La historia de Michelle Payne, la primera mujer jinete en ganar la Copa Melbourne.....Ride Like a GirlCritica: Rachel Griffiths es una actriz australiana, que ha intervenido en varias películas y series de televisión. Ahora ha decido probar suerte como directora, con una historia basada en una historia real. La película se centra sobre todo en Copa de Melbourne, una de las carreras de caballos más antigua e importante del mundo.La cinta se centra sobre todo en el personaje de Michelle Payne, una joven que pertenece a una familia numerosa que se dedican a la cría y mantenimiento de todo tipo de caballos, tanto para uso recreativo, como para competición. La joven se quedó desde muy pequeña sin madre y el padre es la base fundamental de la familia. El papel de padre lo interpreta de una manera bastante correcta Sam Neill.La verdad es que el mundo de los caballos suele dar mucho juego dentro del cine, sobre todo cuando se trata de carreras de caballos, aquí la directora lo aprovecha bastante bien para regalarnos bellas imágenes de los caballos galopando y participando en las carreras. El mundo de las carreras siempre ha estado ligado a los hombres y la verdad que se puede decir que las jinetes mujeres no están muy bien vistas en estas competiciones.Pero Payne tenia claro lo quería y aunque tuvo que sufrir también la muerte de unas de sus hermanas en una carrera, nunca dejo de luchar para hacerse un hueco entre los mejores. Y encima sufrió una grave caída que estuvo a punto de dejarla parapléjica. Pero en ningún momento tiró la toalla y finalmente consiguió su objetivo, ganar la competición más importante del mundo.,,,,Ride Like a Girl
Jessie (Carla Gugino) y Gerald (Bruce Greenwood) son un matrimonio maduro que viaja a una remota cabaña con la esperanza de revitalizar su deteriorada relación en un sitio apartado y tranquilo. Allí Gerald propone a su mujer un juego sexual: esposarla a la cama para incrementar las sensaciones. Pero cuando éste muere de un infarto, Jessie tendrá que luchar por su supervivencia. Gerald's Game GeraldCritica:Combinando retales de Cujo y Eclipse total (Dolores Clairbone) -puede que hasta de Cadena Perpetua (o La redención de Shawshank) con la idea de juguetear con los flashbacks y flashforwards así como en el lado de sobrevivir y penetrar en la psique de los personajes-, El juego de Gerald es la mejor adaptación de Stephen King en términos de pura tensión humana desde los tiempos de Misery.No es sólo la estupenda tensión (y una imaginería de puro terror que puede inducir a pesadillas fácilmente), ni tampoco unas interpretaciones magistrales de Carla Gugino y Bruce Greenwood. Ni siquiera una premisa llena de suspense, con perro hambriento incluido y puntuales jirones de gore. Son los momentos -por suerte, muchos- en los cuales los diálogos y el corazón de la historia laten muy por encima de todo eso lo que la convierten en todo un pelotazo en sus propios términos. Gerald Que esté sólo en Netflix se me antojo hasta de un tanto injusto, pues aún con una factura un tanto televisiva, está rodada y presentada con la suficiente elegancia como para ser estrenada en salas comerciales (aún teniendo una vida comercial justita). Es una gran película, una genuina sorpresa y otro paso adelante en el rejuvenecimiento actual de Stephen King en el cine. Cuánto menos se sepa, mejor. Haz caso de las críticas positivas, pues esta es una de las ocasiones en las cuales el hype es real. Debe ser vista. Gerald
Una mujer en un matrimonio infeliz lucha por conservar unida a su familia de varias generaciones mientras intenta evitar que un extorsionador anónimo revele su secreto....Mi maravillosa vida Critica: llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... Mi maravillosa vida
Una chica muy sociable sufre la mayor faena imaginable: morirse justo la semana de su cumpleaños. Ante su sorpresa, recibe una segunda oportunidad para arreglar todos sus errores en la Tierra retomando el contacto con sus seres queridos y (lo más importante), para demostrar que es digna de entrar en esa gran sala VIP que hay en el cielo.... Más allá de la fiestaCritica: esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. Más allá de la fiestaLa calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... Más allá de la fiesta Más allá de la fiesta
Dos astrónomos mediocres deben emprender una gira mediática descomunal para avisar a la humanidad de la llegada de un cometa que va a destruir la Tierra. No mires arribaCritica: Cuando uno se mete a revisar los comentarios sobre 'No mires arriba', la nueva película de Adam McKay para Netflix, se entiende mejor cómo el ser humano parece estar llegando a un callejón sin salida de estupidez. La nueva teoría de la iluminación negacionista sostiene que Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Timotheé Chalamet y prácticamente todo Hollywood están compinchados con las élites y que 'No mires arriba' es una advertencia sutil auspiciada por masonería que nos informa de que dentro de unos años la pandemia no será, ni de lejos, el más preocupante de nuestros problemas, sino la llegada de un meteorito que acabe con la Tierra.Precisamente lo que hace 'No mires arriba' es burlarse sin piedad de este tipo de estos conventículos conspiranoicos, ridiculizándolos. Hay más actualidad de la que parece en su historia: dos científicos descubren un asteroide que amenaza con destruir nuestro planeta pero son ignorados sistemáticamente por los medios de comunicación y los políticos, además de por una sociedad reaccionaria que responde con escepticismo a la ciencia y niega su validez, tomando por locos o comprados a los dos astrónomos que dan la señal de aviso. ¿Nos suena a algo? Una pista: el movimiento antivacunas, el desfase terraplanista o aquellos sujetos que hablan de que los gases de efecto invernadero reverdecen el planeta. 'No mires arriba' es una carta de amor hacia todos aquellos estúpidos y estúpidas que hacen de este mundo un lugar peor.McKay coloca en el foco un asteroide, pero bien podría ser la crisis del coronavirus o los efectos ya devastadores del cambio climático. El cineasta elabora una sátira inteligente y la dota de un oscuro humor negro, pero en realidad 'No mires arriba' es una cinta aterradora. Porque esa idea que plantean otras películas apocalípticas sobre una Humanidad hermanada contra la destrucción, o unos presidentes de Estados Unidos comprometidos con la salvación de la Tierra, es aquí retratada como lo que probablemente sería en la era post trumpiana: un completo disparate de información falsa, negacionismo, histeria colectiva, fanatismo y sucio electoralismo político.Más allá de su interesante guion y sus personajes bien caracterizados e interpretados, 'No mires arriba' es un estupendo estudio de la idiotez humana en tiempos de crisis, de cómo nuestra especie parece abocada a una catástrofe climática de consecuencias irreversibles mientras que la gente de a pie, suficientemente ahogada ya con problemas más mundanos, prefiere hacer caso omiso de la ciencia o (des)informarse a través de las redes sociales e Internet en vez de afrontar los problemas con entereza y conciencia. Desde luego, es un estupendo retrato de cómo podría ser realmente el fin del mundo en esta era posmoderna.
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