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Sumergido en una crisis existencial, Aziz ya no soporta la monotonía del trabajo, a sus amistades ni a su familia bulliciosa..., pero finge que todo está bien.
Macey y Savanna andan justas de recursos, pero sobradas de voluntad. A estas dos hermanas, que a duras penas consiguen sacar adelante su destartalada cafetería, se les ocurre una idea para salir de pobres: ganarse a su pudiente tía Hilda, que padece una enfermedad terminal, y pegar el pelotazo. Sería el plan perfecto si Macey y Savanna no fueran las únicas de la familia con ganas de convertirse en herederas de esta matriarca controladora y cascarrabias.
Antología de seis capítulos, cada uno enfocado desde una perspectiva distinta con respecto a la frontera norteamericana y a los peculiares personajes que habitan en sus alrededores. Cada parte cuenta una historia distinta basada en las convenciones del Lejano Oeste de los Estados Unidos. La balada de Buster ScruggsCriticaCanciones, polvo, mesas de póquer, sartenes, indios (americanos), un pollo, oro, los ladridos de un perro, dos tipos de personas, la muerte.Anoche me enganché a un libro antiguo. Era del 1873. Se trataba de una recopilación de relatos ambientados en el lejano oeste titulado “The Ballad of Buster Scruggs and Other Tales of the American Frontier”. La edición era de lujo, con tapa dura, y cada relato estaba introducido por una magnífica ilustración de una escena que aparecería en él. Encontré música, colores, humor, drama, filosofía, acción…Ah, no, que no era un libro de verdad. Los hermanos Coen nos la han vuelto a colar; como cuando nos aseguraban al principio de “Fargo” que aquella historia estaba basada en hechos reales, ahora juegan a fingir que “The Ballad of Buster Scruggs” es la adaptación de un libro.Entonces, unificados por el marco incomparable del salvaje oeste americano se dan cita seis relatos que componen una completa antología de lo que es el cine de los hermanos Coen. Y no se echa en falta ninguna de sus señas de identidad: un envoltorio atractivo, un guion consistente y a rebosar de líneas memorables, actores que disfrutan con sus personajes (algunos con incontinencia verbal, otros casi mudos)…, y por encima de todo un omnipresente humor negro.La película es irregular, pero no porque tenga capítulos buenos y capítulos mediocres, sino porque mezcla en sus seis cortometrajes todos los registros de los Coen, desde la comedia histriónica hasta la tragedia griega.A cada espectador le va a gustar más un relato u otro, pero no hay uno solo que deba menospreciarse; al menos a mí me pareció que todos ellos tienen potencial para dejar huella. (Mis favoritos: “The Ballad of Buster Scruggs”, “The Gal Who Got Rattled” y “The Mortal Remains”.)La frase: «La inseguridad… es apropiada para asuntos de este mundo. La seguridad se nos revela en el más allá. Creo que la seguridad respecto a lo que vemos y tocamos pocas veces está justificada, si puede estarlo. En la historia, desde nuestro pasado, ¿qué seguridades han perdurado? Y aun así nos precipitamos a buscar otras nuevas, buscando su consuelo. ¿Seguridad?..., es el camino fácil.»El personaje: Buster Scruggs (Tim Blake Nelson) es el más carismático; por algo le llaman el Pájaro Cantor de San Saba, entre otras cosas.La escena para el recuerdo: los tiroteos están todos magníficamente filmados, son tensos y divertidos, pero a parte de eso destacaría la negociación entre el personaje de Tom Waits y un búho. La balada de Buster Scruggs
Maggie (Anne Hathaway) es una mujer independiente que ha decidido vivir sin ataduras. Pero conoce a Jamie (Jake Gyllenhaal), un joven cuyo irresistible encanto funciona no sólo con las mujeres, sino también dentro del despiadado mundo de las ventas farmacéuticas. La relación entre Maggie y Jamie, para sorpresa de ambos, desemboca en amor. El film se basa en una historia real: la de Jamie Reidy, un vendedor de Pfizer (empresa farmaceútica que puso a la venta la Viagra) que sacó a la luz algunas de las prácticas de las compañías farmacéuticas. Love and Other Drugs De amor y otras adiccionesCritica:Cuando vas al cine sin ninguna película en el punto de mira y eligiendo una de la cartelera lanzando una moneda al aire, prácticamente a ciegas, lo normal es equivocarse o... llevarte una grata sorpresa. La película de Edward Zwick no es ni una cosa, ni la otra, ni frió, ni calor. Amor y otras drogas ofrece poco amor pero mucho sexo, los personajes están entre sábanas la mayor parte del tiempo, lo cual agradará a los fans de ambos protagonistas. También ofrece drogas, de las legales y recetadas, las cuales solo son una excusa inicial para contar una historia de enamoramiento entre comillas, del que surge a base de roce, del frotamiento vertical y horizontal. De amorLa película falla en ciertas partes, no engancha la trama, y a su vez el trabajo del personaje de Gyllenhaal empieza fuerte, pero acaba en un segundo plano demasiado rápido. Y como historia romántica al uso es aceptable pero nada nuevo o destacable de algún modo. La típica película para ir con tu pareja, sí, pero eso precisamente hace que tenga poca vida útil para cualquiera y la convierte en fácilmente olvidable. La guinda la ponen diálogos con ínfulas de grandeza y personajes vistos mil veces. Ni hablemos de esa moda que lleva impuesta desde hace tiempo, con el típico compañero de piso tipo Notting Hill, con aires grotescos que deben provocar la carcajada del público, aquí en forma de hermano rechoncho de Jamie. O el imprescindible rol de chico gay tipo Mejor imposible, pero en esta ocasión convertido en un mero secundario de relleno, que pasa casi desapercibido. De amorAsí pues, y visto que la película da lo justo para una sesión de arrumacos con la pareja, lo único que queda a lo que agarrarse son las actuaciones. Jake Gyllenhaal cumple con el trámite sin florituras, Anne Hathaway interpreta a una joven que padece parkinson y explota su vena dramática sin alardes. Los que lucen, no inesperadamente, son dos veteranos secundarios como Oliver Platt y Hank Azaria, que sin hacer tampoco nada del otro mundo, demuestran lo importante que es su labor y que sin estos, la sesión se habría hecho demasiado pesada. De amor
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