Hartas de sus familias y de sus compañeros de clase, dos chicas adolescentes del barrio pijo de Roma empiezan a vivir una doble vida en los bajos fondos de la ciudad....BabyCritica: Serie bastante decepcionante en mi opinión, que alcanza un nivel de falta de credibilidad francamente desmesurado.Narra las vivencias, aventuras y desventuras (sobre todo amorosas y sentimentales) de unos adolescentes que, pese a pertenecer a familias adineradas y tenerlo prácticamente todo, parecen encontrarse en un proceso de búsqueda de sí mismos que les llevará a hacer bastantes estupideces, gamberradas y/o actos de rebeldía, como buenos adolescentes que son (por tanto, hasta ahí todo bien). Sin embargo, creo que la serie pierde el norte (y mucho) al empecinarse en que los protagonistas nos resulten amables y no nos generen demasiado rechazo.En este sentido, los chicos o personajes masculinos de la serie desde (prácticamente) el minuto 1 recurren al menudeo de hachís/marihuana (hasta el hijo del empastadísimo embajador del Líbano), parece que para sacarse unas perrillas (que probablemente no deben de necesitar demasiado, visto por ejemplo las fiestas que montan). ¿Por qué entonces recurren a ello? No parece que los creadores pretendan justificarlo en ningún momento...me valdría eso de que son un poco rebeldes sin causa, pero en ese caso deberían tratar de justificar un poco más al menos cómo esto puede acabar yéndosele tanto de las manos al protagonista masculino como para que de la noche a la mañana le pueda apetecer, sin más y sin motivo aparente, pasar a ser el esbirro de un mafiosillo (en serio, me parece también ridículo que a un chico de familia adinerada como él unas deudas aparentemente pequeñas le puedan también inicialmente meter en problemas con su dealer).,.... Baby
El catedrático y afamado simbologista Robert Langdon se ve obligado a acudir una noche al Museo del Louvre, cuando el asesinato de un restaurador deja tras de sí un misterioso rastro de símbolos y pistas. Con la ayuda de la criptógrafa de la policía Sophie Neveu y poniendo en juego su propia vida, Langdon descubre que la obra de Leonardo Da Vinci esconde una serie de misterios que apuntan a una sociedad secreta encargada de custodiar un antiguo secreto que ha permanecido oculto durante dos mil años.
Cuando la madre separada de Leif, Honey, muere, le deja una "herencia condicional". Él tiene que completar su elaborada lista de cosas por hacer antes de conseguir su cabaña en Yosemite. Leif se adentra en el mundo salvaje de Honey como la madre que nunca conoció y trata de enmendarse desde más allá de la tumba...Vuela como el águilaCritica: apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Vuela como el águila
Un criminal de guerra escondido forma una relación con su única conexión con el mundo exterior: su criada. An Ordinary ManCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. An Ordinary ManEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. An Ordinary Man
Después de caer en una trampa y cumplir una condena por el supuesto homicidio de su esposo, Libby decide matar a su "difunto" marido de una vez y para siempre.
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