Cumpliendo con su amenaza, Grindelwald escapa de su custodia y ha comenzado a reunir seguidores, la mayoría de los cuales no sospechan sus verdaderas intenciones: alzar a los magos purasangre para reinar sobre todas las criaturas no mágicas. En un esfuerzo por frustrar los planes de Grindelwald, Albus Dumbledore (Jude Law) recluta a su antiguo estudiante Newt Scamander, quien accede a prestar su ayuda, sin conocer los peligros que aguardan. Las líneas quedan marcadas mientras el amor y la lealtad son puestos a prueba, incluso entre los amigos más cercanos y la familia, en un mundo mágico cada vez más dividido....Animales fantásticos: Los crímenes de GrindelwaldCritica: "Uníos a mí... o morid". Gellert Grindelwald.Cuando uno se aproxima a una de las películas de Harry Potter, y por añadidura, de Animales fantásticos, va bastante tranquilo, porque sabe que hay unos estándares de calidad que el universo de J.K. Rowling ha cumplido hasta el momento. Resulta, por tanto, bastante sorprendente, que ese nivel de calidad no sólo no se haya alcanzado, sino que nos encontramos ante la peor de las ya 10 películas ambientadas en ese mundo, y con una diferencia muy considerable.Creo que lo más sangrante de todo es ver como Rowling, que debería haberse quedado en la escritura de novelas, donde claramente se mueve mejor, construye un guión que avanza a trompicones, que modifica personajes de manera abrupta y que alarga la trama durante unas innecesariamente largas dos horas y veinte de película. No contenta con eso, da la impresión de ser una niña que juega con una caja de muñecos, a los que mueve y altera a su antojo. Igual cuando llegó a las librerías Harry Potter y el legado maldito, la obra de teatro que continuaba la historia del mago protagonista, deberíamos haber visto que era aquí donde íbamos a acabar, porque cometía exactamente los mismos fallos.Si digo que esto en particular es lo más sangrante es porque hay cosas que sí funcionan:....Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald
En la costa de California se alza el pintoresco centro turístico de Antonio Bay. Mientras sus residentes se preparan para las celebraciones del centenario de la ciudad, la tripulación de un viejo barco aparece brutalmente asesinada. Al mismo tiempo, en el mar, una misteriosa niebla que oculta un mortífero secreto comienza a desplazarse inexorablemente cada noche hacia la costa. Según una leyenda local, estos extraños sucesos están aparentemente relacionados con un terrible acontecimiento sucedido hace cien años. A medida que se aproxima el día del centenario el horror se acerca a su clímax.
Charlie sufre narcolepsia, con episodios repentinos de parálisis cada vez que experimenta emociones fuertes, en particular, mucha alegría. Él va desarrollando una serie de técnicas para negarse a sí mismo demasiado placer y felicidad, pero son puestas a prueba cuando se enamora.
Judith lleva una doble vida entre Suiza y Francia. Por un lado, Abdel, con quien está criando a su hija en común. Por el otro, Melvil, con quien tiene dos hijos un poco mayores. Poco a poco, este frágil equilibrio hecho de mentiras, secretos e idas y venidas se va fracturando. Ante el desenmascaramiento, Judith elige la huída hacia adelante. Madeleine Collins CriticaMadeleine Collins presenta una historia compleja y exige al espectador un trabajo excesivo, que no es suficientemente recompensado en su resultado final.La trama de una persona, mujer en este caso, que lleva una doble vida –con dos familias distintas en dos países distintos– no es nueva y, de hecho, es un tema habitual en series y telefilms de sobremesa.Para distinguirse del subgénero, Antoine Barraud introduce, paulatinamente, algunos detalles diferentes, como el hecho de que las otras parejas conocen algo de la existencia de quienes conviven con Judith (la protagonista) en el extranjero. Lejos de aumentar el interés, lo que provocan estas revelaciones esporádicas es una mayor confusión del público y cierto desaliento al comprobar que las nuevas puertas que se abren en el relato llevan, inexorablemente, a otros callejones sin salida.Toda gira, como es lógico, en torno a Judith. Interpretada correctamente por Virginie Efira, tiene fuerza y una apariencia subyugante. Sin embargo, conforme avanza el metraje, la ausencia de un fundamento psicológico o histórico a su comportamiento ocasiona que el atractivo se convierta irritabilidad. Se hace muy difícil acompañarla en sus desvaríos y se anhela un final que llegue pronto, sin importarnos el destino definitivo que sufra.La debilidad del guion se manifiesta también en la segunda mitad de la película, cuando empieza a arrojar alguna luz sobre la narración. Para ello, usa distintos métodos: un manido flashback y, más interesante pero igual de ineficaz, la aparición del director israelí Nadav Lapid en el personaje de Kurt, para evidenciar la fascinación que Judith produce en los demás. Estas explicaciones, aparte de ser poco clarificadoras, llegan tarde y no consiguen levantar el interés.Es cierto que, durante la primera parte del film, Barraud logra imprimir al relato una tensión creciente que intriga al espectador, favorecida también por el buen hacer de todos los actores. Prolongar la tensión privando a la audiencia de cualquier información es lo que, finalmente, autodestruye el proyecto. Madeleine Collins
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