Emprendiendo su guerra individual contra el mundo del crimen organizado, el Castillo del vigilante-héroe despiadado Frank aspira al jefe de la muchedumbre demasiado entusiasta Billy Russoti. Después de que Russoti se abandona horriblemente desfigurado por el Castillo, sale para la venganza bajo su nuevo alias: Jigsaw. Con el «Grupo de trabajo de Punisher» caliente en su rastro y el FBI incapaz de recoger a Jigsaw, Frank debe resistir al ejército formidable que Jigsaw ha reclutado antes de que más de sus malos hechos vayan impunes.
Un tenaz policía intenta descubrir al culpable de una serie de asesinatos en un pueblo tailandés. Earl, un expatriado británico, se convierte en su principal sospechoso.....¿Asesinato? ¿Qué asesinato?Critica; que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... ¿Asesinato? ¿Qué asesinato?
Michael consigue el trabajo de sus sueños: el de coordinador del programa Oil for Food de las Naciones Unidas. Pronto comenzará a darse cuenta de que la única persona en la que puede confiar es en su jefe, un diplomático experimentado. Hasta que en medio de la lucha contra los países que, como tiburones, buscan el petróleo de un Irak en plena posguerra, descubrirá una enorme conspiración a los más altos niveles.
Maggie Swann (Monaghan) es un condecorada médico del ejército de los Estados Unidos y madre soltera que, tras regresar de una temporada de servicio en Afghanistan, descubre que su vínculo con su hijo de 5 años se ha deteriorado... Fort BlissCritica:Desde hace muchas décadas el Pentágono y Hollywood están asociados, estos últimos porque necesitan de los equipos o instalaciones de los primeros, sin lo cual seria imposible frente a los costos de producción, ello por supuesto tiene un precio lo cual hace que los militares revisen los guiones, más allá de esta aclaración, no quiere decir que todas la películas sean de “propaganda” pero también cuentan con las limitaciones de poder criticar en forma exacerbada a la fuerza armada de que se trate. Vale como aclaración previa en el análisis de presente película tiene como particularidad que esta dirigida por una mujer Claudia Myers y protagonizada por Michelle Monaghan que cuenta la vida una paramédica, una Sargento que presta servicio en Afganistán comienza con la típicas escenas bélicas pero toda la película hace hincapié en las dificultades para insertarse lo cotidiano, como hace una mujer para insertarse en los diferentes roles madre divorciada, la complicada relación con su hijo de 5 años, la sexualidad sus problemas en el ejercito y sus problemas fuera. Fort BlissPor una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Fort BlissEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Fort Bliss
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