Un disfuncional e hilarante grupo de adictos a la rehabilitación buscan cumplir el sueño de una niña indígena con cáncer terminal. Mientras intentan traerla de regreso a casa, se atreven a confrontar los errores de su propio pasado.
Un americano encuentra refugio durante la invasión japonesa de Nanjing en 1937 en una iglesia con un grupo de mujeres. Haciéndose pasar por un sacerdote, intenta llevar a las mujeres a un lugar seguro.
Durante el día, Driver (Ryan Gosling) trabaja en un taller y es conductor especialista de cine, pero, algunas noches de forma esporádica, trabaja como chófer para delincuentes. Shannon (Brian Cranston), su mentor y jefe, que conoce bien su talento al volante, le busca directores de cine y televisión o criminales que necesiten al mejor conductor para sus fugas, llevándose la correspondiente comisión. Pero el mundo de Driver cambia el día en que conoce a Irene (Carey Mulligan), una guapa vecina que tiene un hijo pequeño y a su marido en la cárcel. Drive Drive, el escapeCritica:En las películas de Refn siempre hay más estilo y puesta en escena que verdad, veo forma pero poco fondo, y de haberlo, o no lo sé apreciar o me interesa más bien poco. De aquí que Bronson y Valhalla Rising, pese a la fascinación visual que dejan sus fotogramas, sólo me parezcan meros videojuegos. Las aprecio, pero como no llegaron a impactarme más que en el plano visual, días después ni las recuerdo. Las criaturas de Winding Refn son artificios muy bien montados, escenas muy bien ensambladas que en el fondo son historias huecas, carentes de emociones. Sus personajes son siempre monocromáticos, muy básicos, guiados por instintos. No son, aunque lo parezcan, ni héroes ni antihéroes, sino simplemente chusma detestable. No hay complejidad en sus actos, ni tan siquiera evolución, castigo o redención. En Refn siempre gana más lo feísta que lo lírico, y por consiguiente su cine, con excepcionales destellos de maestría, es igual de nauseabundo, sombrío porque sí. Todo lo dicho se aplica también a Drive, y cobra especial importancia porque Nicolas Winding Refn, definitivamente relanzado en su periplo norteamericano, ganó en el pasado Festival de Cannes la Palma de oro al mejor director. DriveCon Drive se cumple mi 'paradoja Refn'. La primera escena es de una intensidad elogiable, no podría estar mejor orquestrada. Hay pequeños detalles que corroboran el oficio del director: no todos filmarían la chaqueta de Ryan Gosling, con un escorpión dibujado que parece cobrar vida con la respiración del actor, después de la brutal escena del ascensor. Fotografía y banda sonora están excelentemente ensambladas. Pero tras la hora de metraje, cuando el director ya ha dispuesto casi todas sus cartas sobre la mesa, vuelvo a darme cuenta que no hay nada que sostenga el castillo de naipes. Winding Refn puede engañarme con su innegable savoir faire, pero no hasta el final. Y en seguida vuelvo a detectar la impostura, la exageración, la violencia gratuita que tanto le gusta. Estoy seguro que Refn busca que sus películas sean bellas en su fealdad, pero no complejas. Drive no lo es, así que ya se imaginarán que ese elogio en Cannes me parece muy cuestionable. Sea como sea, Drive marcará un antes y un después en la carrera de Refn: ahora toca ver si será otro director de encargo más en L.A. o preferirá volver a sus orígenes. Opte por el camino que opte, seguiré viendo sus películas. Drive es uno de los títulos del año. Y créanme: siento no poder compartir el entusiasmo de sus admiradores. Drive
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