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A sus cincuenta años, Halla, profesora de canto, declara la guerra a la industria local del aluminio, que está contaminando su país. Para ello, toma todo tipo de riesgos con el fin de proteger el medio ambiente en Islandia. Pero su situación podría cambiar con la llegada inesperada de una carta.
Dos actores de muy diferentes trayectorias chocarán por sus métodos contrapuestos durante la preparación de una película financiada por un millonario ávido de notoriedad y dirigida por una prestigiosa y algo excéntrica directora....Competencia oficialCritica: No hay más ciego que el que no quiere ver. Por fortuna a la sociedad entre Gastón Duprat y Mariano Cohn -sea con o sin el segundo implicándose en 'Mi obra maestra'- no le faltan ojos para observar, reírse y radiografiar el esperpento en una hoda de mofas al mamarrachismo, la estulticia y la ostensible superficialidad que rodean a las altas esferas de la élite cultural, ya sea en la rama literaria ('El ciudadano ilustre'), en la pintura y las artes plásticas -en la ya aludida incursión en solitario de Duprat- o, como en este caso, al choque de personalidades opuestas durante los ensayos de una gran producción cinematográfica donde la borrachera de egos desfila a través de unos histriones consumidos por el hambre de notoriedad y el derroche de popularidad -la tragadera autoparódica presente en el hollywoodiense Félix Rivera es directamente proporcional a la grandeza de un, ahora sí, convenientemente sobreactuado Antonio Banderas-, en una Penélope Cruz tan divertidamente petarda como no la recordaba desde... nunca, dejándose exorcizar por (me mojaré adivinándolo) a partes iguales por Lucrecia Martel e Isabel Coixet. La guinda de contrapunto a tamaña feria de las vanidades la pone un Oscar Martínez cuyo Iván Torres, curtido animal de teatro, carece tanto de filtros o postureos arribistas como de humildad. Por su parte, Pilar Castro e Irene Escolar gozan de gloriosas intervenciones, sin que al menos a una de las dos le haga falta abrir la boca durante más de dos segundos -no para hablar-. Con cartas así es difícil equivocarse. Y menos cuando sabes que la acidez y la incorrección política son resortes fijos en el cine de sus directores. Tan buena como cabía imaginar para los que ya eramos adeptos a Cohn & Duprat. Y si no ya tardas en descubrirlos.... Competencia oficial
In a future where Mars is terraformed and colonized by the best humanity has to offer, two very different college students wind up joining forces and sneak onboard a space shuttle to the red planet in order to be united with their significant others......Sueños de MarteCritica: esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia...... Sueños de Marte
Ivan (Theo James) es un ladrón de arte que quiere dejar su oficio. Elysa (Emily Ratajkowski) es una aspirante a actriz a quien persiguen sus pecados en Hollywood, así como una montaña de deudas. Cuando se conocen, ambos sienten una gran atracción mutua. Lying and Stealing EstafadoresCritica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. EstafadoresEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Estafadores
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