Cuando Gabriela, una ejecutiva de San Francisco, gana un hotel en Nueva Zelanda, dejará atrás la vida en la ciudad para restaurar la propiedad con ayuda de Jake Taylor, un apuesto contratista. Amor en obrasCritica*Falling inn Love (Amor de Posada)Para que nadie pierda el tiempo y antes de comenzar con este pastelito rosa, totalmente repleto de calorías y grasas saturadas, solo les advierto y después decidan, que no es ni más ni menos (siendo benevolente), que cualquiera de las películas de sobremesa de los fines de semana, en cualquier canal en abierto, ahora suelen ser preferentemente, de origen teutón.Dicho queda y sigo.Chica americana, joven y guapa, en paro y sin pareja (lo del ex novio de la niña, es para que pase a los Anales del Cine), es agraciada (manda eggs), con un hotel en Nueva Zelanda.¿Sigo?El hotel está medio en ruinas, pero ello se afana en restaurarlo. Eso sí, previamente ha conocido al soltero de oro del lugar Jake (Adam Demos), que por un nuevo azar del destino, es contratista.No sabemos si estamos en Nueva Zelanda o en Disney World; todo el pueblo es maravilloso, desde el galán hasta la supuesta mala de la película.No faltan la pareja enamorada de gays, que la reciben con los brazos abiertos, el dueño del Bricomart que está loco con ella, porque en vez de Norman lo ha llamado Norm, la dueña del Vivero que parece su madre o su hermana y hasta una cabrita que se lleva la mitad de la película dando calor.Para que todo no sea felicidad, al pobre galán se le murió la novia hace tres años y además encuentran unas cartas de amor dentro de un tabique e investigan si pudo ser de la anterior dueña de la casa.Gotas de humor (se rompe un grifo, se cae una puerta o el chillido que pega la nueva dueña del hotel cada vez que ve a la cabrita), y sinceramente mejor me callo, porque me estoy conteniendo y bastante enfadado ando con los amigos de Netflix, a los cuales suelo defender a ultranza, pero queridos, lo defendible, no lo totalmente indefendible, que no soy espartano.*La afortunada y el contratistaGabriela, la afortunada, (Christina Milian), excelente cantante de R&B (para esto tenemos un experto en Cinemagavia, pero bueno, con tu permiso Fran); una especie de música jazz, movidita y con ritmo).Como sin con un par de participaciones intrascendentes en el cine, llega Mediaset y pone a Rosa López a interpretar la segunda parte de Love Story (1970), pero además, pasada por el filtro de Esta casa es una ruina (1986) y Bajo el sol de la Toscana (2003).Zapatera a tus zapatos, por Dios, que te llevas toda la película chillando, poniendo caritas y luciendo tipito. Pésima en la presunta parte cómica y horrible en la presunta parte dramática, al menos podías haber cantado algo, querida.Jake, el galán contratista (Adam Demos), actor australiano de televisión, su primer papel protagonista en una cinta; Lo siento, pero más de lo mismo y además este no canta, júzguenlo ustedes, le deseo lo mejor.*El que pasaba por allíEl director (Roger Kumble), estadounidense; guionista (no aquí), director de cine y dramaturgo.Con dos obras curiosas en su haber, o al menos no desdeñables; Crueles Intenciones (1999) y La cosa más dulce (2002).Un drama adolescente, con una maquiavélica apuesta y una simpática comedia, que se apartaba un poco de los cánones tradicionales.Querido, ni Netflix ni San Netflix, que no me creo, que no supieses a donde iba destinado, el medio engendro que estabas realizando. Amor en obrasCon un guion digno de Ed Wood en su peor momento, unos actores pésimos (córcholis, hasta los secundarios, solo se salva la cabra), un montaje hecho por tu peor enemigo, y lo peor de todo, querido, que consigues justo el efecto contrario que buscas, casi hacer llorar cuando pretendes hacer reír y viceversa.Y por Dios Roger, ¿No había más estereotipos que añadir a tu flamante cinta?.*ConclusiónHoy lo siento, queridos navegantes. No voy a recomendar que vean Amor en obras o Falling Inn Love (su título en Inglés). Hagan lo que estimen conveniente.Amor en obras es un despropósito de principio a fin, la presunta comicidad es nula y hasta absurda y la presunta parte dramática, la he visto mejor en Torrente (1998).Tirón de orejas y gordo a los últimos estrenos Netflix, ya sean producidos o distribuidos, no sé que ha pasado, pero parece que el capricho de Scorsese de 3 horitas y 160 millones de dólares, ha dejado las cabezas de los altos ejecutivos de la plataforma tan vacías como sus arcas. Amor en obras
La historia de amor de Apollo y Emma era un cuento de hadas... hasta que Emma desapareció misteriosamente. Desolado, Apollo se encuentra en una odisea desafiante por una ciudad de Nueva York que no sabía que existía.
