En 1961, Kempton Bunton, un taxista de 60 años, robó el retrato del duque de Wellington, de Francisco de Goya, de la National Gallery de Londres. Fue el primer (y sigue siendo el único) robo de la historia de la galería. Kempton envió notas de rescate diciendo que devolvería la pintura a condición de que el gobierno invirtiera más en el cuidado de los ancianos. Lo que sucedió a continuación se convirtió en algo legendario.
La pareja de detectives privados Patrick Kenzie y Angela "Angie" Gennaro son contratados por los tíos de la pequeña Amanda McCready, de cuatro años de edad, para encontrar a su sobrina desaparecida de su casa en el barrio de Dorchester, en la ciudad estadounidense de Boston, mientras su madre drogadicta, Helen, estaba en casa de una vecina viendo la televisión.Kenzie y Gennaro deberán colaborar con dos policías de Boston, los detectives Remy Bressant y Nick Poole, bajo el mando del capitán Jack Doyle, e indagar en los bajos fondos de la ciudad tras la pista de la niña en una investigación en la que todo apunta hacia un ajuste de cuentas por drogas contra la madre de la pequeña.Pero las cosas se complican y la niña es dada por muerta, hasta que otro niño desaparece unos meses más tarde poniendo a Kenzie tras la pista de un grupo de pederastas residentes en la zona.
Un psychosexual noir historia de amor, puesta en Las Vegas y París, sobre amor, obsesión, sexo, traición, venganza y, por último, la búsqueda de amortización.
¿Cuántos superpoderes debe tener una pareja para soportar el paso del tiempo y amarse de por vida?...Una historia de amor italianaCritica: Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Una historia de amor italiana
No volver a mostrar