Historia real de Eric LeMarque, ex jugador de hockey profesional, que decidió tomarse un tiempo para ordenar su vida -complicada debido a su adicción a las drogas- en las montañas Mammoth de California. Una vez allí, haciendo snowboard le sorprende una tormenta de nieve que lo aísla en medio de la montaña durante ocho días.
Un año después de la trágica muerte de su hermano, Lisi, una chica de 19 años natural del pueblo alpino de Kitzbühel, entra en el decadente mundo de una pandilla de Múnich que todos los años invade la lujosa estación de esquí para correrse juergas. Pero Lisi no tarda en provocar una avalancha que desvela la verdad tras esa fachada de glamur, dinero y hedonismo. Y las consecuencias son incontrolables....KitzCriticA: llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.....Kitz
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