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Tras la Segunda Guerra Mundial, Harry Haft es un boxeador que luchó contra sus compañeros en los campos de concentración para sobrevivir. Atormentado por los recuerdos y la culpa, intenta utilizar las peleas de alto nivel contra leyendas del boxeo como Rocky Marciano para volver a encontrar a su primer amor....The SurvivorCritica: una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... The Survivor
Hace ocho años que Batman desapareció, dejando de ser un héroe para convertirse en un fugitivo. Al asumir la culpa por la muerte del fiscal del distrito Harvey Dent, el Caballero Oscuro decidió sacrificarlo todo por lo que consideraba, al igual que el Comisario Gordon, un bien mayor. La mentira funciona durante un tiempo, ya que la actividad criminal de la ciudad de Gotham se ve aplacada gracias a la dura Ley Dent. Pero todo cambia con la llegada de una astuta gata ladrona que pretende llevar a cabo un misterioso plan. Sin embargo, mucho más peligrosa es la aparición en escena de Bane, un terrorista enmascarado cuyos despiadados planes obligan a Bruce a regresar de su voluntario exilio. The Dark Knight Rises El caballeroCritica:Hay películas que por su complejidad son difíciles de abordar. Otras que son ‘hijas de su tiempo’ y están condicionadas por las expectativas que uno tiene depositadas en ellas. “The Dark Knight Rises” (TDKR por acortar) pertenece a este segundo grupo gracias al culto que ha generado su director desde que se hiciera un nombre con la inteligente “Memento” (su debut oficial, “Following” apenas ha sido visto por seguidores del director) y que con su notable acercamiento a la franquicia cinematográfica Batman (en una trilogía que ahora concluye) se ganó elogios, fans y claro, detractores. Con TDKR temo que tanto unos como otros vayan a defender/atacar por igual en la que es indudablemente la menos buena de este tridente maestro en el que la oscuridad y el acercamiento realista a la fuente original se dan la mano para dejar un espectáculo memorable. Si con la primera sentó unas bases en la segunda (la brillante, anárquica “The Dark Knight”) hizo fácil lo difícil. En esta tercera busca un equilibrio y aunque el espectáculo sigue siendo sobresaliente (en términos de entretenimiento) el guión flaquea en puntos donde no debería. El caballeroSi bien el acercamiento de Begins era casi melancólico con un autor reinterpretando la leyenda del héroe con y sin la máscara, en TDK la cosa cambiaba. La textura era la de un cómic, con el caos representado en forma de Joker intentando corromper la realidad. TDKR es de las tres la que más cerca está del mundo terrenal en términos de tratamiento de la imagen, planteamiento de conflictos y desarrollo/interacción entre los personajes. Curiosamente al mismo tiempo es la que más traiciona todo esto al abrazarse (mediante giros) a esa fantasía comiquera que puede leerse en los tebeos anteriores al trabajo de Frank Miller. El híbrido es extraño y funciona casi siempre, pero si bien en las primeras películas había que hacer alguna concesión aislada aquí se vive en un estado perpetuo de anulación de todas las leyes lógicas posibles. El caballeroCon esto no quiero decir que TDKR sea fallida a nivel narrativo, nada más lejos de la realidad. Lo que plantea lo hace bien siempre y cuando la suspensión de la realidad se aborde desde el primer momento sabiendo que se va a asistir a un cómic en movimiento, por supuesto mucho más apegado a la realidad que en los trabajos previos basados en el hombre murciélago (desde los 60 hasta los dípticos de Tim Burton/Joel Schumacher). El problema viene así por ciertos giros que sacan un poco de la película, que por otra parte hace un trabajo ejemplar a la hora de desarrollar a sus personajes incluso para aquellos que se suman ahora a la franquicia: desde John Blake hasta Catwoman, pasando por Bane, dándole más protagonismo a Fox o Alfred, y volviendo a Begins a la hora de otorgar al icono de Gotham (Wayne/Batman) la importancia que perdió en TDK a favor de Joker/Dent…..El caballero de la noche asciende. El caballero
Eddie Garrick es un hombre de buen corazón que ha perdido la fe en la magia de la Navidad. Mientras pasa tiempo en Nochebuena con su hija de 9 años, Charlotte, entabla amistad con un misterioso hombre vestido de rojo llamado Nick.
Un mensaje enviado por error desata un romance virtual entre una chica lista pero no muy popular y un adorable atleta, que cree que del otro lado hay una bella porrista.
Un joven nigeriano-americano que trabaja en el mundo financiero tendrá que afrontar el amor, la familia y las drogas cuando su ambición le lleva por un mal camino. PriceCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. PriceEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Price
Un trabajador social asignado al cuidado de la hija de una madre soltera interviene cuando el padre regresa de la cárcel y los atrae a una vida delictiva...The GatewayCritica: llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... The Gateway
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