Un locutor de internet recluta a un puñado de personas para su espectáculo "experimente el horror" en Gonjiam Psychiatric Hospital, un lugar seleccionado como uno de los "7 lugares más raros del planeta". Deben explorar el asilo embrujado y transmitirlo en vivo en su programa en línea. Para atraer a más espectadores, los anfitriones del programa engañan a los invitados, pero las cosas comienzan a descontrolarse después de que se cuelan en el lugar.
El hallazgo de un fantasma llamado Ernest en su nueva casa hace que la familia de Kevin se vuelva viral en las redes sociales. Pero cuando Kevin y Ernest comienzan a investigar por su cuenta el misterio del pasado de Ernest, se convierten en objetivos de la CIA....Tenemos un fantasmaCritica: ‘Un fantasma anda suelto por casa‘, es una película cuyo título original es ‘We Have a Ghost‘, es decir, ‘Tenemos un fantasma‘. En serio, ¿Qué les costaba no hacer el ridículo de nuevo? Pero no estamos aquí para hablar de las espantosas traducciones de títulos en España, sino del nuevo estreno de Netflix, lo que ya da de por sí da bastante miedo, y todos conocemos los motivos…Pero eh, tienen a David Harbour haciendo de fantasma (podría hacer de servilleta que lo vería igual), a Anthony Mackie de padre de familia, y un tráiler y premisa que nos invitaba a pensar que estábamos ante un regreso de esa deliciosa comedia infantil de los años 80 y 90, y que tanta falta hace en estos días.Pues no, ya os adelanto que no es nada de eso, aunque tampoco un bodrio, simplemente otra producción de Netflix perfecta para un viernes noche, y después olvidarte de ella en cuanto aparecen los títulos de crédito finales. Y eso es todo. Y es que hay una serie de contras que la impiden ir más allá y brillar con luz propia. Para empezar, la película quiere ser demasiadas cosas, en un cóctel de géneros que jamás llega a funcionar.Quiere ser una comedia, pero no hace gracia. Quiere ser dramática, pero no emociona. Quiere ser un thriller, pero no genera tensión, siendo finalmente una producción tan caótica como irregular. Por no hablar de su duración de casi dos horas, una locura a todas luces. Hora y media, o si me apuras, cien minutos, es lo que debería durar siempre un producto de estas características. Ni más ni menos, y aquí se han pasado con el más.En lo que respecta a la dirección, estamos ante un trabajo tras las cámaras bastante efectivo, con una serie de planos muy logrados, aunque no se puede decir lo mismo de los efectos digitales, convincentes cuando se nos presenta al fantasma, pero mediocres en cierta escena que pretende imitar a ‘Bitelchús (‘Beetlejuice‘), clásico del género que se menciona en el propio film, por si había quedado alguna duda de los referentes de sus responsables. Sobra decir que se han quedado a medias de todo..... Tenemos un fantasma
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