6.2
Barney Thompson es un torpe y tímido barbero que trabaja en una peluquería de Glasgow. Lleva una vida mediocre de soltero empedernido, se siente ninguneado en el trabajo y en casa, donde debe lidiar con una madre dominante. Su rutina sufre un cambio inesperado el día que su jefe le comunica que lo va a despedir por su incompetencia y por su mal talante con los clientes. Es entonces cuando un homicidio involuntario lo convierte en el principal sospechoso de una serie de macabros crímenes, obra de un psicópata. Debido al acoso al que lo somete la policía, se ve obligado a mentir e improvisar para intentar librarse de semejante acusación. The Legend of Barney ThomsonCritica:Una comedia a ratos, con personajes disfuncionales bien delineados, con algunos buenos diálogos, con situaciones que van de lo chocante, a lo hilarante, pasando por lo absurdo. No es un film equilibrado pero resulta prometedor por si el novel realizador decide continuar, deja destellos de buen alumno de la escuela británica (la mencionada Ealing, sumada a los más actuales Martin McDonaugh o Danny Boyle), añadiendo elementos de Tarantino o los Coen, en el primero la violencia atávica influenciada del western, y en los hermanos lo concerniente al cinismo, a su humor retorcido, a la flema y patetismo de los protagonistas, de hecho Barney puede ser un remanente de Ed Crane de “El hombre que nunca estuvo allí” (2001), derivando en una miscelánea recomendable y atrayente. Tiene su fuerte la cinta en su imprevisibilidad, en que sabe sorprenderte, con lo que gana al espectador que se mantiene atento al siguiente giro argumental, y sobre todo una espectacular fuerza de la naturaleza en la actriz Emma Thompson. Todo evoluciona en un aire naif, burlón, jocoso, en la construcción de personajes al borde de la caricatura, en un una estructura donde se dan cita la psicopatía, el patetismo, las batallas intestinas policiales, la amoralidad, los problemas laborales en la madurez, en un mejunje del que se extraen buenas sensaciones. ThomsonEn el relato hay momentos de risas, pero sobre todo de muecas de sonrisas, una simpática obra con la que pasaras un rato ameno, pero sin calarte, pero a la que le falta mala leche, mordacidad, arriesgar un poco para salirse de los lugares comunes. Hay humor ácido, agrio, grotesco, macabro, con sugestivos duelos actorales, los de Carlyle con Emma Thomson, o los de Ray Winstone con el propio protagonista. Una evolución salpicada de secuencias ingeniosas, pero en un todo orgánico irregular, no sabiendo a que tono decantarse, si por el de la comedia o el dramático, pasándose en algún momento de vuelta en su retorcimiento, además en su pese está un tramo final apresurado, hecho a empujones, aunque es impactante y turbador su descolocante clímax final, de claras resonancias a western mezclado con Tarantino. Thomson