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Los Cuatro Fantásticos aprenden que no son los únicos seres con superpoderes en el universo cuando se enfrentan al poderoso Silver Surfer y al come planetas Galactus.
En la dinastía Tang, Xuanzang un sacerdote es enviado hacia el oeste para recuperar las escrituras sagradas del budismo. Durante el camino, Xuanzang libera por accidente a Sun Wukong, el Rey Mono, encarcelado hace 500 años. El vigor y el poder del Rey Mono son conocidos por todos. En ningún caso, él se someterá a un sacerdote. Sin embargo, en un frágil equilibrio, el Rey Mono luchará junto a Xuanzang. Será una pelea para encontrar la búsqueda de la verdad y para hacer reinar la paz. Xi You Ji Zhi: Sun Wu Kong San Da Bai Gu Jing oesteCritica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. oesteEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. oeste
Tras la catástrofe nuclear, Mad Max cruza un desierto donde pierde su caravana de camellos. Llega a una ciudad donde le proponen cambiárselos a cambio de que ataque al tirano de la ciudad subterránea, un enano que fabrica gas metano con excrementos de cerdo.
Frank Martin (Jason Statham) es un indiscutible especialista en entregas de alto riesgo. En esta ocasión se verá obligado, bajo amenazas, a trasladar dos voluminosas bolsas y a una joven ucraniana, Valentina (Natalya Rudakova), desde Marsella hasta Odessa. ¿Qué hay en las bolsas? ¿quién es la chica? ¿qué hay detrás de esta entrega? Frank no conoce las respuestas, pero lo que realmente no sabe es la trampa que le ha tendido el adversario más despiadado y peligroso que nunca se ha encontrado... Transporter 2 El transportador 2Critica:No todo iba a ser glamour, ni acción de calidad. También hay espacio para una sandía como "Transporter 2" en esta ciudad, que no capital sino la desconocida Tallahassee, del estado de Florida. Nos encontramos en esta ocasión con el regreso del pintoresco conductor o transportista, Frank Martin (Jason Statham) en una aventura que viene a ser una versión cutre de "El fuego de la venganza". He de decir que me ha parecido un poco más inteligente y con más lógica, por decirlo de alguna manera, que la original. Sin embargo, la otra es tan descabellada que me hizo reír un rato, cosa que no consigue ésta. Por lo tanto, lo comido por lo servido, quedan en empate. El transportadorEl principal defecto de esta película es que está llena de fanstasmadas y ridiculeces. Por lo que veo hay espectadores a los que no les importa atentar contra el sentido de la realidad, cosa que ya desde "Con la muerte en los talones" ha quedado clara. Sin embargo, precisamente que la acción sea verosímil es lo que distingue un buen trabajo de otro que se acerca a la bazofia. Si pones que una puerta de madera corriente y moliente, funciona como una especie de chaleco antibalas, es una parida, al no ser que lo viéramos en "Agárralo como puedas" en plan parodia. Por último, desastrosa la mala, delgada, pelona y feucha. Es que no es ni sexy. Prefiero la colegiala del principio. El transportador
En el Atlántico Norte, a bordo del lujoso trasatlántico Poseidón (20 pisos, 13 cubiertas) comienza la fiesta de Nochevieja. Mientras tanto, una gigantesca ola de 30 metros de altura se dirige hacia la nave a gran velocidad. Los intentos para desviar el barco y evitar el choque son inútiles. La ola lo golpea con una fuerza colosal y lo vuelca. Los pasajeros y los miembros de la tripulación caen desde una gran altura y van a parar entre los restos del naufragio o se sumergen en el mar. Tras el espectacular y dramático vuelco, las tuberías de gas quedan rotas y escupen fuego, y la electricidad falla dejando grandes secciones del buque sumergidas en la oscuridad y el caos.....PoseidónCritica: Acabo de leer los fragmentos de críticas profesionales –Peter Travers, Fausto Fernández, Torreiro...– que se recopilan en la ficha principal de esta película y me ha sorprendido que reciba tantos elogios. Reconozco que los efectos especiales son espectaculares y que se comienza bien, con una presentación de personajes un pelín acelerada y llena de clichés pero clara. Incluso las primeras "pruebas" a las que tienen que ir enfrentándose, por ser las menos espectaculares, se salvan. Pero cuando ya empieza el Josh Lucas con sus heroicidades, a pulverizar todos los récords de salto y de buceo, a saltarse a la torera las leyes de la física, cuando las situaciones empiezan a ser excesivamente rebuscadas (ver SPOILER), no puedo por menos que echarme las manos a la cabeza. Y lo peor es que eso se repite una y otra vez, cual videoclip de Bisbal, hasta que llega el final.De acuerdo, no es lo peor del género, pero no seremos pocos los espectadores que preferiremos la versión original de 1972. La razón es que en ella se lograba la empatía del espectador a través de diálogos cercanos en momentos de calma –Petersen aquí trabaja con el mínimo de empatía permisible– y se dosificaban perfectamente las escenas de tensión, que en realidad no eran muchas y, además, resultaban bastante verosímiles. Y es que cuando se cuenta con actores de la talla de Ernest Borgnine, Shelley Winters y Gene Hackman, no sólo no se corre ningún riesgo al pasar la acción a un segundo plano, sino que se abren ante el director –y el público– un sinfín de posibilidades más......PoseidónLo que no me gusta son las FLIPADAS, y sí, lo pongo en mayúscula porque no me creo que los protagonistas se tiren varios minutos buceándo bajo agua y no les pase nada, incluso un niño que tiene que tener el pulmón de grande como una pechuga de pollo aguanta sin respirar lo que no ha conseguido en su vida nadie a su tierna ni a ninguna otra edad. Es que no me lo trago, hacer inmersiones más cortas o que alguien sufra pérdidas de conocimiento o mareos por tan largo tiempo sin respirar, pero es que es imposible hacer creer que varias personas (repito, incluido un niño) tras tirarse dos o más minutos sin respirar y sin apenas descanso vuelvan a sumergirse y bucear y en esta ocasión por un periodo más largo. El momento "Crimen Ferpecto" del ascensor tambien tiene su miga, en el último segundo lo hacen todo siempre. Poseidón
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