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Y a Dios que me perdone! (2017), La esposa de Toribio ha sido diagnosticado con leucemia después del parto. Acorralado entre la falta de planes de salud confiables y su bajo ingreso como oficial de policía, Toribio toma su arma y va a hacer todo lo posible para salvar a su esposa. Y a Dios que me perdoneCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Y a Dios que me perdoneEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Y a Dios que me perdone
Drama criminal en torno al asesinato en 1995 de Maurizio Gucci, nieto del fundador del imperio de la moda Gucci, que apareció asesinado por orden de su exmujer Patrizia Reggiani, conocida como la "viuda negra de Italia"....La casa GucciCritica: Pues la verdad es que no me interesa lo más mínimo el mundo de la alta costura, ya que no soy cliente habitual, tampoco conocía los entresijos de esta familia tan particular italiana. Eso si había oído lo del asesinato y del juicio posterior por las noticias. Pero tengo que decir que Ridley Scott vuelve a hacer un gran film después de habernos ofrecido en poco tiempo su anterior gran película "El último duelo".Patrizia Regianni, se casa con Maurizio Gucci, a pesar de las advertencias de su padre. El máximo heredero del imperio y la fortuna de Gucci es un ingenuo y romántico joven, ella es una cazafortunas descarada. Cuando ella comienza a envenenar la empresa familiar se desatara el infierno.Lo bueno del guion de Roberto Bentivegna y Becky Johnson es que no aburren con los problemas empresariales, sino que se centran más en las vidas familiares de los Gucci, la opulencia, la falsedad o la traición. Aunque a veces peca de una narrativa confusa el resultado es sobresaliente y te engancha bien durante los 150 minutos que dura.La puesta en escena y vestuario son exquisitos, Scott se maneja en cualquier época para deslumbrar al espectador. Las interpretaciones son dignas de elogios empezando por Adam Driver y Lady Gaga, los dos están fantásticos, destaca la interpretación de ella que tiene que medirse con grandísimos actores como Al Pacino, Jeremy Irons, Salma Hayek o un Jared Letto irreconocible.La visión más interesante claro esta es el personaje de Patricia, una mujer que consiguió cazar a su presa, se enamoró profundamente y que la ambición y la codicia hizo que se torciera convirtiéndose en un verdadero monstruo. ...La casa Gucci
La historia de amor de Apollo y Emma era un cuento de hadas... hasta que Emma desapareció misteriosamente. Desolado, Apollo se encuentra en una odisea desafiante por una ciudad de Nueva York que no sabía que existía.
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