Unos delincuentes de poca monta deciden atracar la sucursal de un banco de Brooklyn. Sin embargo, debido a su inexperiencia, el robo, que había sido planeado para ser ejecutado en apenas diez minutos, se convierte en una trampa para los atracadores y en un espectáculo para la televisión en directo.
Detroit, año 1954. Unos delincuentes de poca monta son contratados para robar lo que ellos creen que es un simple documento y será un trabajo fácil. Cuando su plan no sale como ellos esperaban, emprenden la búsqueda de quien los contrató y del propósito real para el que fueron contratados....Ni un paso en falsoCritica: que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... Ni un paso en falso
Cuando se entera de que está en peligro de perder su estatus de visado y de ser deportada, la arrogante redactora de libros Margaret Tate obliga a su asistente, Andrew Paxton, a casarse con ella.
Un misterioso desconocido y posiblemente venido de otro mundo llega al rescate de un pueblo fronterizo que vive acosado por un grupo de pistoleros. La paz de esa pequeña comunidad minera se hizo añicos cuando LaHood Coy, el despiadado propietario de la poderosa empresa encargada de la extracción de la mina, tomó el control del territorio junto a su hijo Josh y sus mercenarios a sueldo. Es entonces cuando llega a lomos de un caballo pálido el Predicador, un forastero que une fuerzas con Hull Barrett, el líder de los mineros, y juntos plantan cara a LaHood y sus compinches. Hombre de escasas palabras, el Predicador y el aura de misterio que lo rodea van consiguiendo el favor de los locales. Poco a poco, junto a Hull irá organizando a los mineros para luchar contra los invasores y lograr expulsarlos del pueblo de una vez por todas y para siempre.
Claireece 'Precious' Jones tiene 16 años, es obesa y analfabeta y espera su segundo hijo de su propio padre ausente. Vive en Harlem, el reino de los invisibles, de los sin voz, con su madre, una reclusa cruel que mira la televisión sin cesar y la somete a los más denigrantes abusos. Forzada a abandonar la escuela a causa de su embarazo, Precious acaba en un instituto para casos desesperados. Y allí, en el último escalón de aquellos que ya han bajado todas las escaleras, está la señorita Rain, una maestra joven, combativa y radical a través de la cual Precious tendrá la posibilidad de recuperar su voz y su dignidad descubriendo un nuevo mundo en el que puede al fin expresarse de una manera que nunca antes había imaginado.
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