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Marc (Álvaro Cervantes) y Rebeca (Úrsula Corberó) son una joven pareja que viaja hasta un antiguo caserío vasco que perteneció a su familia. Allí escribirán la historia común de sus raíces familiares, creando así un gran árbol genealógico donde se cobijan relaciones de amor, desamor, sexo, locura, celos e infidelidades, y bajo el que también yace una historia repleta de secretos y tragedias.
En diferentes épocas, una familia pobre, un desarrollador ansioso y una casera harta se unen a la misma casa misteriosa en esta comedia negra animada...La casaCriticA: llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia......La casa
Lola es la madre de Tristán, un niño autista por el que viajaría hasta el fin del mundo. Por eso juntos emprenden una travesía hasta la Patagonia Argentina para encontrarse allí con Beto, un guardafauna que tiene una relación muy especial con las orcas salvajes. Gracias al investigador argentino y su interacción con los animales marinos, el pequeño Tristán descubrirá nuevas posibilidades en su reencuentro con el espíritu de la Naturaleza. La determinación de Lola de luchar por su hijo, la peculiar personalidad del niño y su relación con la naturaleza harán que sus vidas cambien para siempre. El faro de las orcasCritica:Quizás lo más interesante de la película, además de su abrumadora belleza paisajística, radique en su comienzo, cuando la recién llegada se escandaliza ante el espectáculo de la naturaleza, concretamente el de los animales comiéndose los unos (las orcas) a los otros (lobos marinos), en su pureza sin adulterar y en su neutra crueldad ("cruel", ese adjetivo utiliza ella). En ese rechazo podría haber una interesante historia. Pero, obviamente, aquí no la hay, se alejan de esa opción y apuestan más bien por lo contrario, por confirmar esa idea que de un tiempo a esta parte tenemos en "Occidente", la de considerar la Naturaleza como un inmenso parque temático, puesto ahí para nuestro solaz y gracia, y los animales como mascotas, pequeños esclavos, juguetes lujosos o simple compañía fiel y sin límites. Disney ha hecho mucho daño, hemos pasado demasiadas horas expuestos a su radiación química y altamente tóxica, viendo animales como si fueran seres pueriles y amistosos en la mayoría de los casos, humanizados toscamente. A eso súmale nuestro alejamiento progresivo del contacto directo con la parte más cruda y ruda de la Naturaleza y el resultado se resume en ese pavor indignado de la Verdú ante la simple alimentación carnívora de unas orcas. Eso no nos gusta y no lo queremos ver. Solo disfrutamos con "¡Liberad a Willy!", delfines muy listos y saltarines, "Hachikos", gatos valientes, serpientes al cuello y grandes perros San Bernardo, nada de muertes, salvajismo o incomprensión, eso queda solo para la vida real y solo sirve para que la gente se lleve las manos a la cabeza presa del estupor y la rabia, ¡cómo es posible!, no me lo creo, no puede ser, no debe ser, habría que impedirlo, habría que hacerlos vegetarianos y pacifistas a todos, hermanarlos, democratizarlos y hacerles votar, vestirlos y darles buenos libros, obligarles, llevarles nuestra verdad, por cojones, por el bien, por la ley. orcasMe desvío porque de esta película no hay mucho que contar. La situación parece clara, tenían un lugar maravilloso, unas imágenes estupendas y alrededor de ese escenario paradisíaco y brutalmente bello había que montar una historia. Hombre, mujer y niño. Opción fácil. Y orcas buenas. Y autismo malo. Y pasión contenida y tormentosa. Y mucho dolor. Y pasado ominoso. Y un hombre malo al fondo. Y una mujer buena detrás. Y un baile local. Vamos, que no se esforzaron demasiado. Un poco de buenismo, un mucho de folletín, bastante de tontería y a rodar. orcas
Joan Castleman (Glenn Close) es una buena esposa, de belleza madura y natural, la mujer perfecta. Pero lo cierto es que lleva cuarenta años sacrificando sus sueños y ambiciones para mantener viva la llama de su matrimonio con su marido, Joe Castleman (Jonathan Pryce). Pero Joan ha llegado a su límite. En vísperas de la entrega del Premio Nobel de Literatura a Joe, Joan decide desvelar su secreto mejor guardado. The Wife esposaCritica:A lo largo de la historia del cine hay películas que parecen que han surgido sobre todo con el único propósito de que su protagonista se luzca a más no poder. Hay muchas y de diferentes géneros. El caso de “La buena esposa” parece que engrosa esta lista. Y no es porque la película no proponga temas interesantes, pero sin lugar a dudas, si se hubiera elegido a una pareja de protagonistas del montón, sobre todo en el caso de su protagonista femenina, el resultado de la película hubiera quedado reducido a la mínima expresión. esposaY ahora vienen los intereses del proyecto: Glenn Close, para mi gusto absolutamente radiante en su papel de Joan Castleman, y nominada al “Oscar” en media docena de ocasiones, podría encontrar, al fin, su oportunidad de llevárselo. En el recuerdo queda el robo perpetrado en la ceremonia de 1988 cuando por su impecable labor de Marquesa de Merteuil en “Las amistades peligrosas” se quedó sin premio: ni Globo de oro, ni “Oscar”, ni Bafta ni nada... visto hoy queda también en los anales de una de las mayores injusticias jamás cometidas. Y eso que fue a parar a una Jodie Foster entregada en cuerpo y alma en “Acusados”, pero por Dios, no cabía comparación alguna. Se ve que Glenn Close va marcando récords de distinta índole...El caso es que yo pensaba que la versión cinematográfica del musical “Sunset Boulevard” la tendría para este año. Tras miles de avatares y anécdotas, incluyendo la expulsión de Faye Dunaway por parte de su creador, Andrew Lloyd Webber y haber realizado Close una actuación antológica en los escenarios, dejándose poseer por Norma Desmond y recibiendo las bendiciones de Lloyd Webber, nadie le podría rebatir su premio, pero no es así y puede que esté preparada para el año que viene. El caso es que ¿qué hará la Academia? ¿Premiarla este año y el que viene? ¿Dárselo este año? Puede que sí. Ya con Julianne Moore lo hicieron, al igual que con otros muchos ejemplos, de dárselo por trabajos que podrían parecer inferiores a otros de mayor calidad por los que no fueron premiados. Ya se sabe cómo va la ruleta de los “Oscars”. esposa
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