevidos... ahora son pura ortodoxia. Sencillamente no puedes hacer humor mientras rindes pleitesía a todas las obsesiones ideológicas del wokismo que infecta a las élites culturales americanas. No puedes hacer humor desde la ortodoxia y la sumisión más absoluta a la corrección política, es imposible. El espectáculo es tan triste, tan fallido y deprimente que duele. Algunos ejemplos:-Toda la premisa de la película se basa en que una mujer se lo beneficia mientras estaba drogado, lo cual es una violación, pero se supone que es gracioso. ¿Imagináis la situación al revés? -A los 15 minutos ya toca pildorita "antirracista" y antiblanca. Lo peor es que la escena ni resulta graciosa, ni novedosa, ni ocurrente, ni absolutamente nada, no es mas que un triste peaje a la nueva ortodoxia instaurada por el establishment americano. Lamentable.....Un príncipe en Nueva York 2La nostalgia como motor de una cuestionable secuela. Ese es el principal motivo que ha llevado a Amazon a financiar una continuación innecesaria, y a Murphy a volver a interpretar a uno de sus más icónicos roles. Sin embargo, Murphy ya no es lo que era.Cualquiera diría que el guion fue escrito nada mas acabar la película original. Su trama está anclada a sus orígenes, incluso en su hilo conductor. Con un pobre punto de partida que justifica todo lo que ocurre después, podría aplicarse a la película el litigio entre McDonalds y su homólogo en Zamunda, y es que las cosas pueden cambiar de sitio, pero siguen siendo las mismas cosas.Dentro de una cómoda trama, solo alguna secuencia dibuja una sonrisa en el espectador, el resto simplemente se ve, y no siempre se disfruta. Como si fuese un vehículo de lucimiento hecho a medida para Murphy, el que acaba adueñándose del tinglado es un histriónico Snipes, un general hiperbólico que brilla cada vez que aparece.Si alguien no ha visto aún “El príncipe de Zamunda”, probablemente no tendrá el menor interés en revisarla, y es una lástima porque era bastante más divertida, una historia en la que el protagonista abandonaba todas sus comodidades en su búsqueda del amor verdadero, algo parecido a lo que “El rey de Zamunda” pretende narrar. En definitiva, una película que deja al espectador tan descolocado como a Murphy las condiciones del Uber con el que sin querer se encuentra.
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