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Película sobre un brote epidémico de un nuevo virus de la rabia en Venezuela y un padre que intenta salvar a su hijo del contagio. Un hombre ruso está en Caracas bajo la influencia de la droga Krokodil, cuando se infecta con el virus de la rabia y comienza una epidemia de seres agresivos y caníbales. El doctor Adam Vargas está en medio de todo esto, cuando comienza un viaje dentro de una devastada Venezuela para salvar a su hijo de la infección. InfecciónCritica: Muchas son las películas de zombis desde que en 1931 White Zombie (La legión de los hombres sin alma) viera la luz, pocas tan reconocidas como La noche de los muertos vivientes (1968) del maestro George A. Romero o mirando hacía el panorama nacional No profanar el sueño de los muertos (1974) de Jorge Grau, pero si algo han traído los tiempos modernos es impaciencia, todo va deprisa y todo tiene que ser al momento, por eso, y a pesar de que sigan apareciendo a cuentagotas películas al uso sobre zombis, hay que reconocer que éste subgénero del terror ha evolucionado, y ahora lo que interesa son los infectados, zombies prácticamente, pero que corren que se las pelan, como ya pudimos ver en 28 semanas después (2007) o Tren a Busan (2016). InfecciónUn nuevo brote epidémico de la rabia aparece en Venezuela, la situación es caótica y descontrolada, pero un médico de una aldea llamado Adama Vargas deberá cruzar medio país para encontrar a su hijo y salvarlo así de la nueva epidemia que tiene sumida al país. InfecciónComo he dejado entender en el preludio los guionistas Flavio Pedota y Yeimar Cabra proponen un híbrido entre películas de infectados rabiosos y survival con tintes dramáticos, son muchos las historias de éste tipo, así que nuevamente como ya ha ocurrido en otras reviews sobre películas de ésta índole el factor más interesante es la localización del film, en éste caso Venezuela, siendo alguno de los dobles sentidos propuestos sobre el conflicto lo más interesante, aunque a título personal me hubiera gustado mucho más descaro, por otro lado considero que especialmente al final del film, el relato se trata demasiado en serio a sí mismo para lo que venía siendo la historia, la resolución final he de confesar que me ha generado desencanto, ya que considero que esta falta de originalidad rebosa de exceso de complacencia. Es una auténtica pena ya que la historia da la oportunidad a sus guionistas de haber puesto punto y final de una manera muy rompedora y sorprendente.
Sumergidos en sendos problemas económicos y en medio del divorcio, la Familia Garibaldi hereda el hermoso pero destruido edificio "La Maravilla", en la calle El Conde de la Zona Colonial. En medio de la mudanza, el padre trata de ganar la simpatía de sus hijos, pero las circunstancias en el edificio no lo ayudan, pues sus nuevos vecinos tienen iguales o mayores problemas económicos que ellos. La MaravillaCritica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. La MaravillaEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. La Maravilla
Cuatro chicos de Harlem conviven con la música rap (del cual uno intenta convertirse en un gran DJ), las máquinas recreativas del bar al que van cuando hacen novillos, y las bandas callejeras. Bishop, el más influyente del grupo, convence a los demás para atracar un ultramarinos. Este hecho marcará su amistad y sobre todo sus vidas.
Lauren Adrian (Jennifer López) es una ambiciosa periodista de Chicago que aspira a ser corresponsal en el extranjero. Su jefe la envía a Ciudad Juárez (México) para investigar la desaparición y asesinato de cientos de jóvenes obreras de las 'maquiladoras', fábricas mejicanas situadas en la frontera, en las que se montan componentes electrónicos para Estados Unidos. Lo que Lauren averigua va mucho más allá de lo imaginable.
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