Enrique y Víctor eran íntimos amigos durante su etapa universitaria. Un absurdo contratiempo, asociado a la inmadurez, provocó un distanciamiento entre ambos que se prolongó durante años. Enrique ha decidido romper el hielo y ha contactado con su viejo amigo, citándolo en su casa. Víctor accede entusiasta a la cita, aunque, desgraciadamente, ignora el motivo real del encuentro....IsóscelesCritica: que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Isósceles
Henry Long busca desesperadamente una cura para la afección que lo deja incapaz de sentir dolor físico. PainlessCritica: No es un thriller, los que la vean háganlo sin esperar eso, porque no, no hay asesinatos, ni asesinos, ni persecuciones, ni nada, es u drama sobre un tipo que no siente dolor y se ha pasado toda la vida tratando de descubrir la formula científica para lograrlo. Probablemente con más presupuesto y actores más talentosos hubiera sido una gran película, el guión es bueno, los personajes están bien estructurados, las situaciones igual, no es impresionante pero si daba para lograr mayor financiamiento.Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado.Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.
Nancy Stokes, una maestra de escuela jubilada, anhela algo de aventura y sexo. Buen sexo. Su difunto marido Robert le proporcionaba un hogar, una familia y algo parecido a una vida, pero nunca tuvo buen sexo de él. Ahora que hace tiempo que Robert falleció, Nancy pone en marcha su plan y contrata a un joven gigoló que responde al exótico nombre de “Leo Grande”. En una habitación de hotel anónima, Nancy recibe a Leo. Su aspecto es tan bueno como el de su foto, pero lo que ella no esperaba era una gran conversación. Nancy descubre que le gusta. Y a él le gusta ella. Con una gran confianza sexual, Nancy empieza a relajarse. En el transcurso de su encuentro, la dinámica de poder cambia y las máscaras de los personajes empezarán a desmoronarse.
La vida de Camille, una adolescente de los suburbios, cambia repentinamente cuando conoce a un grupo de chicas que hacen skate. Según se va adentrando en esta subcultura neoyorquina, empieza a entender el valor de la amistad y a conocerse a sí misma.
Tras aceptar el trabajo de sus sueños en París, Emily Cooper, ejecutiva de marketing de Chicago, estrena una vida de aventuras mientras compagina trabajo, amistad y amor....Emily en ParísCritica: Ese es el nivel medio de la serie. Lo digo para no crear falsas ilusiones a los fans de Lily Collins (club que fundé yo mismo hace años), cuyo talento aquí es totalmente prescindible hasta el punto que te das cuenta de que este mismo guión protagonizado por Mila Kunis, Jennifer Love Hewitt o cualquier otra actriz nula de rostro resultón, habría dado exactamente el mismo resultado... (el resultado es horrible, adelanto)Vaya mi reseña dedicada a los cuatro o cinco que no leen revistas sino libros, que no ven concursos ni salseos televisivos sino documentales y películas -y más aún a los que directamente han dejado de ver la tele-, y a los que tienen correo electrónico y whatsapp pero no Tik-Tok ni Instagram. Estos últimos (los... las del Tik-Tok y el Instagram) puede que sean el público potencial (el “target” que dirían los cursis) de esta comedieta superficial, chiclosa, pretendidamente modernera y más anodina e intrascendental que un capítulo de ‘First Dates’. En ese sentido, es hija de estos tiempos vanales y falsarios.Desde lo artístico, la serie no es nada. Actores no dirigidos (que no paran de moverse y gesticular en todo momento) interpretando a clichés andantes; alguna penosa referencia al gran éxito gabacho del siglo, AMELIE (escena de rompiendo la crema catalana con la cuchara). Una canción famosa cada 3 minutos, colorín, tomas de drones de la ciudad, gente guapa y bien vestida (discutible esto último)... Que por cierto, ¿y la gente fea? ¿Y las gordas, los tíos raros, la gente normal de la calle? No los verás aquí: de nuevo, hija de nuestro tiempo.... Emily en París
Desde que su mujer murió quemada en un accidente de coche, el Dr.Ledgard (Antonio Banderas), eminente cirujano plástico, se interesa por la creación de una nueva piel con la que hubiera podido salvarla. Doce años después consigue cultivarla en su laboratorio, aprovechando los avances de la terapia celular. Para ello no dudará en traspasar una puerta hasta ahora terminantemente vedada: la transgénesis con seres humanos. Pero ese no será el único crimen que cometerá...La piel que habitoCritica: La última película de Almodóvar permite al espectador cambiar y mutar su propia piel a convicción, distinción y predisposición. La epidermis en la que se mueve es tan fina y sensible que puede producir sopor, dolor, indiferencia o absoluto placer a discreción. No hay que engañarse tampoco: no es una nueva piel del cineasta ya que vuelve a vestirse sobre membranas que habitaban en sus cintas anteriores. No faltan sus continuados deslices, sus desvaríos y mezcolanza en cuanto al género, referencias y los detalles y recursos del guión que pondrán la piel de gallina a sus detractores e incluso a bastantes de sus seguidores. Pero por encima de todo habita el melodrama aldomovariano tradicional que empapa de sangre vital todas las pieles que la componen.Si en “Los abrazos rotos” el mosaico quedaba dibujado en esas fotografías partidas, desgarradas y destrozadas en cuerpo y alma, invitando a componer el puzle que formaban, aquí los retales de tela succionados por un aspirador nos dan respuestas aunque no conozcamos realmente las preguntas. Porque “La piel que habito” forma una película con un primer acto oculto y velado en el interior de unos torturados personajes. Unas breves imágenes residuales en un televisor dan completa forma a la historia: un guepardo devorando a una pequeña gacela ante la impotencia de los vencidos y el yoga como salvación interior mediante la calma y paciencia ante la destrucción exterior.... La piel que habito
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