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1080P | 1.15 GB | Descargar |
Basada en un cuento popular japonés anónimo del siglo IX, "El cortador de bambú". La historia comienza cuando una pareja de ancianos campesinos encuentra a una niña diminuta dentro de una planta de bambú, y deciden adoptarla como si fuera su hija. Pasan los años, y rápidamente se convierte en una hermosa mujer pretendida por muchos hombres poderosos.
A medida que se acerca el invierno al lago, una amenaza común sacude a los Verdie y los Grimp, mientras Willy busca la oportunidad de convertirse en guardián.
El film empieza cuando un misterioso virus ataca una escuela aislada, transformando a los niños preadolescentes en un enjambre de salvajes estúpidos. El menos esperado de todos deberá liderar a los profesores en una lucha por sus vidas contra estos monstruosos alumnos. InfectadosCritica:“Cooties” ofrece una visión zombie school del acoso, en la que los maestros se enfrentan a una horda de inmaduros colegiales infectados a modo de llamada de atención para que espabilemos y no demos pie a un futuro regido por idiotas morales. Lo hace, por supuesto, idiotizándose a sí misma, y entendiendo la propuesta, como no podía ser de otra manera, tirando de humor absurdo y negro.O lo intenta. Porque la película dirigida a dos cerebros por los debutantes Jonathan Milott y Cary Munion desaprovecha su posible discurso entre líneas y no pasa de ser una anécdota simpática a la que le falta más arrojo y mala leche. Es una sucesión de gags con mayor –los juegos de palabras, la referencia a los hobbits, los macabros juegos infantiles con miembros humanos- o menor acierto –básicamente, más de un secundario, como Jorge García, intentando hacer reír en vano-, un quiero y no puedo constante que no acaba de tirar la casa por la ventana, y que llega incluso a hacerse pesado y aburrido, algo imperdonable en una comedia que en su premisa apunta a ser un divertimento sin miramientos. InfectadosSin embargo, no es del todo culpa de sus realizadores. Son debutantes, y su trabajo tras las cámaras, si bien no es perfecto –las escenas diurnas están horriblemente iluminadas y tienen un horroroso tufillo televisivo-, es bastante solvente. El problema es el libreto que manejan, escrito cuatro manos por Ian Brennan y Leigh Whannell, este último demostrando una vez más que no es capaz de ir más allá de los tópicos en sus guiones si se separa de su amigo James Wan. Ahí está “Insidious: Capítulo 3” para atestiguarlo. Brennan y Whannell, que no por casualidad se reserva uno de los personajes con mayor potencial de la cinta, no logran llevar la idea inicial más allá de una colección de sketches de un nivel de comicidad más bien reducido, además de confundir lo absurdo con lo ilógico en un guión que acumula incongruencias en defensa de una comedia que no funciona. Así, por ejemplo, los pasajes en los que los niños tienen actos propios de personas sanas y racionales –el zombi vigilante, el que se hace pasar por un niño sano para llegar a su madre-, más que hilarantes acaban resultando poco creíbles y ridículos. Infectados
Ozzy es un pequeño pero inteligente mono volador, hijo del legendario guerrero Goliat. Ambos son parte del ejército de monos voladores que sirve a Eveline; la malvada bruja del Oeste. A diferencia del resto de su especie, Ozzy no está convencido en servir ciegamente a Eveline, así que cuando la bruja pone en marcha sus planes para atacar el reino él decide ir en busca de los legendarios “Guardianes de Oz” para que luchen contra ella. Mientras Ozzy recorre la fantástica y peligrosa tierra de Oz en busca de los Guardianes conoce a Gabby, una inexperta aprendiz de bruja quien decide acompañarlo. Para su sorpresa descubren que los Guardianes de Oz han caído bajo un poderoso hechizo que los hace actuar como locos de remate. Las cosas empeoran aún más cuando Evilene descubre los planes de Ozzy y ordena a todo su ejército detenerlo a cualquier costo. Es así como con tan solo un poco de corazón, valentía e inteligencia Ozzy intentará hacer de Oz un mundo mejor. Wicked Flying Monkeys OzCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. OzEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Oz
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